veintidos

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Rusia soltó un bostezo largo justo después de levantarse de la cómoda cama, estiró sus brazos, llevándolos hacia arriba como si fuera a tocar el techo al mismo tiempo que sus piernas se extendían lo más que le permitían.

Un pequeño e inusual crujido en su espalda le llamó la atención, dándose cuenta que le dolía lo suficiente para ser un estorbo en su día. —Probablemente dormí mal— pensó para evitar el dolor.

Dio un vistazo rápido a la habitación para buscar a su pequeño novio, sin embargo este no apareció.

Con un poco de pereza tomó su ushanka, debatiendo mentalmente si ponersela o no. Decidió no hacerlo, últimamente le estaba dando mucho calor tenerla en su cabeza, así que la dejó donde estaba.

Se dirigió a la cocina con suavidad, esperando que el mexicano se encontrase allí.

—доброе утро* —saludó al verlo haciendo tortillas a mano.

—Buenos días, bebote —dejó su labor a un lado y corrió a darle un beso de buenos días en la mejilla —, ¿como dormiste?

—No sé, me duele la espalda, ¿qué hiciste de desa-

—¿¡Te duele la espalda!? —le interrumpió —ay mijo, te voy a hacer masaje, ve, acuéstate.

Rusia obedeció y se tumbó boca abajo en el mueble más grande de la sala. México lavó sus manos, removiendo la masa sobrante, y acto seguido se secó. Apresurado fue a dónde estaba su novio y se sentó sobre su espalda baja.

—Si te duele me dices —comentó, llevando sus manos a la (desnuda) espalda de Rusia, causándole risillas al mencionado.

Lo primero que hizo fue amasar por completo su dorso, como preparándolo, posteriormente masajeó el espacio entre el cuello y los hombros —el trapecio—, el euroasiático soltó un gemido sonoro, ocasionando que México carcajee.

Siguió con su trabajo, presionando en ambos infraespinosos.

—A-ahí —le informó entre gemidos y titubeos, a pesar de ya haber tenido intimidad, todavía se sentía vulnerable.

El latino mantuvo sus masajes cerca de esa zona, el único sonido "ambiental" que había eran los jadeos y los gemidos intentando salir de la garganta del ruso. México tragó saliva, nunca había sido tan difícil mantener la calma. Rusia pensaba en cómo ya no le causaba cosquillas, más bien le era un poco placentero sentir las pequeñas manitas de su novio en su espalda.

El norteamericano al sentir incomodidad en su parte baja, se acomodó de nuevo encima del otro. —Que joto soy —murmuró para sí —, ¿te sigue doliendo? —preguntó en voz alta, deteniendo sus manos.

El ruso lo pensó bien, no, ya no le dolía, pero quería seguir.

—No, no. Pero quiero más.

México no entendió por un momento —¿Más? ¿más qué?

—Говно* —el latino se removió un poco para facilitar que Rusia se voltee. El euroasiático notó confundido a su pareja, iba a guiarlo, así que despegó su torso del sofá en un movimiento rápido y juntó los labios con los ajenos.

Era un baile de lenguas explorando la intrusa que se atrevió a meterse en su ambiente húmedo y cálido. México descansó sus manos en los hombros todavía descubiertos de Rusia, mientras que este las pasaba por las mejillas del otro, como una suave caricia.

De a poco la temperatura empezó a subir cuando el más alto puso una mano por detrás del cuello del latino, acercándolo aún más para profundizar el beso.

México bajó sus manos, pasando por el pecho ajeno hasta el abdomen y un poco más abajo, pudo sentir la sonrisa de Rusia al hacerlo, provocando que él también sonriera.

Empezó a acariciar la erección del ruso por encima de la ropa, de esta forma cambiando los roles, siendo México ahora el que llevaba las riendas.

Con respecto a Rusia, él no quería quedarse atrás, insistiendo en ser el comandante, así que le dio un empujón leve en el pecho de México, esto con el fin de acostarlo en el sofá. El de emblema accedió, abriendo un poco sus piernas como forma de invitación.

Se coló por ahí y dio inicio a la ronda de besos en su cuello, bajando lentamente, con la única motivación de oír gemir a su novio.

Cuando el mexicano dejó salir su primer sonido lascivo tapó su rostro con las manos, encogiéndose un poco. Rusia ya lo tenía previsto, conocía bien a su люблю*, paró los besos y con sus manos fue destapando de forma lenta la cara de México, observando sus ojos.

—Me gusta oírte —susurró con la intención de calmarlo.

México rió nervioso, no quería arruinar el momento, sin embargo era algo que le sucedía sin querer, como un reflejo.

En su momento de silencio se logró escuchar el rugido del estómago de Rusia.

El del águila se carcajeó sonora y fuertemente —Asu madre, no mames JAJA. No hemos desayunado.

—Chingada madre —replicó el ruso.

Dado que ambos estaban hambrientos, México volvió a la cocina a terminar sus tortillas, dejando al otro con un gran problema que él mismo podía resolver.

꒱࿐♡ ˚.*ೃ

ayy, quiero agradecer la atención que está teniendo este fanfic :') los amOO AAA~!!

algún día les escribiré lemon, es que todavía me cuesta :( pero me gusta escribir fluff :D

доброе утро*: Buenos días
Говно*: Mierda xd
люблю*: Amor<33

cortos ; ❝rusmex❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora