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HAN PASADO DOS AÑOS, desde que pasaste la prueba de selección final, una semana luchando por sobrevivir en un lugar donde habitaban varios demonios que querían devorarte sí que era una completa locura, y algo difícil de creer de que hayas superado ese tormento.
— ¡Por fin! – exclamaste, soltando un suspiro de alivio al llegar a uno de los lugares de descanso de los cazadores.
Habías logrado terminar una misión, a veces solían ser demasiado duras, pero siempre te relajabas tomando una buena taza humeante de té con un delicioso olor que sentías llevaba al cielo.
— ¡____! – el grito de tu compañero emplumado, Kaito, había arruinado todo ese momento de relajo, y antes de que te acercaras con pasos amenazante hacia él, volvió a hablar – ¡TIENES UNA NUEVA MISION!
Al escuchar lo último cambiaste tu kimono por tu ropa de cazadora y seguiste a Kaito hasta llegar al nuevo destino de tu siguiente misión. En el informe completo que te había dado el cuervo durante el viaje, había dicho que varias personas desaparecían sin dejar rastro, algo que comúnmente escuchabas en los lugares en donde los demonios cometían sus crímenes.
Llegaste al lugar cuando ya el sol había bajado completamente dando paso a la gran luna que te acompañaba en los caminos en donde buscabas alguna pista en donde aquel monstruo podría estar. De repente escuchas un grito no tan a lo lejos vas directamente en lo que te guía el sonido encontrando lo que buscabas.
Ahí estaba el demonio apunto de devorar a un chico, desenvainaste tu katana y antes de que pudiera darse cuenta de tu presencia lo atacaste con una de las posturas de la respiración del agua, liberando así al joven de sus garras.
— ¡Vete ya! – gritaste al chico cuando viste como el demonio rápidamente se reincorporaba.
— Cazadores, siempre tan fastidiosos y metiéndose en donde no los llaman – te miro fijamente con un semblante que denotaba su molestia – Acaso, ¿Querías tomar su lugar?
— ¿Acaso, ustedes nunca dejan de hablar? – lo contratacaste haciendo que soltara una gran sonrisa.
— Si que eres interesante, talvez podríamos hacer un trato ya que me agradaste.
— No voy hacer un trato contigo.
— ¿segura? Convertirte en demonio te otorgaría una vida eterna y claramente incrementaría más la fuerza que tú ya posees.
— No necesito de tus halagos – hablaste firmemente – Mi respuesta seguirá siendo no.
Tus ojos cambiaron de color de repente siendo notado por alguien más que estaba oculto entre las sombras.
