Capitulo XI

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A la mañana siguiente, Terry en compañía de su padre, llegaron a la Mansión Ardley para ponerlos al tanto de lo sucedido la noche anterior.

A regañadientes, ambos jóvenes aceptaron que lo mejor para la seguridad de Candy, era que por el momento no se frecuentaran mientras el proceso legal en contra de la joven Robinson se llevaba a cabo.

—Y si me visto como Sebastian para estar mas tiempo contigo —propuso Candy.

Terry comenzó a reír al imaginarse tomado de la mano de ella vistiendo como un chico.

—Solo imagina los titulares de los tabloides. "Terrence Graham, ¿tiene costumbres raras?" —dijo de manera teatral.

Candy se unió a su risa.

—Bueno podemos no tomarnos de la mano mientras los demás nos vean —sonrió traviesamente —Sebastian Moore podría ser el asistente de Terrence Graham.

—¿Sabes lo que tendrías que hacer como mi asistente?

—Recibir los obsequios de las fans y evitar que se te acerquen —respondió ella.

Terry negó con la cabeza.

—Tendrías que ayudarme con mi vestuario, antes y después de cada presentación.

—Puedo hacerlo —se apresuró a decir Candy.

Terry se mordió los labios ocultando una traviesa sonrisa.

—¿Que difícil puede ser asegurarme que tengas ropa limpia y recoger la ropa sucia? —se encogió de hombros.

—Ser asistente implica mas que eso, Candy —sonrió de medio lado —debes ayudar a vestirme y a desvestirme.

Cuando las mejillas de Candy se encendieron, Terry estalló en carcajadas.

—Sé que mueres por verme completamente desnudo, pronto, no tienes porque apresurarte, pronto me tendrás solo para ti, completito —rió de manera traviesa —y podrás hacer de mi lo que desees.

—Eres un presuntuoso —respondió ella para luego agregar para sorpresa de Terry — no tengo ningún inconveniente con vestirte y desvestirte — no estaba dispuesta a dejarse amedrentar por Terry.

—¿Esta segura? — preguntó el con una pícara sonrisa.

—Claro —respondió ella —todo por ti recuerdas —sonrió traviesamente, su curiosidad se había activado. Como se vería su cuerpo desnudo —se sonrojó ante sus pensamientos.

—De acuerdo —respondió Terry —hablaré con Albert para que nos ayude aunque tendré que cambiar las responsabilidades de mi futuro asistente, ni te creas que permitiré que me veas desnudo, no por el momento —dijo de forma arrogante.

Siendo incapaz de negarle algo a su pequeña hermana, Albert apoyó la propuesta de ambos chicos, pero la señora Elroy se opuso. Acababa de encontrar a su pequeña sobrina y por ningún motivo iba a exponerla, aquella muchacha demente podía atentar contra su vida y ella no quería que nada malo le pasara, pero al ver los ojos tristes de Candy se retractó y permitió aquella locura, rogando al cielo la protegiera.

—Tía Elroy —Albert se dirigió a ella en cuanto los Grantchester se marcharon y ambos quedaron solos —creo que está de mas pedirle que elimine al alcalde de la lista de invitados.

—Completamente —respondió la mujer.

—Tia hay algo mas que debe saber.

—¿Que sucede William? —preguntó ella con rapidez al escucharlo resoplar.

—He hablado con George y es necesaria mi presencia en Chicago por uno o dos días.

—¿Hay algún problema en las empresas.

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