3~R: Despedida

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— ¿Que haces Juleka?— pregunté, mientras ella sacaba toda su ropa de playa del clóset.

— ¿No te ha dicho mamá?, volveremos a la isla.

— ¿Por qué?

— Por tu cumpleaños, bobo.

Mi rostro se iluminó tanto de felicidad que ni siquiera me importo el insulto de Juleka.

— Espera, pero si aún faltan unas semanas.

— ¿Y eso que importa? — ella seguía acomodando su ropa — ¡Mientras faltemos a la escuela, yo feliz!

Aunque el viaje a la isla Córcega pareciera muy apresurado, tenía coherencia. Si nos esperábamos hasta las próximas vacaciones, festejaríamos dos meses después de mi cumpleaños.

— ¿Ya estás alistando tus cosas, campeón?— mi padre entró a la habitación sonriente.

— ¡ No, pero lo haré de inmediato!— quise correr al armario pero él me detuvo por los hombros.

— Tranquilo, tranquilo. Antes que cualquier cosa, quiero que veas algo. — Se quitó la funda de guitarra que llevaba puesta para luego abrirla.

De aquella funda, sacó una bella guitarra acústica. La madera y sus acabados estaban finamente tallados. El cuerpo de la guitarra era de un color azul marino con detalles brillantes morados que me hacía recordar al universo.

— ¡Wow esa guitarra esta genial!

— Es tuya, Luka.— Se inclinó un poco para entregármela. — Aquí tienes lo prometido, hijo.

Es de los regalos que más aprecio y atesoro. Esta guitarra sería mi primer compañera, como papá siempre lo menciona.

Ese día me sentía super feliz. Todo parecía un sueño, todo era  genial.

— ¡¡Gracias papá!!— lo abracé con todas mis fuerzas.

— ¿Cariño, no pudiste esperar hasta el 12 de abril par darle su regalo? — mi madre se cruzó de brazos.

— Lo siento, no pude esperar a ver esa carita tan feliz, amor.— mi padre se excusó.

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Fue así como nos olvidamos de la escuela por una semana. Mi madre no estaba muy de acuerdo al principio pero después, obtuvieron el permiso de nuestros maestros.

Nuevamente jugábamos y nadamos en la playa. De noche, después de la cena, prendimos una fogata a orilla del mary bajo la luz de la luna. Junto a la calidez de nuestra fogata familiar, mi padre y yo, tocamos una canción con nuestras respectivas guitarras. El nombre de esta canción es Triveni, significa "tres ríos", y mi padre me había estado ayudando a componerla.

Cuando tocamos él y yo, es un momento único, compartimos el mismo amor por la música, y yo, aprendí de el mejor a escuchar la melodía de las personas.

La melodía que hemos creado es nuestro vínculo más fuerte y el rostro de felicidad de mi madre y Juleka al escucharnos, no tiene precio. Este es el confort que siento al tocar y crear música para mis seres queridos.

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Al parecer, hoy era nuestro último día en la isla Córcega. Ayer mi padre se resfrío y mi madre, decidió que lo mejor será regresar mañana por la mañana.

Salí un rato a tocar la guitarra. Me senté a orilla del mar, dejándome llevar por la sensación de la briza nocturna y la tranquilidad de las olas mojando las puntas de mi pies, cada cierto tiempo. Aún no quería despegarme de este lugar. Estar aquí me llena de paz y me hace reflexionar tanto a mi corta edad.

Mis deseos por crecer eran tantos, practicar y aprender, era lo que más me ayudaría para cumplir uno de ellos:

"Deseo ser un gran músico, deseo ser un gran compositor como mi padre".

— ¿No concilias el sueño, hijo?— miré a un lado, era mi padre. Se veía mejor.

— Observó las estrellas.— regrese mi mirada al cielo.— Soy tan pequeño en este momento y mis sueños son tantos, como estrellas hay en el cielo.

— Mientras seas constante y perseverante, los alcanzarás Luka. — él acaricia mi cabello. — Sé que lograrás lo que te propongas.

— ¡Lo haré! — me levanté de la arena, cuidando que mi nueva guitarra no se manchara.— ¿Nos vamos?

— ¿Ya tienes sueño, hijo?

— No.— lo tomé de la mano.— Pero hace frío y no quiero que vuelvas a enfermarte.

Los ojos de mi padre brillaron más que de costumbre. Me miró con su gran sonrisa sin poder contener esa expresión de ternura que se dibujo en él y me dió un abrazo:

— ¡Gracias Luka, por estar en mi vida!

— ¡Gracias a ti, padre! Por adelantar mis regalos.

Sentí una enorme calidez, a pesar del frío que comenzó a sentirse para ser principios de primavera.

...

Entramos a la casa. Llimpie y guarde mi guitarra. Me coloque la pijama para poder ir a dormir.

Antes de recostarme, Juleka me pidió que la acompañara a la cocina por un vaso de leche. A ella, aún le da miedo caminar sola por la noche.

— ¿Quieres galletas, hermano?

— ¡Sí!¿Tenemos galletas?

— Entonces tendrás que ayudarme a subir allí. — Apuntó en la esquina más alta de la alacena con su dedo índice. — Vi cuando mamá las escondió en ese lugar.

Dudé por un segundo, pero estaba dispuesto a tomar ese riesgo de recibir un regaño mañana por la mañana.

— ¡¿Qué es esto, me puedes explicar?!— Juleka y yo nos exaltamos al escuchar el grito de mi madre.

—¡Nos descubrieron!— susurro Juleka.

Después, vimos cómo mi madre salía exaltada de su habitación. Reclamando con lágrimas en los ojos a mi padre.

— Anarka, baja la voz por favor. — mi padre le seguía con una cara de preocupación y nosotros nos quedamos paralizados frente a la cocina.

— ¡¡Luka, Juleka vayan a su habitación!!— Mamá ordenó y nosotros obedecimos de inmediato.

Era la primera vez que los veíamos tan serios. Algo no andaba bien. Escuchamos cómo salieron y bajaron del barco para hablar a solas. Las horas pasaban y ellos no regresaban. No podíamos conciliar el sueño.

— Tengo miedo Luka.— dijo Juleka, sin despegar su mirada triste de la ventana.

— ¡Quítate de ahí!— la regañe.

Desde esa ventana, se podía visualizar a nuestros padres a unos metros sobre la arena, seguían hablando.

— ¿Estarán peleando?— pregunta Jul, preocupada.

— No lo sé... — Ambos nos quedamos mirando, sentí miedo.

Después de unos minutos pude observar como mis padres se abrazaban. No entendí lo que sucedía, ¿por qué se están portando tan extraños?

Siento miedo, tengo un mal presentimiento.

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Recuerda, Luka Couffaine [Lukanette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora