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—¿Alguna vez has vivido solo?— la pregunta si que lo hizo pensar, no estaba seguro de la respuesta.

Había llegado a Karmaland con Mangel donde compartieron casa desde el primer instante y lo hicieron incluso cuando Lolito y el pelinegro eran novios, se mudó hasta que su relación con Vegetta fue más sólida así que.

—No, nunca he vivido solo.— Auron anotó eso en su libreta.

—Entonces, quiero que vivas solo. Será difícil al inicio pero podrás con ello. Necesito que te conozcas, que te ames a ti mismo aprendas a no depender de nadie. Te daré algunas pastillas que ayudarán con todo, ya sabes, antidepresivos y somníferos.— le restó importancia mientras se levantaba y caminaba a un gran libero de la consulta. —Todo lo que pienses o sientas lo escribirás en este diario.— colocó una libreta azul cielo sobre el regazo de Rubius.

—¿Todo? ¿Aunque sean fantasías sexuales?— levantó una ceja, su sentido del humor seguía ahí.

Su rostro presentaba todo tipo de hematomas y colores, ya nada en él se veía normal pero el espíritu de seguir adelante seguía ahí.

—Todo.— rió negando con la cabeza. —Ahora vete.— Rubius se levantó tomando sus muletas para salir de la consulta.

Nieves lo esperaba fuera junto con Luzu, lo acompañaba en todo lo que necesitara y sin duda saber que ahora el tintado debía vivir solo, sería un gran golpe.

—Pueden acompañarnos a cenar.— el castaño tomó a su novio de la mano en cuanto salieron.

—Oh sii.— Rubius y Nieves asintieron emocionados.

—Oh My God, son totalmente iguales.— Luzu soltó una pequeña risa mientras todos salían de la clínica a la casa de la pareja.

—No somos buenos cocinando, para avisar.— el tintado se encogió de hombros pero su amigo castaño solo se encogió de hombros.

—Yo tampoco sé cocinar, Luzu es el que hace todo.— Auron hizo un sonidito gracioso así que Nieves río un poco.

—Yo cocinar, intentar cocinar.— aclaró la ojiazul ayudando a Rubén con todo los que se le atravesara.

—Si Nieves lo intenta yo también lo intentaré.— sonrío al pie de las grandes escaleras que llevaban a la muralla de Luzu, sería un gran reto.

—Yo detrás.— se apresuró el castaño cuidando la espalda de su amigo.

—Creo que puedo solo, no se preocupen.— maniobró con algo de dificultad los apoyos para ir subiendo los escalones, ya se imaginaba el regreso.

Después de diez minutos todos estaban entrando a la casa de Luzu, hubo momentos de tensión al estar tan arriba con un chico en muletas pero las cosas habían salido demasiado bien.

—Vamos a la zona de chills, Rabis.— Luzu hizo un movimiento con la mano para que su amigo lo siguiera.

—Nieves, vamos a por algo de botana, ven.— la rubia siguió al del mechón hasta la zona de cofres en busca de algo para comer.

—Vaya lío estás hecho con las muletas.— el ojimiel negó un poco con la cabeza mientras Rubius mordía su labio inferior en señal de concentración.

—Ya lo estoy manejando, es mi segundo día así que tampoco me pidas tanto.— llegaron a la zona al aire libre y se dejaron caer en el primer sillón que se les atravesó.

—¿Qué pasa con Nieves? Les veo muy juntitos y eso.

—No, no. Es solo mi amiga así que borra esa sucia sonrisa.— Luzu negó con la cabeza mirando que no viniera ni la rubia ni su novio.

—Auron empezó siendo mi amigo.— sonrío pícaro y Rubius solo lo fulminó con la mirada.

—Es linda y eso pero ya sabes, estoy saliendo de una relación algo difícil.

—¿Algo difícil?— el sarcasmo se hizo notar a kilómetros de distancia. —Hablando de eso, ¿Habrá juicio? Porque si es así no dudes en tenerme como abogado.

—Dice Alexby que próximamente habrá uno y tendré que llevar mis pruebas y todo lo necesario así que creo que no necesito defensa, la va a necesitar él.— miró a otro lado rascando su nuca con incomodidad.

—Encontramos galletas.— Auron llegó cargando una bandeja.

La noche estaba fría y solitaria, no podía conciliar el sueño así que ahora estaba recostado en la hamaca mirando la luna y las estrellas

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La noche estaba fría y solitaria, no podía conciliar el sueño así que ahora estaba recostado en la hamaca mirando la luna y las estrellas. El viento se colaba entre sus prendas causando leves escalofríos que le agradaban y le recordaban la suerte que tenía al seguir vivo. Sus ojos comenzaron a pesar causando que se cerraran poco a poco, pero algo se escabulló por su rabillo del ojo, algo estaba en el puente que atravesaba el río. Se levantó con algo de dificultad tomando las muletas para entrar a la casa pero algo se lo impidió, algo se colocó frente a él cubriendo la puerta. Lo reconoció casi al instante, ese disfraz de lobo era característico.

—Vegetta.— susurró con miedo, intentó retroceder pero lo había tomado de la cintura.

—Lobo nocturno.— su perfecto acento francés salió a relucir, causando que la única pierna que sostenía al ojiverde flaqueara un poco.

—Vete, ya no me hagas más daño.— sus ojos se llenaron de lágrimas y un puchero se coló en su labio inferior, tenía miedo por el gran chico frente a él.

—No te haré nada Rubén.— su nombre sonaba realmente bien pero está vez su cabeza ganaría la batalla.

—Por favor, solo vete, por favor, déjame en paz.— frotó su nariz, que picaba por retener tantas lágrimas y emociones.

Un casto beso en su mejilla fue todo lo que dejó antes de partir perdiéndose en la oscuridad de la noche. Un sollozo salió en cuanto sintió que estaba lo suficientemente lejos como para ya no dañarlo, ya no lo quería cerca pero al parecer lo seguiría durante toda su vida.

—Por favor déjame solo, por favor, por favor.— rogó a la luna que era el único testigo de como volvía a romperse en mil pedazos.

¿Quieren el final A o el final B?

cherry wine ∆ rubegetta ∆ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora