Donas

3.2K 293 38
                                    

— ¿Quieres tomar algo? — Preguntó Tony mientras caminaba a la cocina para sacar del refrigerador un par de donas glaseadas de chocolate.

— Sí, por favor — La verdad, a Steve le pareció extraño que el castaño fuera tan amable, pero enseguida se dió cuenta que no era así.

— Pues ven a servirte — Stark sonrió internamente sin siquiera mirar al contrario, quien tímidamente asintió por la fría respuesta ajena. — Ahí están los vasos — Tony señaló la alacena sin dejar de darle mordidas a su deliciosa dona. — En el refrigerador hay agua de limón, cerveza, jugo, refresco, lo que quieras — Se dió la media vuelta y se fue a la sala a sentarse en uno de los sillones. Ya empezaba a tratar a Rogers a su gusto, si tanto quería el rubio tener su perdón, entonces debería soportar sus actitudes hacia él, eso sería lo más justo.

— Claro — Mientras tanto, el capitán tampoco se molestó, sabía que nada sería fácil, pero sea cualquier cosa, no se rendiría. — ¿Y cómo vas con el trabajo?, ¿volviste a Stark Industries? — Preguntó en voz alta a la vez que abría el refrigerador y sacaba de éste una lata de cerveza. El calor en esos días era fuerte, así que sí, la cerveza bien fría se antojaba bastante.

— Sí, pero trabajo desde aquí.

Steve regresó a la sala y se sentó en otro asiento apartado del contrario. — Eso es bueno.

— ¿Qué quieres decir?, ¿te alegra que esté aquí encerrado? — Tony miró de soslayo al más alto; pudo notar que sus palabras le pusieron un poco nervioso.

— No, no me refería a eso — Rogers volteó en dirección al despeinado y desarreglado castaño. — Quise decir que así no te separarías de Peter.

— Ah, ¿entonces piensas que no debo dejar ni un momento solo a mi hijo?

— No, eso no — ¿No era acaso obvio que Tony ya sabía desde un principio lo que el capitán quiso decir?, bueno, al parecer el mismo Rogers no se daba cuenta aún de eso. Stark quería presionarlo tanto para molestarlo y hacer que se fuera.

— ¿Entonces qué?, explícate bien.

— Quiero decir que tienes suerte de poder trabajar desde casa y a la vez cuidar de Peter. Hoy en día ya no se puede confiar ni en niñeras. Imagino lo difícil que es cuidar de un bebé, pero es afortunado por pasar todo el rato con su padre y sin peligro de que salga lastimado — Hizo una breve pausa para darle un sorbo a la cerveza. — Después de todo su padre es Iron Man, no puede estár más seguro.

Las palabras tomaron por sorpresa a Tony, quien inclusive no pudo evitar que sus mejillas se tornaran de un color ligeramente rojizo. Rogers podía ser un maldito imbécil, pero aunque nunca lo admitiría, siempre le gustó la manera en la que el rubio hablaba. Tan claro, sincero y hasta emotivo.

Inclinó la cabeza intentando que su rostro no fuese visto por el contrario. Respiró profundamente hasta calmarse y pensar con tranquilidad. — Sí, eso es cierto — Mierda, ¿por qué Steve decía algo así?, aún después de tantos meses, mucho antes que naciera Peter, lo que sintió por el rubio ya no existía, ¿cierto?, todo sentimiento murió el mismo día que Rogers le aclaró que no quería una familia y estaba bien así, solo.

No se haría unas malditas ilusiones ahora, no tenía sentido, solamente terminarían quizás como simples amigos cuando lo perdonara, si es que eso pasaba.

— Bueno, ¿estás seguro de que no quieres nada para comer? — La voz del anciano rejuvenecido lo sacó de sus tristes pensamientos. Alzó la mirada topándose con esos ojos azules que tanto le llegaron a gustar. — Olvidé que tenía que recoger unas cosas, puedo comprarte algo, si se te antoja algo ó...

— Donas — Y esa palabrita tan rápida impidió que terminara de preguntarle al millonario que seguía viéndolo fijamente.

— ¿Donas? — Repitió a la vez que igualmente su mirada estaba conectada a la del castaño.

— S-sí, del sabor que sea.

Luego, Steve reaccionó y acabó con ese ambiente que se había vuelto emocionante; que ambos se miraran uno al otro era tal vez una buena señal. Sin embargo, no quería salirse de control y cometer un mínimo error, por eso mismo se puso de pie, dejó la cerveza sobre la mesa y caminó hacia la puerta principal del gran hogar de Stark. — Está bien, ya veng...! — Al momento, entró una delgada mujer de vestido blanco y altos tacones.

— ¡Tony, vengo por Peter, me lo llevaré un rato!, ¿quieres... venir? — Entró emocionada, algo que no le duró mucho al ver frente a sus ojos al famoso capitán américa.

Tanto Tony como Steve se sorprendieron al ver a Pepper.

Esa Noche Me Cambiaste La Vida | STONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora