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EL EXTRAÑO SUJETO TE MIRABA FIJAMENTE AUNQUE NO LO NOTARAS por la máscara que lo cubría. Habían llegado a su hogar, y durante todo el camino habías permanecido callado, aun cuando te propuso ir con el solo aceptaste con un leve movimiento en tu cabeza como si aceptar ir con alguien quien no conocías era lo más normal del mundo.
Pero la verdad era que después de haber visitado la tumba de tu madre y ver aquel lugar que había sido tu hogar desde que tenias memoria hecha trizas, nada tenía ningún sentido para ti.
- ¿Cómo te llamas? - alzaste la mirada de la taza te que te había servido, fijándola ahora en el - si no lo quieres decir esta-
- ____ - interrumpiste sus palabras dándole la respuesta que quería - ____ Hayashi.
- Lo sé - no escuchaste esas palabras solo dispusiste a tomar tú te nuevamente - yo soy Sakonji Urokodaki.
- ¿Urokodaki? - te sonaba aquel apellido, pero recordar ahora era lo menos que podías en este momento - Muchas gracias Urokodaki-san por recibirme en su hogar.
El hombre mostro una suave sonrisa aunque no pudieras verla, le hiciste recordar a aquella joven que en un momento había llegado a su cuidado y lamentablemente vio perecer pidiéndole como un ultimo deseo cuidar a su pequeña hija a quien justamente tenía al frente. Te dio un vistazo más, ahora chocando con tu mirada la cual lo hacía viajar el pasado, pues era la misma mirada del joven que alguna vez su alumna le había presentado como su mejor amigo.
Sin duda podía decir que aquel joven cazador había significado más en la vida de aquella joven que vio crecer desde muy pequeña, y aquella mirada de distintas tonalidades lo confirmaba.
- Tus ojos son muy bonitos - te tomo un poco de sorpresa lo que había dicho pues muchos quienes habían observado aquella parte de ti, solían llamarte rara y alejarse de ti.
- Mi madre decía que eran demasiado extraños, pero extravagantes.
Soltaste una pequeña risa al recordar cuando había dicho aquello. Era en una época de verano ambas habían bajado al pueblo por algunas provisiones. Te habías alejado un poco de ella al ver a unos niños jugar, cuando te acercaste a preguntar amablemente si podías jugar, ellos se alejaron llamándote rarita en forma burlona debido a la condición de tus ojos.
- No les hagas caso - tu madre se había acercado a ti agachándose a tu altura, limpiando las pequeñas lagrimas que habías derramado - ellos solo son un par de envidiosos como muchos por que tu posees unos ojos muy hermosos. Una extraña, pero extravagante mirada.
