Cuarentena

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Prólogo

Todos despertamos creyendo que nuestro día será igual al anterior. Nos acostamos sin pensar que al amanecer todo el mundo estará al revés. Durante mi época de colegio los profesores siempre me decían: "ustedes no saben lo que es vivir con terrorismo" o "ustedes nunca tendrán que ir a una guerra". Lo que nunca nos advirtieron fue que "ustedes vivirán en una pandemia".

Algo que parecía lejano, atravesó todo el planeta hasta llegar a mi ciudad.

En Perú, todo comenzó como un rumor. En distintas ciudades a lo largo del país aparecían personas que decían ser "el primer contagiado peruano". Sin embargo, siempre eran falsas alarmas. Aunque eso no le impedía a los noticieros hacer extensos reportajes sobre la vida de cada uno de esos pacientes cero.

Hasta que un día lo que parecía una película de terror se volvió nuestra nueva realidad. A algunas personas les costó aceptarlo más que a otras. En Facebook los memes seguían viendolo como una broma. En Whatsapp los estados decían frases como "La gripe mata más personas al año" o "el SIDA cobró más victimas en el 2019". En Instagram las personas grababan stories en fiestas llenas de gente. Creo que la mayoría de personas seguía en su fase de negación. En cierta manera todos lo estabamos. Era dificil afrontar la idea de que el coronavirus ya era una realidad en Perú.

Era algo sin precedente. De un momento a otro todo cerró. Ya no habían clases presenciales, ni centros comerciales, ni restaurantes, ni abrazos. ¿Por qué nadie nos lo advirtió? Aunque tampoco sé cómo hubiera reaccionado si un día alguien me decía: "Desde mañana, no podrás salir de tu casa". Lo más seguro es que no le hubiera creído.

Al inicio fue difícil acostumbrarse. Pero luego comencé a forjar una rutina que me permitió continuar con mi vida. Masomenos. Por ejemplo, como tenía miedo que la polícia me detuviera por estar en la calle luego del toque de queda, tuve que organizarme para poder sacar a pesar a Lucky, mi perro. Antes de la pandemia solíamos tener largas caminatas de cincuenta minutos. Ahora, con tantos patrulleros circulando mi barrio, tuvimos que adaptarnos a tener cuatro paseos de 5 minutos cada uno. Lo peor es que solo podía llevarlo al jardín ubicado fuera de mi edificio.

Como el toque de queda empezaba a las ocho, para lograr pasearlo y regresar a tiempo debía cenar a las siete en punto. Solía demorar entre quince y veinte minutos. Luego, lavaba los platos, me cepillaba los dientes y a eso de las siete y media le ponía la correa y salíamos. Todo estaba perfectamente organizado.

Sin embargo, a pesar de tener mi vida cronometrada al segundo, había algo que no podía predecir: el amor. Cuando comenzó la cuarentena, creí que tendría menos oportunidades de encontrar a esa persona especial con la que pasaría el resto de mi vida. Por suerte, mi historia no fue así.

Quizá fue obra del destino. Tal vez el universo buscaba encontrar el equilibrio. O quizá solo quería jugar conmigo y poner mi mundo de cabeza, más de lo que ya estaba. 

Lo importante fue que, a pesar de todo lo que estaba sucediendo, lo conocí...

AMOR EN CUARENTENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora