Chapter One

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1. THE CITY

— Ciertamente algunas personas dicen que cuando habla el corazón, calla la razón — expresó el profesor mientras caminaba lentamente de un extremo de la clase al otro. — Pero, ¿alguien sabe a qué se refiere esta frase?

El silencio dominó el aula.

Con algo de duda, levanté la mano. Noté cómo todas las miradas se posaban en mí, atentas. La respuesta no parecía compleja, aunque no puedo afirmar que la haya vivido personalmente.

— Señorita Jenner — me concedió la palabra el profesor, mostrando interés en mi opinión.

— Creo que se refiere a que nos dejamos guiar por el amor — respondí, haciendo una breve pausa para observar la reacción de mis compañeros. Todos seguían atentos, expectantes. Sentir tanta atención no era habitual para mí, pero, al menos, nadie se reía. Eso me permitió relajarme un poco más. — Al dejarnos llevar, engañamos a nuestra mente para que crea que la persona a quien amamos es perfecta, o incluso que está por encima de nosotros. Todos hacemos locuras por amor, y aunque no es malo, el problema surge cuando la razón vuelve y nos damos cuenta de lo estúpidos que fuimos al entregarlo todo a alguien que no nos valoró. — Crucé los brazos al terminar mi exposición.

— Interesante punto de vista, señorita Jenner. Hablaremos más sobre esto después de clase — dijo el profesor, esbozando una leve sonrisa.

La verdad es que me encantaba debatir mis ideas, y ética era mi materia favorita. No solo por los temas que tocaba, sino también porque permitía que cada quien compartiera su perspectiva sin pisotear la de otro... o al menos en teoría. Porque, siendo sinceros, muchas de estas mismas personas criticaban sin reparos la ropa, los peinados y cualquier gusto ajeno.

Un papel doblado aterrizó de repente en mi mesa. Lo abrí de inmediato.

"Huérfana y chupapollas".

Con una mezcla de rabia y cansancio, arrugué el papel y lo lancé al basurero. Me giré rápidamente para buscar a quién debía dedicarle un gesto nada amable. Mi mirada encontró a Emma y Amelie, riendo entre dientes. Rodé los ojos y bufé; ni siquiera merecían mi atención.

O tal vez solo un poco.

Me puse de pie, ignorando al profesor, y me dirigí hacia ellas. Al verme avanzar, dejaron de reírse y alzaron una ceja, como si intentaran adivinar mis intenciones. Sin embargo, no tenían ni idea.

Tomé a Emma por el cuello de su camiseta, consciente de que Amelie solo era su sombra, y hablé con voz firme.

— Escúchame bien, bonita — murmuré, viendo el pánico asomar en sus ojos, aunque era evidente que lo que realmente temía era que le arruinara el maquillaje. — Primero, sí, soy huérfana. No es algo vergonzoso, porque, a veces, las personas sin padres tenemos más cerebro que quienes sí los tienen. Este caso, por ejemplo. Y segundo, si vuelves a escribir, decir, insinuar o sugerir que soy una "chupapollas", te juro que te arrancaré las uñas una por una y después rociaré alcohol en tus heridas. Que tengas un buen día.

Sin esperar respuesta, recogí mis cosas y salí del aula. Unos segundos después, el timbre que marcaba el final de la quinta hora resonó, y los pasillos se llenaron de estudiantes apresurados.

Mientras avanzaba, dos chicas se acercaron con una sonrisa amigable. La primera tenía el cabello negro, una constelación de pecas cubría su rostro, y sus ojos avellana brillaban con curiosidad. Llevaba el cabello suelto, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros. Su amiga, por otro lado, era castaña clara con reflejos dorados. Tenía los ojos marrones y el cabello recogido en una coleta alta. Al igual que yo, vestían el uniforme escolar.

— Vaya, les diste su merecido a esas arpías — comentó la chica de cabello negro, con una expresión aprobatoria. — Soy Dixie, y ella es Addison. Compartimos ética y biología contigo los martes.

— Faith — me presenté, sintiendo una mezcla de sorpresa y alivio. Eran las primeras personas que me hablaban de manera amable en mucho tiempo.

— Faith, es un nombre bonito — añadió Addison, con una sonrisa cálida. — Esas dos también solían meterse conmigo, pero nunca tuve el valor de enfrentarlas, no como tú. — Su sonrisa se amplió al ver la mía, creando una conexión instantánea. — Esta noche celebro una fiesta porque mis padres se van de viaje. ¿Te gustaría venir?

— Son las primeras personas que me hablan bien en semanas, así que no puedo decir que no — respondí, notando cómo Dixie sacaba un papelito y escribía algo rápidamente.

— Aquí tienes mi número. Escríbeme y te paso la dirección — dijo, extendiéndome el papel. Lo tomé con una genuina alegría.

Ambas se despidieron con un gesto amistoso y siguieron su camino. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez no estaba destinada a ser una marginada para siempre.

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Me detuve frente a la puerta de la imponente casa de Addison y toqué sin pensarlo demasiado. La puerta se abrió rápidamente, y ella apareció, escaneándome de pies a cabeza.

— Vaya, Faith, estás increíble — comentó con una sonrisa, y yo no pude evitar devolverle el gesto.

Había optado por una falda de cuadros grises y una camiseta negra de cuello alto y manga larga. Mi cabello rubio caía liso sobre mis hombros, y llevaba unas botas militares que le daban un toque rebelde al conjunto. Mi maquillaje era ligero, salvo por mis labios, pintados de un profundo color granate.

— Gracias, pero... ¿no iba a ser una fiesta? — pregunté, extrañada al no escuchar música ni alboroto.

— Bueno... sí, pero mis padres instalaron cámaras en el salón para "protegerme" — explicó con un gesto de frustración y comillas en el aire. — Así que solo pude invitar a un pequeño grupo de amigos, entre los que, por supuesto, estás tú. — Me guiñó un ojo con complicidad.

Estupendo. Iba a conocer a los amigos de Addison y Dixie sin haberlas tratado mucho antes. Qué oportuna, Faith.

Addison me hizo pasar, y ambas caminamos hacia el salón. Para mi sorpresa, allí había un grupo de chicos, todos increíblemente guapos. Madre mía.

— ¡Faith! — gritó Dixie, acercándose para darme un abrazo efusivo. — Te presento. ¡Chicos, ella es Faith! Faith, ellos son Tony, Ondreaz, Nick, Anthony y Jaden. — Señaló a cada uno mientras me dedicaban saludos amables desde los sofás.

No recordaba haber visto tanta belleza reunida en un solo lugar.

— Y yo soy Avani — intervino una chica morena, que apareció desde la cocina con dos tazones rebosantes de patatas y golosinas.

En ese momento, el timbre sonó de nuevo. Addison fue a abrir mientras Dixie me hacía un gesto para que me sentara junto a ella, quedando en el sofá entre ella y Nick.

— No te preocupes, no muerden — me susurró Dixie al oído, provocando que soltara una risa nerviosa.

Addison regresó con un nuevo invitado. Detrás de ella apareció un chico con el cabello castaño ligeramente despeinado y una expresión de pocos amigos, aunque, sin lugar a dudas, era terriblemente guapo.

— La policía me está buscando — anunció, captando la atención de todos en la sala. ¿Acababa de decir lo que creía haber oído? — No puedo ir a casa de ninguno de ustedes porque saben dónde buscarme. Estoy jodido. — Caminaba de un lado a otro, pasando las manos por su cabello en un gesto de desesperación.

Entonces, todos volvieron sus miradas hacia mí, como si de repente fuera la única solución a sus problemas. En ese instante, me sentí más vulnerable que nunca.

FAITH EN MULTIMEDIA

Heartless ; Tayler Holder [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora