Bestia

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todo comenzó a hacerse oscuro de repente, y en la oscuridad del pasillo algo nos observaba. Se podía ver la sed de sangre en el brillo desequilibrado de sus 4 ojos, caía saliva desde sus 2 colmillos inferiores, su cuerpo... negro y lampiño se movía con gracia y agilidad. Se estaba acercando lentamente y la forma de su mandíbula parecía dibujar una leve sonrisa, no podía moverme... No... Podía, la sensación de que aquella cosa te superaba en todos los aspectos te mantenía atada al piso, inmóvil, con miedo, mucho miedo.

Me alejo de la mujer y se queda allí, con lágrimas saliendo de sus ojos, incapaz de hablar y aferrada a aquel viejo sillón rojo. Me acerco de nuevo al cadáver y miro sus heridas. No hay indicios de garras en ninguna parte, y aunque sus brazos parecen arrancados con fuerza bruta tampoco se evidencian marcas de colmillos en ellos y el corte en el cuello... Era limpio, como hecho con un cuchillo.

–¡Usted! -me giro para ver quién me llama- Venga conmigo -es el detective Zander- ¿A dónde ha ido el oficial que dejé aquí?

–Quisiera saber lo mismo, 5 minutos después de que usted se fué abandonó su puesto y subió por aquellas escaleras -le señalo las escaleras al final del pasillo, tras el cadáver

–Pero qué diablos... ¡Lo he dejado aquí maldita sea! Cómo se atreve a dejar su puesto

–¿Había algo allí que pudiese preocuparle al oficial?

–Subiendo esas escaleras está el cuerpo del oficial que fue asesinado. Toda esta mierda es muy extraña, en mis 25 años de carrera he visto un solo cuerpo desmembrado de esta manera y ya me dirá usted si es posible que aquí también entren dos camionetas y tiren del cuerpo de este hombre sin que nadie se entere, ¡maldición! ¿Logró que la mujer hablara?

–Sí, pero sus palabras fueron erráticas y lo único que se puede sacar de ellas es que el asesino llevaba acechandoles
Un rato, manifestó sentir que la observaban desde este pasillo que en ese momento no estaba iluminado.

–Enviaré otro oficial a custodiar esta zona, venga conmigo.

La experiencia del oficial Zander estaba jugando en su contra, podía sentir sus nervios, como la desesperación iba en aumento.
Pasamos por el salón principal y sus dos oficiales estaban trasladando a las 30 personas que quedaban con vida en aquel teatro a otra habitación, se podía ver el miedo en sus ojos, pronto comenzarían a hacer más preguntas de las que podían manejar los oficiales. Un asesino suelto entre treinta personas encerradas, una pésima combinación.

–Aquí

Había un hombre tirado sobre el piso. Tenía un brazo y sus dos piernas rotas, miré hacia arriba y pude ver qué había una cúpula rota, unos 7 pisos más arriba de donde nos encontrabamos

Cristhina, pensé

–Y... Eso no es todo, venga por aquí

Seguí al detective a un pequeño trastero, oculto bajo las escaleras.
Ahora había una mujer sin vida allí.

AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora