Epílogo

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—Conste, yo me quería portar bien, pero ustedes no me lo permitieron 😂😂😂

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La noche tan esperada por Terry y la mas temida por Candy llegó.

La charla con la Tia abuela no le había ayudado en nada, sino todo lo contrario la había dejado peor que al principio.

La remilgada mujer le había dicho que el acto sexual entre una pareja era parte de las responsabilidades maritales de las mujeres y que era el momento mas vergonzoso para toda mujer. Eleonor en cambio, luego de entregarle su regalo de bodas, le dijo que la noche de bodas era el momento más especial para una mujer casada, siempre y cuando el amor estuviera de por medio. Algo con lo que Candy estaba de acuerdo. Pero a pesar de ello, Candy estaba aterrada. Había escuchado que la primera vez era dolorosa y que nada de lo que la contra parte hiciera, podría evitar que lo fuera.

Con ella en brazos para no romper aquella costumbre, Terry ingresó a la casa del bosque y siguió el camino de pétalos de rosas esparcidos en el suelo hasta llegar a la habitación que había sido preparada para ellos.

Con los nervios a flor de piel, Candy ingresó al cuarto de baño para cambiarse por algo mas cómodo. Abrió los ojos ampliamente tras abrir el regalo que su ahora suegra le entregó y le dijo que lo usara cuando Terry y ella estuvieran en la habitación de la casa del bosque que había sido preparada para ellos.

¿Que era aquello? —se preguntó mientras lo observaba detenidamente —era una especie de corset pero tenía broches en la parte de abajo. Tenia además adherido unos ligueros.

—¿Todo bien Candy o necesitas de mi ayuda? —preguntó un impaciente Terry por su tardanza —llevaba mas de quince minutos dentro del cuarto de baño y no daba muestras de querer salir de aquel lugar.

—Si, si —respondió ella sonrojada completamente mientras contemplaba su reflejo en el espejo —tomó una bocanada de aire y se infundió valor —vamos Candy, se trata de Terry y no de cualquiera —se animó —no tienes razón para sentir vergüenza, él es tu esposo ahora... Por Dios! Tenía miles de razones para sentirse avergonzada, estaba literalmente desnuda, con aquella diminuta prenda que apenas le cubría su tesorito mas oculto. —Aush! —se quejó de repente —la parte de atrás de aquella pequeñez, se le había metido entre sus nalgas. —No, no podré hacerlo —dijo removiéndolo —es demasiado pequeño.

Estaba por quitárselo cuando la puerta del cuarto de baño se abrió.

Los ojos de Terry la recorrieron de pies a cabeza. ¡Por Dios! —Ni Diana la diosa Griega poseía tanta belleza y sensualidad.

Candy cruzó las piernas y con sus pequeñas manos trató de cubrirse.

Terry sonrió, pues para lograr aquello, necesitaba mas que dos manos.

—¿Que haces Candy? —Le preguntó él entre divertido y excitado al ver como ella luchaba por cubrir su blanca piel expuesta.

—Creo que tu madre se ha equivocado de talla y me ha comprado esto tan pequeño que apenas y me cubre —dijo la rubia con sus mejillas enrojecidas completamente cual granada.

Terry aguantó las ganas de reír, pues en realidad fue él con la ayuda de Karen quien compró aquel modelito y le pidió de favor a su madre que se lo entregara como regalo de bodas, le dio además instrucciones precisas para que ella lo usara esa noche.

—Te queda hermoso —le dijo él tomando sus manos con suavidad.

Escuchar que era de su agrado, provocó que Candy recuperara la confianza en si misma que había perdido segundos atrás.

Todo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora