14

1.9K 233 10
                                    

La humeante taza de café descansaba en su regazo, únicamente la luna era testigo de las escasas lagrimas que escurrían por sus mejillas; intentaba no pensar demasiado en lo ocurrido hace unos minutos pero simplemente no podía, la escena se repetía recordandole lo miserable de su vida.

—¿Estás bien?

—Vaya pregunta, eh Luzu.— rodó los ojos bebiendo de su taza. 

El mayor simplemente lo ignoro y se sentó a su lado. El ambiente estaba algo apagado, ninguno soltaba palabra alguna. Después de ver al chico Rubius entendió que Nieves ya no era para él, simplemente se alejó junto con todos sus amigos que lo miraban con pena y desilusión. Habían creído que la rubia era la indicada, que por fin había encontrado con quién tener su final feliz.

—La primera vez que lo conocí llegó a ayudarme con un par de cosas, vi su gran isla flotante y noté que era un buen constructor, pensé que sería una buena idea pedirle algo de ayuda ya que yo era un gran desastre.— el ojimiel lo miraba de reojo para evitar que se sintiera incómodo, dejara de hablar y se quedara con todo dentro. —Willy ayudó a que hablaramos ya que era un ermitaño y no se paseaba por el pueblo tan a menudo; me invitó a pasar a su mansión para hablar sobre el tipo de casa que yo quería, aquel día hablamos tanto que el tiempo se nos fue volando y cuando nos dimos cuenta ya era de noche y yo debía volver a casa.— dió un sorbo a su taza notando que el líquido estaba frío, apartó la pieza de cerámica. —Al día siguiente tocó la puerta de mi casa en la mañana, muy temprano, algo que odio es que se levanta muy temprano; ese mismo día terminamos la casa así que fuimos a cenar algo al restaurante. Fue una noche de puta madre porque terminamos bebiendo algunas cervezas hasta que el lugar cerró y fuimos a mi casa, jugamos verdad o reto haciendo cosas muy estúpidas que solo nos hacían reír más.— un escalofrió lo recorrió así que Luzu se levantó para ir a por una frazada, el ojiverde aprovechó y sacó una cajetilla de cigarrillos.

—Creí que lo habías dejado.— una linda frazada con un dibujo de Star Wars fue colocada en su regazo.

—A él no le gustaba que fumara, lo odiaba.— tomó un cigarro junto con el mechero, tardo algunos segundos pero la primera calada fue la mejor sensación. —Una semana más tarde salimos en nuestra primera cita, todo ese tiempo habíamos estado hablando por mensaje, incluso dejábamos de dormir solo para seguir hablando.— otra calada más. —Esa maldita cita fue tan mágica que deseaba que la noche no terminara jamás, pero lamentablemente todo lo bueno llega a su fin. ¿Sabes cuantas chicas y chicos tenía a sus pies? Prácticamente era todo el pueblo pero terminó escogiéndome a mí, el tipo con el que no había cruzado una sola palabra en lo que llevábamos viviendo en Karmaland.— Luzu tomó la frazada que le correspondía enrollando su cuerpo, se recostó en el sillón donde una hora antes todos sus amigos reían. El sol saldría en menos de una hora. —Para la segunda cita me dí cuanta de que íbamos en serio, si la primera fue perfecta para la segunda yo sentía que era el amor de mi vida. Que idiota.— el humo salió de su nariz mientras soltaba una carcajada carente de gracia. —Esa noche tomamos algo de vino que me encargue de comprar, era una botella especial según lo que me había dicho el tipo de la tienda.

—¿Vino de cereza?— el castaño sabía lo significativa que era esa bebida en la relación.

—No, solo era vino. Todo iba tan bien que me daba miedo que no fuera reciproco. Un par de citas más tarde me dí cuenta de que estaba enamorado y que no había marcha atrás, tenía decidido decirle lo que sentía, quería sacarlo de mi pecho pero el miedo de que me rechazara seguía ahí, era un todo o nada. Afortunadamente ambos sentíamos lo mismo y creíamos que era tiempo de formalizar, creímos estar enamorados, creímos que todo estaría bien, creímos en el amor.— para ese punto las gotas saladas caían sin control y cada una quemaba más que la anterior, cada una lograba desgarrar más su garganta. Necesitaba unos minutos.

—¿Quieres continuar? Puedes hablarlo mañana con Auron.— Luzu no iba a obligar a su amigo a hablar, debía hacerlo a su tiempo, si quería hacerlo ahora no importaba pero con cada palabra parecía destrozarse más.

—No quiero hablar con un psicólogo, solo quiero sacarlo.— soltó con algo de tristeza. —Me mudé para vivir con él y en ese entonces creí que era la mejor idea en todo el puto mundo, creí que todo iba a ser color de rosa.— sacó otro cigarrillo prendiéndolo y dándole una calada. —Vaya idea más estúpida.— soltó una carcajada carente de humor, su vida amorosa si que era una mierda. —Todo iba bien, hicimos la mudanza de todas mis cosas y comenzamos a vivir juntos. No sabes lo bien que vivimos la primera semana, llevábamos una relación perfecta a pesar de todo, habían pequeñas discusiones pero nada importante.— sorbió por la nariz dando una calada más larga que las anteriores, el humo salió por su boca lentamente. El reloj en su muñeca apuntaba que faltaba cada vez menos para el amanecer. —Recuerdo el primer golpe, no fue la gran cosa pero fue el inicio. Estábamos acomodando algunas cosas en la habitación, habíamos decidido cambiar la decoración pero yo era todo un desastre y mi sentido de decoración no estaba tan desarrollado; al parecer el color verde no combinaba tan bien con el marrón pero era tan necio que terminó dándome un puñetazo en la mejilla. Dolió como el puto infierno pero se disculpó mucho e incluso me dio algo para el dolor y la hinchazón así que terminé perdonandole. Que idiota fui, más golpes vinieron con el tiempo pero creí que si se daba cuenta de cuanto lo amaba iba a terminar dándose cuenta de que me hacía daño pero no paró. Me lo merezco.— las ultimas palabras rindieron efecto en Luzu que se levantó arrodillándose frente a Rubén que miraba como el cigarro se consumía.

—Escúchame bien Rabis; eres una persona hermosa, eres valiosa, eres necesaria, eres importante y eres amada, por los que te rodean y por extraños. La vida puede ser bastante dura e inesperada, pero en el fondo todos pasamos por un infierno, que va a mejorar con el tiempo, no importa cuánto tiempo se tarda al final mejorará, eres una persona fuerte, estás destinado a las grandes cosas, yo creo en ti, sé que puedes hacer cualquier cosa. Hay algo en ti que te hace único y especial, valiente y fuerte, mereces ser amado y mereces amar. No pienses en lo negativo, o en el pasado, céntrate en lo positivo, en el futuro que puedas tener. Estás destinado a hacer grandes cosas, tendrás una familia, y serás feliz una vez más, te lo prometo, yo me llevaré tu dolor, para que te des cuenta que la vida es buena si se le mira con los ojos correctos.— el pequeño discurso tocó el corazón del ojiverde que terminó llorando desconsolado sobre el hombro del castaño.

cherry wine ∆ rubegetta ∆ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora