Todos tienen un corazón.

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En el castillo de Lyon parecía que se había desatado una batalla campal en los aposentos del rey.

-No debiste dejarla ir, debiste llamar a la guerra si era necesario-. Recriminaba una afligida Isabel.

-No puedo hacer eso, ella no lo quería así, no quería muertes Isabel debes entender-. Decía Leonel mientras trataba de calmar a su enfurecida esposa.

-Tiene 24 años, no piensa con claridad es una niña, mi niña, es mi hija- gritó enfurecida la reina al borde del llanto.

-¡También es mi hija Isabel!, confía en ella se que estará bien yo te lo prometo-.

En ese momento Scarlett entró a la habitación sin anunciarse. -Señor, el consejo lo está esperando, si me lo permite lo acompañaré personalmente, Belzeh se quedará con usted mi señora-. Se dirigió a la reina Isabel que ya había tomado asiento en el borde de la cama.

El rey salió en compañía de Scarlett directo a la sala de consejo, mientras caminaban la hechicera rompió el el silencio.

-Mi señor... Belzeh tiene la orden de dormir a la Señora Isabel, aminorará su sufrimiento pero solo por un momento-.

-Scarlett tienes mi plena confianza, confío en tus acciones-. Se detuvo en el pasillo frente a la habitación para calmar un poco los nervios y entró.

En la habitación había una larga mesa donde miembros de las razas yacían sentados esperando al rey y su hechicera de confianza, Leonel tomó asiento junto a Kalir el guardián protector del las 5 regiones terrenales, la reunión se extendió por algunas horas ahí dentro nadie podía llegar a una solución para traer a la joven princesa de vuelta a casa.

*Mientras tanto en algún lugar del tercer infierno.*

-Annelise, por favor sígueme te guiaré a la que será tu habitación aquí en mi palacio, pero por favor no te sientas como prisionera, tienes la libertad de recorrer el lugar solo te pediré que si es de tu deseo ir hacia algún otro de los infiernos me lo hagas saber, enviare a un sirviente contigo.- decía un Adriel ya mas calmado y cómodo con la situación.
Por su parte Annelise caminaba detrás de él sin decir una sola palabara, llegaron a una gran puerta de madera con un hermoso tallado en ella, al entrar una hermosa habitación con una cama enorme al centro y muebles de madera se dejaba ver pulcra y ordenada, era armoniosa y la luz entraba en ella haciéndola el lugar más acogedor de todo el palacio.

-¿E...esta es mi habitación?, es hermosa Adriel-. Dijo Annelise mientras entraba en ella.

-Claro que si, mis sirvientes la acomodaron para ti espero que haga tu estancia a mi lado más llevadera, tienes libros en aquel estante realmente no se que hacen los de tu raza para entretenerse-. Decía Adriel mientras trataba de esconder el nerviosismo en su voz, ignoraba que ella supiera su nombre y en su voz sonaba tan dulce,  que ella lo llamara por su nombre lo tomo con la guardia baja.

-Muchas gracias Adriel-. La joven tomó la cara de diablo y dio un tierno beso en su mejilla. -¿Podria tomar un baño? Y no se si tengas algo de ropa de mujer.- dijo ella un poco apenada.

-Claro que si, ordenare que te preparen el baño, ¡Belfegor!-. Llamo el joven diablo y un demonio bajo y gordo entro corriendo a la habitación.

-Mi señor, ¿me llamaba?-.

-Por favor prepara el baño de la señorita Annelise-. Acto seguido con un chasquido de sus dedos apareció sobre la cama hermosos vestidos para ella.

-Tengo que atender unos asuntos, volvere para cenar-. Dijo el joven y salió de la habitación.

Mientras Adriel caminaba dando órdenes a los demonios para cumplir con sus obligaciones Acatriel Cuarto príncipe del infierno y portador del pecado de la Ira interrogó a su hermano.

-Conseguiste lo que querías Adriel, ¿ahora que harás con ella?-.

-Eso es algo que no te importa-. Respondió molesto el joven, realmente no había pensado más allá de llevarla con el.

-Tal vez a mi no pero, qué tal Shantte, seguramente estará interesada en saber que ya no será la esposa del gran Adriel-. dijo el diablo con saña en sus palabras.

-Ya me encargaré de eso... ahora te pediré que no me moleste, tengo cosas realmente importantes que atender-.

-Solo digo hermano, si no puedes con tu princesa, será un placer tenerla en mi reino, se que ella lo disfrutará igual-. Dijo Acatriel mientras sonreía.

En un segundo El diablo portador de la soberbia tomó del cuello a su hermano y lo estampó contra la pared.

-Si te atreves a tocarla, te mato Acatriel ten eso muy en cuenta-.

Acatriel no dejaba de sonreír, -Tranquilo hermano, no seré yo quien te ocasione problemas-. Dijo con dificultad mientras el Adriel lo soltaba lentamente.

La tarde en el infierno paso rapidamente, dando tiempo a Annelise de recorrer una parte del castillo,  los jardines, los salones eran hermosos, los acabados góticos eran el toque perfecto para el hogar del príncipe de la soberbia.
La chica caminaba por un largo pasillo y se topó con una puerta de madera con tallados  en forma de rosa y acabados de oro, era la puerta de los aposentos del Joven Adriel, ella curiosa llevó una mano a una rosa y Justo en ese momento el la sorprendió por detrás.

-Hola, ¿te gustan? Yo mismo las hice, son especiales pues es la puerta de mi habitación-. Dijo sonriente el diablo.

Annelise salto del susto, realmente no esperaba que llegara tan inesperadamente. - Adriel, lo siento mucho no quise ser indiscreta, no sabía que era tu habitación-. Dijo ella apenada.

Adriel sonrió, para el cada momento a su lado era nuevo, y cada acción de ella le parecía encantadora -No te disculpes, yo te dije que podías ir a todas partes aquí ven acompáñame tengo algo que mostrarte-. Dijo mientras tomaba la mano de la chica, entraron a la habitación y la llevó a un ventanal que daba a un balcón cara al jardín principal del palacio.

-Esta es la mejor vista del palacio-. Dijo el guiando a la chica, el jardín principal estaba lleno de rosas Rojas y una fuente que tiraba agua tornasol.

-Es hermoso Adriel, me encanta podría estar viendo esto por siempre-. Dijo ella sonriendo sin darse cuenta que aún sostenía la mano del joven demonio.
El corazón de Adriel estaba acelerado, no lograba entender como aquella criatura de grandes ojos verdes lograba robarle la calma y a la vez darle una sensación de paz.
En un acto de valor tomó delicadamente la cara de la chica y plantó un tierno beso que la tomó por sorpresa.

Las mejillas de la chica se tornaron de un color rosa mientras observaba a Adriel con sus grandes ojos verdes, ella no lo entendía pero había robado el corazón de uno de los seres más desalmados del infierno.

Continuará.

"La maldición de la hija del sol" *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora