Capítulo Dos

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Decidí moverme a la mañana siguiente. Sabía que no podía quedarme para siempre.

Parte de mi quería tratar de averiguar si había algún otro humano en la ciudad, pero supuse que no habría muchos en mis inmediaciones. Después de todo, cuando había matado al zombie, había gritado lo suficiente para alertar a cualquiera de mi presencia, y nadie había salido corriendo.

Eso me hizo preguntarme: si hubiese estado atrincherado en mi casa y oyese a alguien gritar, ¿habría dejado mi pequeño santuario para investigar? En realidad no estaba seguro.

 Era hora de encontrar nuevos pastos. Si no conseguía algo de paisaje, me volvería loco.

Así que hice el camino de regreso a mi casa por última vez. Era doloroso caminar por ella de nuevo; esperaba, o quizás sólo tenía la esperanza, de que Eunwoo estaría sentado ahí esperándome, preguntándose dónde había estado. La casa estaba vacía, a pesar de que todo me recordaba a su ausencia.

Tuve que empacar tan ligero como fuera posible. La comida y el agua eran necesarias, hasta que pudiera hacer otra recogida de comida. Tuve que permitirme una pequeña medida de sentimentalismo: una fotografía de mi familia y una fotografía de Eunwoo que metí en mi cartera. No me podía permitir olvidarles; me sentí estúpidamente como si fuera a perder mi propia humanidad. Y si eso pasaba, sería como convertirme yo mismo en un zombie. 

También había un libro. Eunwoo lo había comprado para divertirse. Ninguno de los dos había supuesto que uno de nosotros lo necesitaría en el futuro. Guía de Supervivencia. Tenía consejos sobre cómo recoger agua dulce, sobrevivir a la caída de un avión si tu paracaídas no se abría... ya sabes todas esas cosas de cada día. Me imaginé que no haría daño, aunque ahora deseaba que Eunwoo hubiese comprado una Guía de Supervivencia Zombie.

Pero el libro ya había valido su precio. Porque ahora, en teoría, sabía cómo robar un coche.

La lógica dictaba que si los zombies tendían a descansar por la noche, sería mejor para mí viajar de noche. Pero estaba nervioso de conducir en la oscuridad sin alumbrado público, especialmente cuando habría cualquier número de obstáculos en mi camino: cuerpos, coches abandonados, accidentes. Justo sería mi suerte estrellar el coche y yacer con dolor hasta que me muriese de hambre o un zombie tropezara por allí y pusiera fin a mi miseria. 

Esperaba que los zombies fueran dormilones, eché una última mirada por la casa, diciendo adiós a todas las cosas familiares, y salí por la puerta. Esperaba que quizás un día pudiese volver, pero le resté importancia. Incluso si las cosas se ponían mejor, quería empezar una vida en algún lugar nuevo, donde los recuerdos de Eunwoo, mi familia y amigos no me invadiesen cada vez que me girase.

Sabía que mi propio depósito de gasolina estaba vacío, así que me dirigí cruzando la calle a donde vivían los Davison. Eran una familia yuppie responsable, con salario doble y dos niños. También habían sido los primeros en morir en nuestra calle. Estaba volviendo a casa del trabajo, cuidando de Eunwoo, cuando vi llegar la ambulancia y llevarse en camilla los cuerpos, sellados en bolsas de materiales peligrosos. 

Como fuera. Seguramente tendrían un depósito lleno. Eran ese tipo de gente.

Recogí un listón de madera de su jardín y lo usé para forzar la ventanilla. No quería romperla con una piedra; el pensamiento de conducir con una ventana expuesta donde cualquier cosa podía estirarse dentro para agarrarme o intentar ganar la entrada me daba escalofríos. Después de algo de palanca, tuve la ventanilla lo suficientemente baja como para desbloquear la puerta. Entré, cerré de nuevo y subí la ventanilla. Abrí el libro sobre mi regazo y encontré la sección de darle caña al coche

Saqué el destornillador que había empacado la noche anterior, sabiendo que lo necesitaría porque había examinado rápidamente el capítulo. Nada parecido a una preparación. Aparté la cubierta de acceso de debajo del volante, y tanteé alrededor hasta que encontré la instalación eléctrica. Tiré de la cuerda de seguridad, pelé los cables rojos, y los retorcí juntos. Entonces pelé el cable marrón y toqué con él el rojo.

El coche rugió de vuelta a la vida, y pisé rápidamente el acelerador para que no se parara.

─Gracias, libro ─dije felizmente. Ahora que el coche estaba haciendo ruido, era hora de pisar a fondo. Comprobé el medidor de combustible; estaba a tres cuartos. «Gracias, Davison... descansad en paz». 

Rugí fuera de su camino de entrada. Hora de dejar el hogar detrás de mí, y tomar la carretera.

Mientras giraba la esquina, escenario de mi propia carnicería privada, estuve sorprendido de ver que el cadáver estaba rodeado. Por otros zombies. ¿Significaba eso que tenían inteligencia de algún tipo? ¿Que sabían que uno de sus miembros había sido asesinado por un humano que aún estaba en la zona?

Bien, buena cosa que me estuviera marchando, porque ahora mi tapadera estaba totalmente estropeada y descubierta.

Se dieron la vuelta para hacerme frente como uno solo. Aceleré la máquina al máximo como si fuera un toro encarándome con un matador. Y ahí estaba de nuevo, ese cambio en ellos como si pasaran de cadáveres que arrastraban los pies a depredadores enfadados. 

Los neumáticos giraron, quemando goma, mientras pateaba el acelerador y lo aguantaba abajo tanto como pude. El coche se abalanzó a una velocidad rompe cuellos. Los zombies ni siquiera trataron de salir del camino mientras segaba entre ellos. Hubo un bache nauseabundo cuando uno de ellos desapareció bajo las ruedas y un choque cuando uno voló sobre el capó y golpeó el parabrisas. La sangre se roció por el cristal, y eso empezó a golpear con los puños, tratando de romperlo y llegar a mí. Apareció una grieta, y supe que el parabrisas se destrozaría si el zombie continuaba dándole puñetazos. Tomé una esquina con brusquedad, y el zombie volcó y golpeó la carretera. Miré hacia atrás por el espejo retrovisor, y le vi tirado detrás de mí y convirtiéndose rápidamente en una mota en la distancia.

Sólo entonces me permití soltar un suspiro de alivio. Y me dirigí a la autopista.


Me enamoré de un zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora