Día 18 - Jueves 02/04

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XI

Hoy, en el mensaje a la nación del Presidente, anunciaron que los hombres solo podremos salir a la calle los lunes, miércoles y viernes.

Eso significa que el resto de días va a tener que ser mi mamá la que saque a pasear a Lucky. Lo que también significa que los martes, jueves y sábados solo habrán mujeres en la calle. Lo que aumenta por mil las posibilidades de que alguna chica vea por la ventana al idiota de Thiago pasearse desnudo por su cuarto.

Aunque quizá la gente normal no sea tan stalker como yo.

Que Thiago no se decida si quiere estar cerca de mí o no, no es motivo para dejar que cualquiera lo esté mirando. 

Hoy en la tarde no hay mucha gente en la calle mientras paseo a Lucky, por lo que aprovecho de alejarme un poquito más de lo normal. Últimamente solo lo había estado sacando a la puerta de mi edificio por miedo a que alguien me grabe o llame a la policía.

Mientras estaba parado en el último jardincito de la cuadra, un taxi llega a toda velocidad y se estaciona delante de mi edificio.

Dos hombres se bajan, tocan el timbre y entran al edificio apurados. Llevan unos maletines negros.

Uno de los señores mide casi el doble de ancho que yo. Aunque tengamos casi la misma altura, su presencia es mucho más imponente que la mía. El otro, aunque más bajito y delgado, también se veía peligroso. Hasta Lucky se sentó cuando los vio bajar del taxi. El más chapado, estaba con bividi negro y tenia el brazo lleno de tatuajes. El otro, tenia un gorro puesto al revés, con la visera hacia atrás. 

El chisme es más fuerte que el miedo.

Comienzo a caminar sigilosamente sin percatarme que el conductor del taxi me está siguiendo con la mirada. Cuando ya estoy delante de mi edificio, veo que alguien está cerrando la cortina de la sala. La del cuarto de Thiago ya está cerrada.

Como a Lucky le importa muy poco lo que está pasando, continua olfateando el jardín.

En eso, se comienzan a escuchar gritos dentro del edificio. Parece una discusión entre dos señores. Y parece que el sonido proviene de la sala de Thiago.

Esa voz se me hace conocida.

El conductor del taxi recibe una llamada. Ni bien termina de hablar, sale del carro y abre la puerta de los asientos y la maletera.

¡Ya me acorde!

Esa es la voz del tío de Thiago. La recuerdo del día que me botó por estar "visitando a los amigos", según sus propias palabras. No se que entienda por la palabra "amigos", pero no creo que se refiera a dos chicos que se besan. Aunque ayer Thiago me rechazó, entonces ya tampoco se si somos "dos chicos que se besan". 

Al cabo de un rato, los señores salen corriendo del edificio. Por la forma como llevan los maletines, parece que tienen algo valioso. 

Al inicio pasan corriendo casi a mi costado sin notar mi presencia, pero cuando están guardando las cosas en la maletera, el conductor les dice algo que hace que volteen a mirarme.

El de los brazos gigantes viene caminando hacía mi y se para detrás mío con los brazos cruzados. Su compañero también viene y se pone delante mío. 

- ¿Qué haces aquí parado? - me pregunta.

Creo que la respuesta es bastante obvia, pero estoy seguro que si respondo con sarcasmo, mañana amanezco descuartizado y en pedacitos flotando en el Río Rimac. Y todavía no me puedo morir. No sin saber que espera Thiago de mí.

- Estoy paseando a mi perro - respondo de forma inocente.

- Y, de casualidad, ¿no habrás visto o escuchado algo verdad? - me dice con un tono de voz asqueroso. Me recuerda al que usan en las películas los pederastas cuando están conociendo a su nueva victima.

- No, señor. No vi ni escuché nada - respondo.

Antes de terminar mi oración, el del gorro volteado comienza a pasear su dedo indice sobre mi brazo. Tuvo la intención de continuar el recorrido hasta mi rostro, pero me alejé. No llegué muy lejos porque me choqué con el de los brazos gigantes que seguía parado detrás mío.

- No temas. Solo quiero conversar contigo. Me preocupa que hayas escuchado o visto algo que no debías - me dice.

Sin responder, intento separarme de ellos y alejarme.

El de los brazos gigantes me detiene y me apresa entre sus brazos. Su compañero mueve la mano dándole una indicación al conductor y me arrastran hacia el carro. 

Mientras intentan meterme al taxi, aprovecho que el musculoso me está sujetando a la altura de la cintura para flexionar las rodillas, apoyar los pies en el asiento y empujarme hacia atrás. Esto bastó para hacerlo perder el equilibrio y lograr que me suelte. 

No se en qué momento apareció ni de donde salió, pero mientras yo me liberaba del musculoso, Thiago se le tiró encima al otro y le metió un puñetazo que hasta a mí me dolió tan solo de verlo. 

El conductor los ayuda a levantarse y, antes de que reaccionemos, nos rodean. Delante mío se para el de los brazotes y delante de Thiago, los otros dos. 

- ¿Tu papá te mandó? - le pregunta burlándose a Thiago.

Parece que el que tiene el gorro volteado es el líder.

- ¡No es mi papá! - responde furioso.

Una señora sale del edificio del costado a sacar la basura y se nos queda mirando.

- Váyanse antes que llamen a la policía - dice Thiago

- ¿Crees que les tenemos miedo? - responde el líder de forma presumida.

- ¿Quieres que hagamos la prueba? - responde el vanidoso de Thiago.

Definitivamente no le tiene miedo al peligro.

La señora saca su celular y parece que está marcando un número. Los señores se asustan, suben al carro, cierran las lunas y se van. 

Sin decir nada, Thiago se voltea y camina hacia nuestro edificio.

- ¡Oye! - le grito.

Thiago simplemente me mira, esperando que diga algo más. 

- ¿En serio no vas a decir nada? ¿No hay ninguna explicación? - pregunto molesto.

- Ayer te dije que no te convenía estar cerca de mí. A esto me refería precisamente - dice Thiago furioso.

Al terminar su oración, se voltea y sigue caminando.

Antes que termine de cerrarse la puerta del edificio, la detengo y le pregunto: - ¿Puedo entrar?

Thiago me mira extrañado.

- ¿Al edificio? - dice.

- No. A tú corazón - respondo.

No se que pretendo conseguir diciendo esto, pero es lo único que realmente necesito saber en este momento.

AMOR EN CUARENTENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora