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—Buenos días, Luzu.— Rubius sonreía radiante mientras entraba en la habitación.

—Hola Rabis, ¿Qué te trae por aquí?— su amigo se levantó para saludarlo con un cálido abrazo. El tintado se sentó en la pequeña camilla que tenía el consultorio.

—Ayer me caí pero no pude parar la caída y caí de cara, mi nariz está sangrando mucho.— el castaño hizo una mueca tomando el mentón de su amigo para admirar su nariz con atención.

—No está rota, pero si que te la lastimaste, te va a salir un gran moretón.— Luzu retiró los tapones improvisados que el tintado se había hecho con papel, mirando como un poco de sangre comenzaba a escurrir. —Oh shit.— rápidamente tomo una gasas limpiando el líquido. —Sostenlas.— Rubén asintió mirando como el castaño corría hasta un pequeño refrigerador y sacaba dos hielos, los envolvió en unos trozos de tela y dejo uno en cada lado de la nariz del ojiverde. —Déjalos ahí hasta que deje de sangrar, si te pasa en casa de nuevo solo envuelves un hielo y ya.— el tintado volvió a asentir mientras columpiaba sus piernas y miraba sus zapatillas. —¿Algo que decir?— el menor lo miró confundido negando con la cabeza. —Ese golpe no fue por una caída, es más por un puñetazo.— la sangre del ojiverde se congeló pero no demostró ningún movimiento delator. —Puedo agendarte una cita con Auron, sabes que puedes hablar con él de cualquier cosa.— el menor volvió a negar con la cabeza mirando a otro lado.

Los minutos pasaron así como el sangrado de Rubius que agradeció a Luzu dejándole unos cuantos Karmas por la consulta. El día se veía radiante así que contando el dinero que le quedaba se encamino por las tiendas de Karmaland comprando las cosas que necesitaban en casa, seguro Vegetta había salido de caza con Willy y Fargan por lo que tenía toda la mañana para cocinar algo delicioso.

Visitó todos los comercios solo para comprar todo lo necesario para la gran comida con su novio. Ganó muchas miradas de incredulidad y de lástima, él era el único que creía que engañaba a las personas diciendo que se lastimaba frecuentemente por ser muy tope, cuando en realidad ya todos sabían que su novio lo golpeaba.

—¡Rubius!— escuchó una aniñada y animada voz antes de que un peso se instalara en su espalda, lo hizo tambalearse un poco.

—Alex, hombre.— sonrío girando para ver al menor, sin duda era toda una ternura con su gorrita de Star Wars y su uniforme de policía.

—¡Hostias! Vaya nariz, tío.— Alex bajó de la espalda de su amigo y se acercó para analizar más de cerca la herida. —Vegetta es mi amigo pero lo que te hace ya es suficiente, su relación no es asunto mío pero por favor piensate lo de la denuncia.— Rubius solo le dirigió una mirada fría, tomando sus bolsas camino por el camino a la gran mansión flotante de su amor.

Se había esforzado demasiado en la comida que reposaba en el centro de la mesa del comedor así que orgullosamente esperaba a su novio en las escaleras frente a la puerta

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Se había esforzado demasiado en la comida que reposaba en el centro de la mesa del comedor así que orgullosamente esperaba a su novio en las escaleras frente a la puerta. Incluso había intentado hacer brownies, no habían quedado tan bien como esperaba pero tampoco eran un asco así que sin duda estaba emocionado por la llegada de su novio. Escuchó la puerta de retina abrirse y cerrarse al instante, se levantó caminando hasta la cocina para quitarse el mandil manchado de cocoa y algo de salsa.

—Llegué.— la voz del ojimorado se escuchó por toda la casa así que corrió hasta la puerta principal donde su novio se quitaba la mochila y dejaba un par de cosas en el cofre más cercano.

—Hola amor, hice la cena.— se acercó rodeando el cuello de Vegetta con sus brazos y plantando un beso en los labios contrarios.

—Ya cené con Willy y Fargan.— apartó un poco al menor para luego caminar en dirección al dormitorio.

—P-pe-pero hice brownies.— corrió de vuelta a la cocina para tomar la bandeja donde los postres reposaban. Volvió a donde su novio estaba, acercando la bandeja; el mayor tomó uno, lo mordió e hizo una mueca.

—Cambia la receta.— soltó volviendo a poner el pastelillo en su lugar y retomando su camino a su habitación.

—Oh, si. Voy a cenar, en unos minutos te alcanzo.— sus pequeños ojos comenzaron a cristalizarse, un gran nudo se instaló en su garganta mientras volvía a la cocina a dejar los postres en la basura.

Se maldijo mentalmente al no poder hacer nada bien por su novio, siempre sería insuficiente para el tipo de persona que era Vegetta; no estaba a la altura de la ex novia de su chico, sin duda Akira era mucho más perfecta y bella que él. Ya estaba harto de no poder ser nadie ante los ojos de su novio, pero había sido su culpa al insistir mucho en que sería mejor pareja que Akira, lastimosamente se había equivocado y lo único que lograba era que su novio se decepcionara cada día más.

Tomó un poco del estofado que había cocinado y lo sirvió en un plato, no se preocupo porque estuviera frío y eso lo llegará a enfermar del estómago, incluso pensó que lo merecía. Comió en silencio sintiendo el sabor salado de sus lágrimas de vez en cuando, lavo los platos secando las gotas rebeldes que seguían deslizándose por sus mejillas sonrojadas, después de limpiar todo y guardar la comida subió a su habitación donde su novio ya estaba dormido.

cherry wine ∆ rubegetta ∆ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora