Recuerdo

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Mañana del 22 de septiembre año 2020

El teléfono lleva sonando un rato, su cama está vacía y en el piso hay unas cuantas pastillas. Afuera en el patio está ella con sus plantas, duermiendo... Cerca de sus plantas.

El timbre ha sonado

–M-maldita sea... Mi cuello ¿Quién toca la puerta maldición?

Se levanta confundida sin saber por qué está en el jardín. Camina hasta la puerta tambaleándose y busca las llaves para quitar el seguro.

–¿¡Quién es!?

–¿Es usted la doctora Rosse? vengo en nombre del instituto M.U.P.E de sanación y rehabilitación

–Sí soy yo, en un momento le abro

No tenía tiempo de mirarse al espejo, cogió sus llaves y quitó el seguro.
Un hombre alto, con traje azul oscuro, de complexión fuerte, cabello y ojos negros como el azabache, estaba en la puerta, imponía de solo verlo.

–Disculpeme por interrumpir su sueño de esta manera doctora, pero hemos tratado de comunicarnos con usted desde anoche por medio del teléfono y no ha habido éxito.
Mi nombre es Trier Meur y vengo para llevarla al instituto M.U.P.E que al ser una entidad privada y de máxima seguridad, desea que usted sea guiada desde su casa. Tenemos entendido que usted ha de ayudar con la rehabilitación de uno de nuestros pacientes. Permitiré que se organice y la llevaré allí en cuanto esté lista.

–Es usted muy formal... Señor...

–Meur, Trier Meur

–Verá, acostumbro hacer las cosas a mi ritmo y puedo ver por su tono que lleva un poco de prisa, dígale a su jefe que...

–No tengo un jefe directo doctora, he de cumplir un estricto horario y preciso de su colaboración para cumplirlo

–Claro... El horario... ¿Si no tiene un jefe directo quién lo ha enviado?

–Trabajo como agente libre para el centro M.U.P.E y para otras empresas, me dan la orden de llevarla y dejarla en recepción y eso hago, pero no respondo a un jefe directo.

–Está bien, le pido por favor que no me interrumpa cuando hable. Iré a darme una ducha y tomaré algunos objetos personales, siéntase libre de acomodarse en la sala, volveré en un momento.

–Bueno, no he podido encontrar algunas cosas, disculpe si me he demorado, no me dí cuenta. Pero, no importa, creo que ya podemos irnos.

El camino se hizo largo pero la mañana parecía avanzar lento, un probable efecto del exceso en las pastillas para dormir y la falta de alcohol.
El instituto es pequeño, una planta de dos pisos con una enorme puerta de entrada y la estatua de un hombre a quién le faltaba una mano junto a una niña que trataba de tomarla.
La recepción tenía un peculiar aroma a lavanda, un aroma familiar.

–hasta aquí la he de traer doctora Rosse. Le comunicaré a recepción que ya ha llegado y ellos le darán las instrucciones pertinentes. Que tenga un buen día doctora

-Muchas gracias señor... ¿Cuál era su nombre?

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