Asesino

Cristhina

Diciembre 7 de 1920

Comenzaba a llover, muy fuerte de repente, las gotas sonaban como martillos contra el cristal y el viento movía las hojas allí afuera.

–Las hojas se aferran a la vida en el árbol, parece como si despreciaran la libertad del viento

–¿Por qué lo dices?

–La naturaleza nos hizo como a las hojas, aferrados a la vida con la única diferencia de que nosotros sí buscamos la libertad

–No fue la naturaleza la culpable de nuestra maldición niña.

–¿Por qué el hombre viejo que vino a ofrecerte un trabajo parecía tan asustado? ¿Por qué todos los humanos parecen tan asustados cuando están a tu lado?

–Es algo que aprenderás con el tiempo

–¿Sobre qué será la lección de hoy? ¿Puedo acompañarte al trabajo por el que te pagó el viejo?

–Hoy te quedarás aquí meditando y tratando de transportar este anillo a dentro de este reloj de arena -los pongo en el suelo, frente a ella- esta vez no tendrás mi ayuda, así que si vuelvo y no lo has logrado volveremos a los ejercicios mentales

–Per...

–Si algún día quieres ser libre Cristhina, primero debes aprender a controlar quién eres.

–Iba a decir que aún estaba lloviendo muy fuerte

–No te preocupes por eso, nada puede tocarme cuando soy una sombra, ni siquiera la lluvia. Cuando logres que el anillo se transporte a la copa, retomarás tus lecturas de historia -La dejo sentada en un mueble de aquella vieja casa y me voy

Alguien toca la puerta desesperadamente

–Cristhina abre, abre, me estoy mojando, ¡rápido!

Cristhina corre rápidamente a la puerta y la abre, es su amiga, Kaela, una niña morena, de crespos alborotados, que nunca deja de sonreír.

–Lo he visto salir, llevaba un rato esperando a que se fuera, un poco antes de que viniera el viejo

–Te has mojado mucho Kaela

–No importa ¿Quieres jugar? ¿Qué tienes que hacer hoy?

–Hoy tengo una tarea divertida, mira -toma el reloj de arena y el anillo- debo lograr que el anillo quede dentro del reloj

–¡Increíble! -Le dice Kaela

Pasada una hora las dos niñas estaban muy aburridas y Cristhina no había logrado que el anillo entrase al reloj de arena

–Estoy muy aburrida Cristhina, hagamos algo divertido...

–Sabes que no puedo, la última vez no cumplí con la tarea que me dejó por jugar contigo y ya sabes lo que pasó

–No creo que se la pase otro mes entero vigilandote. Parece que ha dejado de llover, podemos salir y jugar con los charcos.

La idea parecía tentadora, un rato afuera le ayudaría a despejar la mente y así cuando volviera podría cumplir con su tarea.
Las dos niñas salieron a jugar en los charcos, el tiempo se fué rápido y Kaela comenzó a subir un árbol muy alto cerca de la vieja cabaña

–¡Cristhina! sube, sube, ¡la que llegue más alto gana!

Al final todas dos llegaron a la copa, estaban cansadas y él sol comenzaba a ocultarse.

–Es hermoso el sol ¿No crees?

–Hasta el sol se va a descansar y tu papá nunca te deja descansar, ¿Qué tal si nos vamos? Si te escapas conmigo jugaremos todo el día y con tus poderes podremos conseguir todo lo que queramos. No necesitarás de él y seremos las mejores amigas por siempre...

–No es mi papá.

–Oye... Cristhina, creo que me siento mal, como si algo me presionara el pecho

Sus ojos comenzaban a lagrimear y su cuerpo a temblar

–Kaela ¿Estás bien? ¿Qué pasa? Oye, Kaela... ¡Nooo!

Incapaz de mantener el equilibrio cae del árbol, varias ramas se rompen en medio de su caída y justo antes de llegar al suelo es transportada dentro de la cabaña

–No, no, no, no, no, tienes que estar bien, tienes que estar bien,

Cristhina abre la puerta de golpe

–Hola niña

–Trier...

Kaela estaba en el suelo, sangraba por la boca y respiraba con dificultad.
Cristhina se arrodilla y comienza a llorar

–Por favor, por favor, ayudala, está sangrando, Trier, ¡está sangrando!

Miro a la niña en el piso, tiene sus brazos rotos y parece que también tiene hemorragias internas. Saco mi cuchillo y atravieso su pecho, en el corazón es más rápido.