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Los días pasaron y Rubius se recuperó del todo, con visitas diarias de Luzu y Auron; los tres tomaban el desayuno y veían películas hasta la tarde, comían y jugaban viejos juegos de mesa que Luzu conservaba, pasaban juntos todo el tiempo hasta la noche donde Rubius se sentía desprotegido e intentaba dormir lo más pronto posible; Vegetta no lo había golpeado pero de vez en cuanto Rubén sentía su boca dejando marcas rojas por todo su cuerpo, marcas que veía y analizaba todas las mañanas.

—Rubius, necesitamos tu ayuda.— Alex y Luzu entraron corriendo a la iglesia donde el castaño rezaba tranquilamente.

—Shh.— susurró con los ojos cerrados y las manos entrelazadas, un par de minutos después terminó y se levantó persignandose. —¿Qué pasa, chavales?— pasó una mano por su cabello tratando de acomodarlo.

—Encontramos a una chica en las afueras del pueblo, está en la clínica pero no quiere hablar y pensamos que tú podrías ayudar.— Alex tomó su gorra jugando un poco con ella. —Estuvo inconsciente, ya despertó pero está muy alterada.

—¿Yo por qué?— frunció el ceño sacándose la sotana y dejándola en una de las bancas.

—Ya sabes, tu tienes algo que le gusta a todas las personas. Y Auron fue a cazar algunas jirafas que se escaparon del zoológico.— Luzu se encogió de hombros tomando al menor de la muñeca. —Vamos a la clínica.— todos emprendieron camino hasta la clínica donde las enfermeras y el personal corría alterado. —Están así desde lo de la chica.— el castaño dejó a Rubius al pie de la escalera.

—Al tercer piso, habitación 304.— el ojiverde asintió ante la orden de Alex, subiendo las escaleras notó que toda la atención se centraba en aquella habitación antes mencionada.

—Hola, Luzu me envió aquí.— sonrío al primer doctor que se encontraba en la puerta de la chica.

—Oh bien, entonces nos vamos. Suerte.— Rubius asintió viendo como todos se alejaban dejándolo solo en la puerta.

Suspiro moviéndose un poco para liberar la tensión. —Bien, ahí vamos.— se acercó abriendo la puerta mirando como una rubia se encogía en la camilla, estaba abrazada a sus piernas y con la cabeza hundida entre las rodillas por lo que su rostro no podía verse. —Hola, soy Rubius.—escuchó un pequeño sollozo a la vez que la chica levantaba el rostro.

Unos grandes y lindos ojos azules fue lo primero que percibió haciendo que se quedara embelesado. En cambio la rubia solo prestaba atención a las orejitas que se asomaban por el pelo blanco del chico frente a ella.

—Osito.— susurró con una voz tan linda que todos los sentidos de Rubius pararon por un momento.

—Rubius.— pronunció lentamente, poniendo sus manos en su pecho.

—Nieves.— respondió la chica imitando la acción del tintado.

—¿Tienes hambre? ¿Comida?— al parecer la chica solo entendía si se le hablaba lentamente. Nieves asintió haciendo que el ojiverde caminara hasta la bandeja con comida que habían dejado las enfermeras, se sentó al lado de la chica y le ofreció la comida.

 Nieves asintió haciendo que el ojiverde caminara hasta la bandeja con comida que habían dejado las enfermeras, se sentó al lado de la chica y le ofreció la comida

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Después de horas, Rubius ya sabía la mayoría de cosas de la menor. Venía de un pueblo lleno de "Nieves" donde vivía felizmente hasta que unos criminales llegaron a robar sus recursos y minerales, ella había logrado escapar pero quedó mal herida en las afueras de Karmaland. Una gran historia sin duda.

—¿Crees que esté muerto?— Alexby jugaba nervioso con sus manos, esperando lo peor.

—No lo sé, la chica no es un peligro pero aún así lleva mucho tiempo dentro.— el castaño se levantó decido a salvar a su amigo si era necesario. Caminó hasta las escaleras subiendo de dos en dos para llegar a la habitación de la rubia.

—¡Tío! Recuerda que no soy tan alto.— el pequeño de gorra corría por la escaleras maldiciendo a su amigo gigantesco.

Al estar fuera de la puerta lo único que se escuchaban eran risas y gritos de emoción. Confundidos ambos entraron notando que Rubius jugaba en una consola con la chica desconocida.

—¡Nieves!— gritó el tintado soltando una carcajada viendo como la chica le había lanzado un caparazón rojo. Al notar a sus amigos en la entrada simplemente puso pausa al juego de carreras y se levantó. —Espera un minuto.— habló lentamente.

—¿Qué coño está pasando, Rabis?— Luzu si que estaba confundido, no esperaba ver a su amigo junto con la chica jugando en una consola, cuando horas atrás había intentado arrancarle un dedo de un mordisco.

—Solo había que hablarle lento, es muy buena chica, se llama Nieves y está muy lejos de su pueblo. ¿Se puede quedar?— preguntó lo último haciendo un puchero adorable.

—Ni se te ocurra tío, este pueblo ya es todo un desastre y tener a una loca vagando por ahí no seria buena idea.

—¡Vamos Alex! Yo me encargaré de ella, podrá vivir en mi antigua casa, por favor.— juntó sus manos suplicando.

—Tendré que pensarlo.

—¡Gracias!— gritó volviendo a la habitación para jugar con Nieves, que lo esperaba pacientemente.

cherry wine ∆ rubegetta ∆ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora