LA FLOR EN EL HIELO (MDZS) (The Untamed) SongXiao

Carne y Sangre

Xue XingChen se crió sin padre, pero con una hermana y madre y tíos que siempre cuidaron de él con devoción y cariño, sus ojos castaños aunque brillantes eran totalmente ciegos.

Desde que tuvo uso de razón, a veces escuchaba pasos silenciosos que lo seguían, unos pasos que le parecían ya familiares, sabía que cuando aquella silenciosa figura se marchara encontraría para él un regalo que buscaba a tiendas a su alrededor.

Aprendió rápidamente el sendero hacía el bosque que lo ayudaba a encontrarlo. El hogar de su amigo estaba rodeado de un jardín aromático, había visto crecer con él arboles de cerezo, ciruela, mandarina, melocotón, manzanos, arboles de lluvia, otros no sabía sus nombres, solo sabía que se llenaban de flores, cada uno en su tiempo.

Siempre podía sentarse bajo alguno en medio de una lluvia de pétalos y flores. Las flores y las hojas caían silenciosamente, se enredaban en su cabello, o las buscaba a tientas sobre el suelo, separándolas por tipos y tamaños. Cuando no había flores, había frutas y semillas, unas dulces, otras amargas y otras que eran arrancadas de sus manos con prisa antes de que tocaran sus labios curiosos.

Pasaba sus días ayudando en el taller, tejiendo cestos con su familia y su tiempo libre andando por el bosque, nunca se preocupaba por el peligro, si estaba por caer, alguien le sostenía, si se encontraba perdido, una mano le guiaría de nuevo al camino correcto, si un animal salvaje decidía seguir su rastro, algo lo ahuyentaría, solo se preocupaba por seguir el sonido de los pájaros y los olores de la naturaleza acompañado por aquella sombra tan particular y silenciosa.

Un día su tío ebrio contó la historia de su nacimiento, de como su hogar fue atacado por un cadáver errante y que había sido aquel cadáver el que le pusiera su nombre, aquella historia comenzó a circular como polvorín y de un día para otro, el jovencito pasó de ser el pobre hijo ciego y desafortunado de la tejedora a ser un mal presagio.

Y aunque su tío se disculpó mil veces y nunca más volvió a tomar una gota del alcohol en su vida, jamás pudo limpiar la reputación de su sobrino.

Desde aquel día, cada vez que caminaba por el pueblo se enfrentaba a cuchicheos y desaires, objetos aparecían sin su camino de la nada y otros que eran lanzados en su dirección. El pueblo se volvió para él un lugar hostil, solo al interior de su hogar o en el bosque se sentía seguro y feliz.

Una tarde mientras paseaba en dirección al bosque, el único sitio, además de su hogar donde se sentía bienvenido y protegido, se encontró rodeado por algunos de los jovencitos de su aldea que lo empujaron de un lado a otro llamándolo de mis maneras terribles, jamás nadie lo había maltratado, pero ahora esa era su rutina, los chicos lo golpearon hasta aburrirse, porque Xue XingChen nunca peleaba de vuelta y se limitaba a llorar cuando los golpes eran demasiado fuertes, lo dejaron en medio del bosque, cuando sus agresores se fueron escucho aquellos pasos que ya le eran tan familiares avanzar en su dirección, quienquiera que fuera su amigo y compañero se arrodillo a su lado y le ofreció su mano para ayudarle a levantar.

Xue XingChen se negó a levantarse, pero lo rodeo con sus brazos y se echó a llorar en su pecho que olía como el bosque. Song Lan no recordaba haber consolado nunca a un niño mientras estuvo vivo, a decir verdad, prefería que ellos y sus manos pegajosas y caras llenas de mocos se quedaran lo más lejos posible de él, pero ahora estaba comenzando a acostumbrarse.

Había sido testigo silencioso de cómo aquellos chicos lo molestaban, no podía protegerlo de todo, sabía que si hubiese intervenido las cosas hubieran empeorado, ¿qué dirían? ¿Que invocaba muertos errantes? ¿Qué practicaba las artes demoníacas?

Sus nudillos se habían puesto blancos ante tal escena, pero había cosas que no podía arreglar, en las que no podía intervenir sin delatar su presencia y atraer una turba a terminar con el pequeño paréntesis que había creado para él y Xue XingChen.