Yo Nunca Nunca

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Era un domingo por la tarde, de aquellos perezosos y aburridos, uno de esos días donde no importaba que la alarma del crimen pudiese saltar en cualquier momento, o que aún hubiesen platos por lavar en el fregadero, ya que en aquel día lo único que apetecía era estar tumbados en el sofá en compañía de la familia, viendo una película o compartiendo algunas carcajadas, o incluso hacer algo sin nada de provecho.

El ambiente que se respiraba en la Torre, por primera vez en mucho tiempo, era de paz y tranquilidad, y a pesar de encontrarse todos bastante aburridos era obvio que preferían disfrutar de aquel aburrimiento en compañía, antes que hacer cualquier cosa productiva.

Tanto adultos como adolescentes se encontraban esparcidos por los diferentes sofás e incluso por el suelo, como era el caso de Jason y Conner, quiénes yacían tirados en el suelo, observando el día pasar.

— Me estoy muriendo del aburrimiento.—suspiró Jason de manera exagerada mientras estiraba los brazos.

— Podrías limpiar el baño, lo has dejado hecho un asco esta mañana.—replicó Rachel sin levantar la mirada del libro que estaba leyendo.

— Y Gar podría meterte la lengua hasta la traquea para que así te callaras la boca.—fue su respuesta mientras se reía ante su propio chiste, nadie salvo Conner lo hizo y bueno, Conner rió porque todo le hacía gracia.

A pesar del sonrojo ante el comentario de Jason, Rachel estiró la pierna para propinarle con su pie descalzo una patada en la quijada, cosa que provoco un quejido por parte del mayor. No se sintió culpable, se lo merecía por siempre tener que hacer el mismo tipo de bromas, bromas que giraban entorno a ella y a Gar, como si su relación de amigos, en la que obviamente se sentían atraídos el uno hacía el otro pero en la que ninguno de los dos se atrevía a confesarse, ya no fuese lo suficiente frustrante para ella, ya se encargaba Jason de remarcarlo a todas horas, en público y en privado disfrutando de torturarles. Ante ese pensamiento, se frustró más así que optó por darle otro golpe en la cara con el talón.

— ¡Cómo puedes ser tan bruta!—exclamó el castaño.

La respuesta de Rachel fue sacarle la lengua de manera burlesca, así que Jason alzó las piernas y las estiró hacía el sofá intentando darle con los pies en la cara a la chica mientras que ella intentaba pararlos con el libro que tenía entre sus manos, en su rostro había una expresión de disgusto. Al ver que no podía contra las piernas de Jason, Rachel optó por deslizarse hacía el lado donde se encontraba Gar, acercando su cuerpo al de él para después dejar caer las piernas de Jason con una triunfante sonrisa en sus labios.

— Cada día me sorprende más tu madurez Jay.—replicó Gar con una sonrisa burlesca, en el fondo agradeciéndole a Jason su inmadura actitud, ya que era en parte gracias a él qué podía tener a Rachel tan cerca en ese momento.

Jason se los quedó observando durante unos segundos, Gar se encontraba sentado en la esquina del sofá con uno de los brazos extendidos sobre la parte superior, mientras que Rachel se encontraba de espaldas a él con las piernas cruzadas como un indio y la espalda completamente apoyada sobre el cuerpo de Gar. No pudo evitar pensar que aquello era demasiado fácil, dibujó una sonrisa traviesa en sus labios mientras los miraba.

— Comportaos—suspiró Dick, quién los observaba sentado en el otro sofá, antes de que Jason pudiese abrir la boca.

— Y ahora que por fin parecía que iba a pasar algo interesante.—se quejó Hank en un suspiro agotado, causando que Dick pusiera los ojos en blanco.

— Podríamos jugar a algo—dijo Rose de repente mientras se incorporaba de su extraña postura en el sofá, ya que se encontraba tumbada en él con la cabeza colgando hacía el suelo.—en plan día familiar.

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