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¿Qué tiene más peso? ¿El amor o la muerte?

Mientras Louis tomaba la mano agonizante de su hermano mayor, esperaba que fuera el amor.

Rezaba porque fuera el amor.

Deseaba que el amor pesara más que la muerte porque de ser así la muerte caería de rodillas derrotada ante lo mucho que él amaba a Laurie.

- Lou... -dijo su hermano con un hilo de voz, a Louis se le erizaron los vellos al escucharlo, su voz sonaba vacía y fría, como un grito de auxilio ante la muerte que caminaba por los pasillos del palacio.

- Estoy aquí Lau, estoy aquí - susurró el menor y le dio un leve apretón a su mano, la cual había ido bajando de temperatura con el paso de las horas. Eran aproximadamente las cinco de la mañana, Louis había estado sentado junto a él desde las seis de la tarde del día anterior, cuando había despertado de su siesta con una extraña angustia en el pecho, al enterarse que su hermano había sido apuñalado, entendió el porqué.

- Deberías comer algo... - murmuró Laurie, Louis ladeó la cabeza - No has comido nada en horas, vas a enfermar.

- Dudo que las personas de este palacio aprecien una trágica orquesta de ollas y platos chocándose entre sí a estas horas - exclamó, su hermano reprimió una risa con una media sonrisa porque sería demasiado doloroso permitirse reír.

-Prométeme... - Laurie hizo una pasa para toser y Louis se acercó para acomodarle las almohadas con cuidado - Prométeme que apenas amanezca llamarás a Ravenna y le pedirás un desayuno especial, y te lo comerás todo.

Louis sonrió y negó con la cabeza.

- Te lo prometo, la llamaré y le pediré dos desayunos especiales -dijo el menor haciendo énfasis en la antepenúltima palabra. Laurie tragó saliva con fuerza, Louis lo notó y apretó su mano, de nuevo.

-Solo será necesario uno Louis - dijo al final, desviando la mirada herida en el rostro de su hermano menor, la persona que sin duda más adoraba en este mundo.

Dejarlo solo era lo último que Laurie quería hacer, pero sabía que el dolor que estaba sintiendo desde hace horas y todo el sudor frío cubriendo su cuerpo no podían significar sobrevivir hasta más del amanecer. No había que ser muy inteligente para notarlo.

-No digas eso - la voz de Louis salió rota, probablemente a causa del nudo que llevaba en la garganta y estómago desde que recibió la noticia.

-Prométeme también que cuidarás de Dalia, y de Olivia - agregó Laurie, las lágrimas no tardaron en llegar a los ojos de Louis.

- Laurie - reprochó con el tono más severo que le fue posible.

- Prométeme que no dejarás que papá arme una guerra por lo que me ha sucedido.

La mirada de Louis oscureció.

- Te clavaron una daga en el abdomen, te tendieron una emboscada, yo mismo armaría una guerra si papá no lo hiciera.

-Yo me lo busqué - respondió él con la voz sorpresivamente firme, la voz que usaba para dar órdenes, la voz que indicaba que si lo refutabas te metías en un callejón sin salida.

-Estabas protegiendo a Dalia - Louis se atrevió a decir, Laurie lo miró con más intensidad.

-No... - hizo una pausa para tomar aire, sentía como le hacía más falta a cada minuto que pasaba - ella me dijo que él no le había hecho daño y aún así lo amenacé. Fue mi error, y no permitiré que se arme una guerra por ello.

-Él esta vivo y sano, descansando plácidamente en su sucia alcoba y tu estás aquí, con una herida en el vientre que no te deja ni reír , no me digas que no se merece todo lo que sea que papá decida hacer - los ojos de Louis estaban llenos de lágrimas, sin embargo ninguna caía aún.

Lágrimas de dolor e ira que estaban desesperadas por salir pero él no lo permitía, no deseaba que lo último que vea Laurie sea su rostro empapado en ellas.

-Da igual, yo no estaré aquí para verlo - su hermano menor se tensó ante sus palabras - Pero te juro que voy a estar siempre pisando tus talones Lou, cuidándote, así que más te vale que no te metas en líos. No voy a descansar hasta saber que tú y nuestras hermanas están a salvo. - la voz de Laurie se había tornado más lenta y baja a medida que hablaba. Louis agachó su cabeza sin ser capaz de aguantar más el dolor, las gotas saladas cayendo frenéticamente por sus mejillas, sin hacer ruido alguno.

-Lou, mírame - el menor obedeció, reprimiendo un sollozo al notar los ojos de su hermano ahora llenos de lágrimas. Le dolía, le dolía tanto pensar que en algunos minutos, con suerte horas, esos ojos azules a los que había admirado toda su vida, esos ojos azules en los que siempre había encontrado apoyo y amor, esos ojos que habían estado puestos en él siguiendo cada uno de sus pasos desde que nació iban a cerrarse. Y no iban a volver a abrirse nunca más.

- Siempre voy a estar contigo, ahora solo estaremos en lugares diferentes, quiero que entiendas eso, enano.

La voz de su hermano mayor ahora era solo un susurro, y dos lágrimas manchaban sus mejillas.

Laurie siempre tenía un apodo diferente para él, y el que acababa de decir (que en una situación distinta le hubiera fastidiado mucho), sonaba como el sobrenombre más dulce y tierno de todos los que le había dicho.

- Más te vale cumplir todo lo que has prometido, porque te aseguro que aún lo voy a recordar cuando te vuelva a ver.

Louis lloraba, colocó su otra mano sobre las manos entrelazadas de ambos y apretó con fuerza.

¿Como podía? ¿Como Laurie podía siquiera creer que Louis sería capaz de mantener sus promesas? ¿Como alguien podía mantener sus promesas si el dolor nublaba cada centímetro de su alma y cuerpo?

Laurie empezó a temblar levemente, Louis se paró de la silla y se arrodilló a su lado, la luz de la mañana comenzaba a colarse por la gran ventana de la habitación, el canto de unos cuantos pájaros resonando a la distancia. Laurie tragó con fuerza y Louis vio el miedo en sus ojos, se acercó aún más, apoyando sus codos sobre la cama, llevando las tres manos a sus labios, colocando un suave beso en lo nudillos de su hermano.

Si ya era seguro que la muerte había hallado la alcoba de su hermano y se encontraba en la puerta , Louis intentaría devolverle la calma y amor que su hermano mayor le había dado a él estos dieciocho años, en sus últimos segundos de vida.

Ambos dirigieron la mirada a la vista ante ellos.

- Cuando eso pase - Laurie hizo una pausa y tomo aire por última vez, entre lágrimas - cuando nos volvamos a ver, nos abrazaremos ante un amanecer tan digno de nuestro cariño como el de ahora...Es una promesa enano.

Call me to Heaven * Larry Stylinson *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora