3

453 20 39
                                    

Al tercer mes, Joel les invitó a un viaje para ir al Super Boul, y claro que por supuesto que no se lo iban a perder.

Al llegar al aeropuerto con ellos, el rizado les aclaró que sólo sería una semana fuera de casa, porque no iba a hacer que perdieran su cita médica, porque así se podría considerar como mal primo.

De alguna manera, lograron entender a qué se debía la forma en que Richard siempre lo miraba, porque ahora que sabían que estaba enamorado del rizado, sus miradas encajaban muy bien con la situación, pero antes, siempre era confuso.

Y es que el moreno ahora, aunque no solía decir palabras cursis, su sinceridad con el chico era genial, porque no se callaba lo que sentía cuando hacía ciertas cosas, cuando le enorgullecía por cualquier cosa, o simplemente cuando lo encontraba de alguna manera, más lindo que de costumbre. O raro, pero tierno.

Por ejemplo, la primera noche que llegaron al hotel –uno de ellos– del lugar, Joel invitó a los chicos a ver una película en su habitación, y Richard salió a comprar dulces y botanas para el antojo. Y no, no era por el de Erick, sino por el propio.

El rizado se había colocado una mascarilla facial y se había puesto una malla para el cabello y que sus rizos no se enredaran.

Sinceramente no tenía la mejor imagen del mundo, pero los chicos no decían nada. Les parecía gracioso y en parte normal, que hiciera esa clase de cosas, porque ya ambos lo habían visto así varias veces.

Y sí, también Richard, pero no se acostumbraba. Por lo que, cuando tocó la puerta, Joel abrió y sucedió algo que hizo el ambiente muy divertido.

—¡Ahh! —gritó al verlo, llevándose una mano al pecho por el susto, y el rizado lo miró ofendido— Ay Joel, eres tú... —comentó, comenzando a reír con fuerza— es que... pareces... pareces un aguacate con granos —terminó de decir, tomándose el estómago, porque le dolía de reír tan fuerte.

—No seas grosero —se quejó, haciendo puchero—. A veces hasta me caes mal, los aguacates no tienen granos.

—Pero tú sí —rió, y los chicos rieron también, entonces Joel comenzó a hacer una rabieta, soltando chillidos y golpeando el piso con sus pantuflas raras de aguacate—. Oh, pero mira... —tocó sus pestañas, que parecían más rizadas y luego miró sus labios, que estaban más colorados que de costumbre—, ¿qué hiciste acá?

El rizado suspiró, encogiéndose de hombros y sonrió.

—Secretos de la belleza.

—Bueno, me gusta —admitió, tirando sin cuidado de la malla sobre sus rizos, para acercarlo a él y besarle, sin importarle sus quejas por descomponer su tratamiento de belleza—. Hasta siento que sabes más rico.

Las mejillas del chico se pusieron coloradas, y lo supo porque su rostro se sintió caliente de pronto.

Por suerte, gracias a la mascarilla no se notó y, fingiendo molestia, se acomodó los rizos de nuevo.

—Eres un salvaje —espetó caminando a la cama, pero las manos del moreno lo regresaron—. Ay, suéltameee...

—Tú eres un aguacate pestañudo muy bonito —halagó, dejando un montón de besos por su rostro, dándose cuenta que la cosa aún no se había secado.

Y Joel soltó risitas tiernas, haciéndole sonreír también.

—Richard, mi mascarilla —se quejó divertido.

—Lo siento amor, no sabía que estaba así.

—Esta bien.

El moreno lo dejó subir a la cama mientras iba por un platito para poner sus dulces y cuando volvió, se sentó entre sus piernas y se recargó sobre su pecho, dejando el platito en el medio para que todos pudieran agarrar.

Aprendí a amarte || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora