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Realmente ahora sí podía ver un poco mejor la imagen sobre la pantalla e inevitablemente esbozaba sonrisas a ratos, admirando lo pequeñito que era su retoño.

Aunque aún necesitaba que el doctor le confirmaba lo que estaba sospechando, porque era bruto y no estaba seguro del todo en que realmente estuviese bien con sus especulaciones.

Su pequeño noviesito parecía también muy concentrado en la imagen y bastante sonriente, pero ¿cómo no emocionarse, si el protagonista de aquella bella película de movimientos era su bebé?

El hombre de la bata, bastante feliz comenzó a explicarles varias cosas del bebé, y poco a poco fueron entendiendo.

—Su naricita —sañaló, y luego siguió con cada partecita de su cuerpo.

—¿Por qué el cordón umbilical se ve así? —preguntó Christopher un tanto confundido, señalando una parte y su novio le golpeó levemente el brazo, soltando una risita al momento— ¿Qué?

El doctor también sonreía divertido.

—Eso no es el cordón umbilical —rió el hombre—. Christopher, felicidades, lo has descubierto por tí mismo.

—¿El qué? —preguntó frunciendo el ceño.

El ojiverde se abrazó a su torso con emoción, y entre eso y la bobería del mayor no podía dejar de reír.

Era el momento más feliz que tenían hasta entonces, y ya no imaginaba cuan volátil se sentiría cuando su bebé naciera y vieran por primera vez su carita.

—Es niño, mi amor —comentó mordiéndose el labio y, Christopher, que lo miraba desde arriba lo captó a los segundos, abriendo su boca en una "o"—. Eso no es el cordón.

—¡Ay que bruto! —rió, abrazando por los hombros al ojiverde y palmeando su frente con la mano libre— Es que yo estaba casi seguro que era niña, y por eso creí que era...

Sí, Christopher deseaba una niña con todas sus fuerzas, pero ya estaba.

Sería un pequeño y sería algo hermoso también.

Claramente él no sería como sus padres, y no por ser niño le obligaría a usar cosas que no quería, porque ya sabía cuantos daños quedaban al pasar el tiempo.

Sólo era cosa de ética.

Al salir del consultorio, festejar fue lo primero que ambos pensaron y, sabiendo que ninguno podía de otra manera, corrieron a una repostería a comprar algún pastel que les gustase y jugo de arándano y moras para brindar.

—¿Crees que nuestro hijo será un rompe madres? —preguntó Erick de pronto, mientras iban en el auto camino al departamento.

El castaño rió al escucharlo y negó, esperando hasta el semáforo para girarse a verlo.

—¿Rompe madres? —preguntó confundido y el chico asintió, mirándolo también.

Dando saltitos de emoción sobre su asiento lo miró, sonriendo ampliamente.

—Es que eres muy guapo.

—Tú también —respondió divertido y enternecido a la vez, así que arrastró las yemas de sus dedos por las mejillas del menos, para proporcionarle un par de caricias—, pero ¿eso qué tiene que ver?

El chico le miró con obviedad, aunque era muy difícil entender lo que intentaba decir, así que terminó por bufar y, con cierto orgullo dijo:

—Que él también será muy guapo, y cuando las niñas y niños lo vean, no van a querer a nadie más —suspiró—. ¿Crees que sea así? ¿Que no haya alguien más bello que él?

Aprendí a amarte || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora