cortos ; ❝rusmex❞

diez

AU: Segunda Guerra Mundial.

Estaba sucediendo lo que no creía que suceda, le habían atacado.

Los habitantes de México reclamaban justicia por el petroleo derramado y el barco, ahora hundido.

México, como representante joven, no sabía exactamente qué hacer, pero estaba seguro de que no dejaría que le volvieran a atacar, entonces tomó un viaje a la Unión de República Socialista Soviética, o mejor conocido como URSS.

Ahí se encontraba, frente a una potencia mundial, tan imponente y tan alto. Seguramente si se paraba junto a él se vería ridículamente pequeño y débil, como una pulga.

—¿No eres muy joven? —preguntó URSS, un tanto extrañado por la presencia del tricolor.

—Si, si lo soy. Vine para informarle que quiero ser uno de sus aliados en la guerra —dijo con seguridad falsa, por dentro se estaba muriendo de nervios, hasta pudo sentir escalofríos.

La puerta se abrió ligeramente, sin embargo fue lo suficientemente ruidosa para que el latino presente voltease. Se encontró con un pequeño, tal vez de 6 años, o incluso menos.

Con la duda de si saludar al niño o no, decidió no hacerlo, pues tenía que quedar lo más firme y serio que se pueda enfrente de una potencia. Una desventaja que ya había encontrado era su edad. Si, si era muy joven para estar en una guerra. Y tal vez URSS pensó "tremendo chamaco escuincle" o algo parecido en ruso.

Todo lo contrario, URSS había pensado "mientras más aliados, mejor". Así que luego de reflexionarlo un poco, acepto la alianza.

—Acepto tu alianza, ah..? —dijo URSS con un pequeño acento de pregunta al final.

"¿Me esta pidiendo mi nombre?"

—México —respondió, por si acaso.

—México, nos declaro aliados en la segunda guerra mundial —estrecharon sus manos, ambos con una sonrisa dibujada.

—Papá... —llamó el niño que hace rato veía por la puerta la escena, ahora solo se acercaba al rojito con un símbolo de hoz y martillo.

—¡Rusia, pequeño! Te voy a presentar a alguien.

—Pero ya lo conozco, es Italia, hola —dijo con inocencia.

Ambos "adultos" empezaron a reír ante tal comentario, la ingenuidad de un niño siempre es adorable.

—Soy México, Italia tiene los colores más claritos, y adivina qué, yo tengo una águila chingona —señaló el espacio entre ojo y ojo, resaltando su escudo.

—Esta bonita el águila —Rusia se acerco un poco más a la cara del de escudo para poder verlo bien, incluso puso sus pequeñas manos sobre los cachetes del contrario, poniendo nervioso a México.

(...)

—¿Entonces? ¿Cómo vamos a empezar a trabajar jefe? —preguntó México a URSS.

—Necesitamos ayuda en combate aéreo, ¿tienes algún escuadrón o un equipo de aviadores?

—Fíjese que tengo un escuadrón que, uff, esta chingón, chido, mamadísimo...? Es un buen escuadrón, a eso me refiero —notó la confusión en la cara del más alto al decir palabras exclusivas de su país.

—Excelente, haz que vengan acá y los podemos entrenar para el combate —afirmó.

(...)

—Papá, ¿podrías contarme más sobre México? —cuestionó cuando su papá le estaba dando su "beso de buenas noches". Le había dado curiosidad.