-Final-

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— ¿Eso es todo?

—Eso es todo.

Cerré la última caja que tenía algunas de mis cosas y la dejé a un lado de la cama. Miré por última vez mi habitación, que me había acompañado silenciosamente todos estos años, y que ahora tenía que dejar atrás. Volteé y miré a mi mamá, apoyada en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados sobre el pecho, pero con una encantadora sonrisa en sus labios.

Extendió sus brazos hacia mí, y si no hubiera estado ocupado corriendo a abrazarla, hubiera podido notar en ese momento como sus ojos estaban cristalinos. Pero no pude notarlo hasta después, cuando nos separamos levemente para mirarnos. Se sentía como si fuera la última vez que nos viéramos, pero no lo era, y el hecho de que lágrimas rebeldes corrieran por nuestras mejillas, nos hacían reír levemente, riendo de lo tontos que éramos por llorar cuando nos podríamos ver cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar.

Limpié sus lágrimas y ella limpio las mías, me di media vuelta y tomé la caja, siendo acompañado por ella hasta la puerta donde se despidió con un beso en la mejilla.

Me despedí silenciosamente, dando mis primeros pasos permanentes fuera de la casa.

Casi tres meses atrás, cuando la batalla con Ashia —no me atrevía a llamarla de otra manera ahora— había terminado por fin, cuando mi alma y mi corazón estaban tan cansados por todo lo vivido, visto y sentido. Ella me esperaba, con un baño caliente —no supo jamás a qué hora yo iba a volver, así que calentó el agua toda la noche... una y otra vez— y con el mejor abrazo que uno puede esperar cuando vuelve a casa.

Me deje hacer, durante casi toda la mañana. Ella fregaba mis brazos con la esponja, hablándome de cosas tan triviales que en cualquier otro momento no me interesarían, pero que esa vez le hacían tan bien a mi alma. No quería escuchar de peleas, de guerras, de sufrimientos. Simplemente quería escuchar cómo es que casi se comió un insecto.

Y así duramos unas horas, cambiando el agua para mantenerla caliente mientras mi piel se arrugaba. Pero no me importaba, extrañamente me sentía tan feliz e infeliz a la vez que mientras ella hablaba, lamentosas lágrimas salían de mis ojos y recorrían mis mejillas. Sabía que ella estaba al tanto de mi llanto en ese momento, —y no es que yo callara mis sollozos y lamentos— pero no hacía nada, no me consolaba ni me hablaba sobre que el monstruo ya se había ido, simplemente seguimos hablando en todo momento.

Demostrándome que la tormenta había pasado. Que ahora solo había paz.

Apreté más la caja entre mis brazos, tentándome de mirar hacia atrás pero no quise hacerlo, no ahora. Caminé a paso lento y seguro, atravesando la calle y llegando a la que ahora sería mi única y permanente casa por lo que me quedaba de vida.

La casa de la vieja de los gatos.

Había veces en las que me preguntaba si alguna vez aquella señora se preguntó de quien sería su casa cuando ella y sus 'amigos' ya no estuvieran. Reí, aunque lo hubiera pensado, definitivamente jamás pensó en lo 'especiales' que serían sus nuevos inquilinos.

Deje la caja en el suelo, rebuscando en mis pantalones la llave.

La puerta se abrió antes de que yo pudiese escoger la llave correcta.

—Vine de visita —me dijo Jimin, con una expresión muy parecida a la que tienen las personas cuando gritan '¡Sorpresa!'.

—Creo que lo note —le sonreí recogiendo la caja y entrando a mi nuevo hogar— ¿Yoongi vino contigo?

—Sip, pero se fue con Jungkook, ¿Por qué?

—Bien, solo estaba pensando que todavía no tengo un extintor de fuego.

Moon GhostºKVº ADAPTACIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora