VI

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Lamentablemente, como el curso natural de vida, mi rutina continuaba.

Nunca me gustaron los lunes (De verdad me pregunto si existe alguien al que sí), y en la facultad mi modo de pensar no había experimentado cambio alguno. Por mi buena suerte, el día más pesado, en el que terminaba saliendo casi a las 7 de la tarde, gracias a esas "ventanas" que duraban hasta dos horas.

"Terrible, atroz."

La ducha caliente no lograba despertarme. Cuando me vestía aún estaba medio dormido, así que me volví a lavar la cara, con agua fría, eso al menos me despegó los ojos.

Al bajar mi madre ya se había levantado, y había hecho funcionar la cafetera que se ganó en un bingo hace unos años. Hacía un ruido terrible que parecían rugidos de ogro al funcionar. Era un buen artefacto para asustar a alguien a las tres de la mañana.

-Buenos día, Jean- me saludó inspirándome actitud positiva.

-Buenos. –Respondí cortante antes de que me tropezara con la pata de una silla.

-¿Y ese ánimo?

Por supuesto, lo llaman instinto de madre, y no era en vano. Ella sabía leerme como un libro.

-Estoy cansado, es todo.

-¿Cansado? Estuviste durmiendo todo el fin de semana.

"Sobre todo por eso."

-Sin ganas, mamá. No creo que sea una sensación que desconozcas.

-Pues la verdad la última vez me sentí así fue hace 20 años, cuando llorabas a mitad de la noche porque tenías hambre.

A veces tengo la sensación de que mi carácter de mierda se lo saqué a mamá. Pero me regañaría si se lo planteara.

-Ahora también tengo hambre, si no me das de comer me pongo a llorar.

Mamá soltó una risa, y yo la seguí. Al menos eso aligeraba la mañana.

Ambos comimos tostadas con mermelada que ella misma había preparado. El golpe del café recién hecho y el azúcar me hicieron despedirme rápidamente y salir casi corriendo a tomar bus, ya que me retrasé por unos 5 minutos. Sé que no es mucho, pero mi profesor de la mañana solo soporta 1 minuto de retraso antes de comenzar su clase.

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A la hora del almuerzo nos juntamos todo el grupo en la mesa de una esquina de la cafetería. Algunos fueron a recoger comida que se ofrecía en el día de hoy, otros traían su propia "lunch" o se conformaban por unas simples comidas con falta de nutrientes, como Eren, que se saciaba con un paquete de galletas de chocolate y vainilla. Bastante buenas en mi opinión. Sasha y Connie se encargaban de traer una comida lo más completa posible, al igual que Armin y Mikasa, quien compartían una lasaña de verduras de un mismo tupper.

Mientras yo comía un unos improvisados fideos con salsa boloñesa, me preguntaba por qué no me topaba con Marco más seguido, o cómo no nos habíamos topado antes. Estudiábamos en el mismo lugar, mínimo nos deberíamos de cruzar en algún momento, como el almuerzo. Me lo imaginé comiéndose un sándwich de queso y miel. Aún no podía hallarle siquiera una apariencia deliciosa a eso.

-¿Jean? ¿Estás bien?

-¿Qué?

-Te pregunté si estás bien.- Armin estaba agitando su palma en frente de mis ojos, dejando su comida de lado por un momento.

-No estabas poniendo atención... y comenzaste a sonreír de la nada.- Agregó Connie.

-Me acordé del video de ese Chihuahua bailando samba.- Me excuse con lo primero que se me vino a la mente. Pero me conocían demasiado bien, y captaron la mentira en cada palabra.

La vie d' Jean.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora