Salón 2

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–No tienes lo suficiente para asustarme, no, por un momento creí que de verdad podrías... Todo lo que dijiste antes eran mentiras, estás tratando de confundirme.

–Aunque le cueste entenderlo doctora, cada acción y palabra se ha realizado y dicho con la intención de que usted me brinde la información que necesito.

–Estás jugando conmigo y aún no sé con qué objetivo. Me amenazas con matarme y luego me dices que ya estoy muerta, me dices que necesitas información de mí pero se supone que puedes leer mi mente, amenazas con asesinar a mi hija pero estoy segura que no sabes si quiera dónde está. Tenías razón idiota -sonríe de forma irónica- este whisky hace que mejore mi estado de conciencia, estoy más enfocada, he visto claramente todo ¿Te preguntabas en qué consistía mi trabajo? Pues te lo diré... En analizar a las personas y tú no eres más que un producto de mi imaginación, una cruel pesadilla de la cual no puedo despertar debido a las pastillas para el sueño -se levanta, toma la botella y mira a su alrededor- todo esto me resulta tan familiar porque es un sueño, todo esto se parece a mi antiguo hogar, incluso el maldito whisky.

–¡¡Maravilloso!! Simplemente... Maravilloso. -le aplaudo lentamente- En un momento de lucidez ha visto todo lo que le rodea, lo ha relacionado e incluso cree que se ha hecho una idea sobre mí -no puedo evitar reírme-
Sabe, en mi no tan corta experiencia, la mente humana frágil y maleable como es, tiende a... buscar cualquier explicación a lo que no puede entender y en la búsqueda de aquella desesperada salida ¡¡Se siente segura de no fracasar!! Aún teniendo todo en su contra. La soberbia Rosse, es la madre de su ignorancia. Siéntese de nuevo, y dígame a dónde fue la tarde del 22 de septiembre del 2017, cuando su esposo se supone debía estar trabajando y su hija en la escuela.

–N-No... ¡NO! Tú no eres real

–Lo soy Rosse, pero un asesino no necesita presentación y puede que en algo de lo que dijo no se equivocase, probablemente yo sea su peor pesadilla. Siéntese, siga tomando su whisky y responda. Su esposo habrá muerto en vano y su hija morirá también, todo porque usted se niega a responder.

–¿Qué le pasó a su madre? -Su pregunta me toma por sorpresa- quisiera saber si fue tan mala como lo he sido yo...

Las últimas palabras funcionaron. está perdiendo de nuevo su compostura. el whisky ha hecho su trabajo, ha dejado de tener miedo pero cae de rodillas al suelo, como si no le quedara nada a qué aferrarse, habla como si hubiese abandonado toda esperanza.

AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora