Día 12 - Viernes 27/03

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V

Cuando Thiago dijo "hablamos luego", realmente iba en serio. Esa misma noche me volvió a llamar y estuvimos conversando durante horas. Antes de acostarse, se despidió diciendo "mañana te llamo".

A la mañana siguiente, cumplió su promesa.

- ¡¿En serio nunca sales los viernes?! - dijo con asombro.

- No es que nunca salga...Simplemente no es como que tenga planes todas las semanas – traté de explicarle.

En el fondo, estaba tratando de convencerme a mí mismo de que mi respuesta no me hacía sonar como una espécimen tan rara como Thiago me hacía sentir con su expresión de asombro.

Luego de hablar por más de dos horas todavía no dejaba de sorprenderme como cada vez que creía que teníamos algo en común, decía algo que me demostraba lo distinto que éramos.

- Bueno, ya me aburrí de estar echado en mi cama - dije mientras me paraba - Además que no quieres jugar nada –.

- Entonces, ¿ya vas a colgar? - preguntó.

- Nop – respondí negando con la cabeza. - Ahora me vas a acompañar a preparar un postre -.

- ¡¿Sabes cocinar?! - preguntó con desconfianza y en tono burlón.

- No jaja - respondí y sin mirar a la pantalla caminé hacia la cocina.

- ¿Entonces? - dijo confundido.

El rostro de Thiago era bastante expresivo. No era difícil saber lo que estaba sintiendo. Bastaba con ver sus gestos.

- Vi una receta en Tik Tok que parecía fácil – respondí – quiero intentarla -.

Puse el celular sobre la mesa apoyado contra el servilletero y comencé a reunir los ingredientes. Mientras los buscaba, Thiago argumentaba sobre las muchas razones por las cuales no descargaría Tik Tok así tuviera que pasar seis meses en cuarentena.

Según la receta, para preparar trufas necesitaba cobertura de chocolate, pero por motivos bastante lógicos en mi casa no había eso. La verdad es que no somos una familia amante de la cocina. Con esfuerzo si cocinan el almuerzo todos los días.

Le pregunté a Thiago si tenía, pero aparentemente llevaba buen rato sin prestarme atención porque ya no estaba echado en su cama, sino que ahora estaba sentado en su escritorio escribiendo algo en su laptop. Aunque dejó el celular apoyado contra las almohadas, no tenía el suficiente campo de visión para poder ver lo que estaba buscando en internet.

Volví a preguntarle, pero no respondió nada. Decidí improvisar, ya que tampoco tenía otra opción.

Según la explicación de la niñita del Tik Tok, debía licuar galletas de vainilla hasta que queden como "harina". No estaba seguro de si era una expresión o literalmente debía dejarlas como polvo. Creo que es bastante obvio que no sé preparar postres.

Desde el primer paso ya estaba fracasando. Intenté prender la licuadora, pero no pude. No sé si estaba malograda o el enchufe estaba fallando. Al cabo de unos minutos moviendo el cable por fin logré prenderla.

Ahora sí, manos a la obra.

- Ahora le agrego manjar blanco y lo mezclo hasta que quede consistente - dije en voz alta, aunque era consciente de que Thiago no me estaba escuchando.

Sentí que estaba haciendo un programa de cocina donde el único espectador era mi perro.

- ¿Estás seguro de que sabes cómo hacerlo? - preguntó de pronto Thiago, quien seguía atento mirando la pantalla de su laptop.

- Nop, pero si una niña de Tik Tok puede hacerlo, entonces yo también – dije sin estar muy seguro de lo que hacía.

¿Qué tan difícil podía ser? Desde que empezó la cuarentena todos han estado haciendo postres y horneando panes.

- Tú sabes cocinar, ¿no? – le pregunté.

Mi pregunta consiguió que por fin deje su laptop y me preste atención.

- ¿Por qué deduces que debería saber cocinar? – preguntó extrañado, haciendo énfasis con los gestos de su rostro.

- Pues porque estuviste de intercambio... - respondí esperando que se dé cuenta de que mi pregunta era bastante obvia.

- Ah, pero vivía en una residencia estudiantil. No tenía que preocuparme por cocinar – me explicó.

Ese fue el único momento donde despegó la mirada de su laptop para fijarse en mí.

No me había percatado de que no solo estaba mirando la pantalla, sino que además estaba apretando botones. Como si estuviera jugando algo... Ah pero cuando yo le dije para jugar en House Party no me hizo caso. Aunque ahora seguía sin hacerme mucho caso. A veces Thiago podía ser muy extraño y cortante.

Al cabo de un rato logré hacer todas las bolitas con la masa. Luego de meterlas en la refrigeradora, fui a lavarme las manos, Cuando volví, Thiago ya no estaba sentado en escritorio. Su habitación estaba completamente vacía.

Como ya era hora de sacar a pasear a Lucky, corté la llamada y salí.

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Cuando regresé del paseo, vi que en mi celular había un mensaje de Thiago.

- ¿Qué fue? – escribió.

Le respondí explicándole que tuve que salir con Lucky. En menos de un segundo me respondió reclamándome por no haberme despedido.

No imaginé que le importaría tanto que haya terminado la llamada sin despedirme. Quizá no éramos tan distintos después de todo.

En un plato puse algunas de las trufas que quedaron mejor y las metí dentro del ascensor. En un papelito escribí: "Todavía no las he probado, así que, si te mueres, no es mi culpa. P.D. Sorry por no despedirme" y lo acomodé encima del postre.

Acto seguido, le mandé un mensaje diciendo que debía correr y llamar al ascensor antes de que alguien más lo haga y le gane.

Creo que podría acostumbrarme a este tipo de comunicación. ¿Quién necesita delivery cuando puede mandar cosas a través del ascensor?

.

Una hora después, Thiago hizo copy paste al mensaje que le mandé y me lo envió. De la emoción, salí corriendo de mi cuarto. En eso vi que mi mamá se levantó de golpe del sillón. Inmediatamente me regañó diciendo que al verme correr pensó que lo estaba haciendo porque había sentido un temblor.

Omitiendo esa parte, salí y llamé al ascensor. Cuando la puerta se abrió, recogí el plato y vi que debajo había un papelito que decía: "Si me muero ¿quién te va a acompañar mientras juegas a ser repostero?".

Frente a eso, no pude evitar sonreír como si acabara de leer la cosa más tierna del mundo.

Eso de mandarnos notas estaba divertido.

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Al día siguiente, aproveché que tenía que sacar a pasear a Lucky para escribirle otra nota. Esta vez, decidí dejarla en la puerta de su casa.

Antes de salir le pregunté qué estaba haciendo a lo me respondió que iba a bajar al patio a fumar un rato.

Era la oportunidad perfecta.

Parece que el pegamento de la nota ya se estaba secando, porque no lograba mantenerla fija en la puerta.

Luego de varios intentos, cuando por fin lo logré y ya estaba a punto de irme, alguien le quitó el seguro a la puerta y la abrió.

AMOR EN CUARENTENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora