Jungkook me estaba guiando a algún sitio. Se movía con un propósito. No caminamos mucho rato; sólo un par de calles desde donde había ocurrido la masacre zombie. Se detuvo fuera de una casita de dos pisos que parecía como si hubiese visto días mejores, como todos nosotros. Miró hacía atrás, hacia mí, como si estuviera buscando mi opinión.
─Uh, es bonita ─le aseguré─. Mejor que algunos agujeros en los que he tenido que quedarme, eso es seguro.
Aparentemente satisfecho, cojeó por los escalones del porche. La puerta principal no estaba atrincherada; supongo que si eres un zombie, no tienes que preocuparte acerca de otros zombies echando abajo la puerta para matarte.
¿Pero por qué Jungkook no quería matarme? No era algo normal. Uno de los últimos reportajes de noticias que había visto mostraba a una madre siendo asesinada por su hijo zombei de quince años. Obviamente los lazos emocionales no te detenían de matar si eras un zombie, y francamente, si lo hubiesen hecho, Jungkook podría haber estado más inclinado a herirme. Después de todo, yo era el que había roto nuestra relación.
Había tantísimas preguntas que quería hacerle. Pero por desgracia, no tenía modo de saber si encontraría respuestas algún día. Dentro de la casa, sólo me sentí mucho más seguro una vez que hube puesto algunos muebles atravesados en la puerta, incluso a pesar de que parecía que ahora tenía mi propio guardaespaldas.
Cuando me giré, Jungkook me estaba mirando.
─Lo siento ─dije, comprendiendo que sonaba bastante nervioso─. Sólo intento sentirme en casa. Y, bueno, esto me hace sentir seguro.
Continuó mirándome.
─¿De quién es esta casa? ─pregunté─. ¿Es tuya?
Asintió hacia la sala de estar. Entré, sorprendido de lo limpia y ordenada que se veía. ¿Quitaba el polvo de vez en cuando por si se daba el caso de que viniera compañía?
Me dirigía hacía la mesita del café, en la cual había una colección de fotografías enmarcadas. Recogí la más grande. Era Jungkook, con un chico al que yo no conocía. Tenían los brazos alrededor del otro, obviamente una pareja. Parecía haber sido tomada en una fiesta. Parecían felices.
Oí a Jungkook entrar tras de mí.
─Ésta es tu casa ─dije.
Gruñó.
Señalé al otro hombre en la fotografía.
─¿Dónde está? Si no te importa que pregunte.
Jungkook se tambaleó hasta la ventana y abrió la persiana. Entrecerré los ojos hacia los últimos rayos de sol que desaparecía en un pequeño patio. Había un lecho de flores agradable a la vista y a su izquierda....
... lo que parecía exactamente como una tumba fresca.
Tropecé hacia atrás. Por supuesto, mi pensamiento inmediato fue que Jungkook había matado a su compañero. ¿Puedes culparme, después de todo lo que le había pasado al mundo que conocía? Pero la razón prevaleció. Jungkook era diferente: me había salvado. No habría enterrado a su pareja si le hubiese matado en un arrebato de locura zombie.
Enterrar a alguien era un acto de duelo.
─Lo siento.
Gruñó de nuevo. Ya me estaba acostumbrando a su método de comunicación. Los gruñidos eran expresados con diferentes tonos tras ellos. Éste tenía dolor tras él... emoción genuina.
─Yo también perdí a mi pareja ─le dije─. Se llamaba Eunwoo.
Jungkook alzó la mano y señaló la repisa de la chimenea por encima del fuego. En ella, encontré una cartera de hombre con un reloj cruzado encima. En la cartera detrás del plástico transparente había una licencia de conducir del hombre de la foto. Su nombre era Eric Walshman.
─Eric ─dije.
Jungkook gruñó de acuerdo.
Cerré la cartera, y coloqué el reloj de regreso sobre ella. Ver a la pareja de Jungkook como era en el pasado, junto con el espantoso recuerdo del patio de atrás en donde había acabado, sólo me hizo pensar aún más en Eunwoo.
─Tanta gente muerta ─dije─. Ni siquiera sé qué les pasó al final a mis padres. Sólo puedo...
Estuve a punto de decir que sólo podía esperar que no se hubiesen convertido en zombies. Lo cual no habría sido muy considerado teniendo en cuenta de quien estaba siendo huésped en esos momentos.
─...suponer ─terminé sin convicción.
Jungkook me miró, como si fuera un terapeuta esperándome para descargar. Extrañamente, funcionó.
─Eunwoo enfermó no mucho después de que todo empezara. Y antes de que tuviésemos en realidad tiempo para pensar en ello, murió. El Centro para el Control de Enfermedades aún estaba funcionando por entonces, y como un buen ciudadano, informé de su muerte ─tuve que detenerme para respirar profundamente, porque la emoción que había sentido en ese momento y convertido en entumecimiento más tarde estaba amenazando con cogerme de nuevo─. Vinieron a llevarse su cuerpo. Pensé estúpidamente que tendría que arreglar un funeral, un servicio, todas esas cosas. No sabía que estaban llevando su cuerpo a incinerar en una tumba masiva junto a todos los demás que tenían el virus.
Alcé la vista hacia Jungkook.
─Al menos tú no dejaste que se llevaran a Eric.
Deseé que tuviese más vocabulario para que pudiese decirme cuál era su historia. ¿Habían degenerado ya tanto las cosas por entonces que el gobierno estaba escondido y los civiles fueron dejados para arreglárselas por sí mismos? ¿Estaba Eric enterrado en el patio de atrás porque no había nadie para disponer de él? ¿Había Jungkook empezado a cambiar por entonces?
Sentí una mano en el hombro y comprendí que Jungkook había cruzado la habitación. Me estaba confortando, o al menos intentándolo. Le dirigí una sonrisa débil.
─Gracias. Pero la mierda ocurre, ¿verdad? Ahora todos estamos en el mismo barco.
Soltó un gruñido desdeñoso.
─Vale, algunos de nosotros están en barcos peores que otros. El tuyo, por ejemplo, tiene fugas y está en llamas, con un meteorito dirigiéndose a él.
Su quejido de respuesta sonaba casi una risa.
En el silencio que siguió, tuve una pregunta más que hacer.
─¿Eras feliz, Dave?
Asintió.
Miré de vuelta a la tumba cercana.
─Sí. Como lo era yo.
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Me enamoré de un zombie
Paranormal↠ Adaptacion del libro de Sean Kennedy con el mismo nombre. ↠Yoonkook ↠ +18