Capitulo X

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Tras los desgarradores gritos de su Tía, Albert corrió escaleras arriba seguido por Candy. Los ojos de la joven rubia se abrieron ante la sorpresa de ver como Stair y Archie ingresaban a su habitación que era el lugar de donde provenían los gritos desgarradores de Emilia Elroy. Su sorpresa fue mayor al ver a la mujer tirada de rodillas llorando sobre las mantas bordadas que la señorita Pony le entregó la última vez que las visitó.

—Tia Elroy —Albert se agachó hasta donde se encontraba pero la mujer no alzaba el rostro —Tía Elroy por favor, dígame algo —su voz detonaba preocupación.

—William es ella, es ella —repetía la mujer una y otra vez.

—¿De que habla? —preguntó Albert confundido.

—La bebé, la bebé

—¿Que bebé?

—La bebé, tu pequeña hermana —Dijo la mujer entre sollozos sin levantar la mirada —está aquí entre nosotros, siempre estuvo cerca.

El cerebro de Albert lo transportó a sus años de infancia

—Pero eso es imposible, ella murió.

—No, ella ha estado en nuestra casa, en su casa como siempre debió ser, y yo... Elroy comenzó a llorar desgarradoramente —¡Ay Dios mío! —Yo la humillé todo este tiempo por el solo hecho de ser huérfana.

Albert abrió sus ojos desmesuradamente, giró el rostro y vio a Candy, quien se encontraba pálida ante las palabras de Emilia Elroy.

—Estas son las mantas que tu madre tejió con mucho cariño —Elroy las extendió —junto a esta pequeña muñeca de trapo —ante la incredulidad de su sobrino mayor, Emilia Elroy introdujo dos de sus dedos, sacó un medallón de su interior y se lo extendió a Albert.

—Es el medallón de mi madre.

—Priscilla lo introdujo dentro de esta pequeña muñeca, dijo que si se perdía y alguien la encontraba, al ver el medallón sabrían de quien era.

Albert abrió el pequeño dije. Sus ojos se humedecieron al ver la imagen sonriente de su madre junto a su padre y en el otro lado, Rosemary sonreía mientras lo sostenía a él cuando a penas tenia 4 años de edad.

—Candy —su voz que quebró —tu eres mi pequeña hermana, ahora entiendo porque te pareces tanto a Rosemary y ahora que me doy cuenta te pareces mucho a mi madre.. a nuestra madre  —se corrigió.

Elroy se acercó a Candy quien se había quedado estática, junto a Stair y a Archie quienes estaban sorprendidos con todo aquello.

—Perdóname Candice, perdona todo el daño que te hice, perdóname por favor perdóname —Emilia Elroy irrumpió en un llanto desgarrador.

A pesar de todo lo sucedido en el pasado, el buen corazón de Candy salió a flote, con su rostro bañado en lágrimas se agachó hasta donde Elroy se encontraba llorando desgarradoramente mientras le pedía perdón por sus acciones pasadas para con ella y en un sólo impulso y sin decir una sola palabra la estrechó en sus brazos. Permanecieron así por unos minutos, consolándose mutuamente. El resto de los miembros de la familia dejaron salir lágrimas silenciosas ante aquel conmovedor cuadro. Candy, una joven criada en una humilde casa hogar, les daba una gran lección de vida, poniendo en práctica las enseñanzas de las dos mujeres que la criaron y le enseñaron lo importante del perdón y el amor hacía los demás, cerrando así aquel doloroso capitulo, tomando del pasado solo las cosas buenas, como conocer de sus padres a travez de la Tia Elroy y de Albert; desechar las cosas desagradables, no recordarlas más, centrarse en el presente y planificar su futuro el cual sería prometedor junto a su amado rebelde.

Todo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora