La noche empezó a hacerse presente y Ohm aún conducía, se le había ocurrido dónde podía llevar a Fluke pero antes debía hacer una llamada.
Así que viendo por el retrovisor que no había ningún auto se estacionó a un lado de la carretera, dándose la vuelta se cercioró que el menor aún seguía dormido
Sacando su celular marcó el número y se llevó el aparato a su oído.
El primer beep sonó y...
-—¿Quién? —habló una voz varonil.
—Soy Ohm, necesito tu ayuda.
—¿Ohm? ¿Que pasa? —cuestionó preocupado.
—Tengo problemas ¿Puedo ir a tu casa?
—No creo que sea buena idea tú sabes...
—Escucha, si ésto no fuera una emergencia no los pondría en peligro —interrumpio rápidamente.
—De acuerdo —aceptó resignado— Pero no dejes que te sigan.
—Bien, te veo allá —con un suspiro colgó la llamada y tiró el celular en el asiento del copiloto.
Ahora debía pensar cómo saldría de ésta situación. Por una parte su pareja estaba en pleno celo y el olor cada vez estaba siendo que pierda el autocontrol, y ahora... Mierda.
—¿Ohm? —llamó una voz débil desde atrás.
—Aquí estoy cariño —habló Ohm de forma tranquilizadora.
—Hueles rico —dijo con un tono de voz dulce— Como a chocolate. Me gusta el chocolate.
Ohm apretó fuertemente el volante. Que no daría por detener el coche, ir a los asientos traseros y colocarse encima del castaño para sentir ese afrodisíaco aroma para después despojarlo de toda su ropa y...
No.
Inhalando y exhalando con lentitud trató de mantener la calma.
—Solo descansa, ya casi llegamos —manifestó con seriedad.
—No. Quiero abrazarte como a un osito —replicó con un tono lastimero.
—¡Que descanses Fluke! —ordenó con su voz de Alfa haciendo que el castaño se asustara y soltara un olor que denotaba tristeza.
El menor se encogió en su lugar, sostuvo más fuerte la cobija y no pudo evitar que una lágrima cayera por su mejilla.
—Hey, lo siento, es solo que estoy haciendo lo posible para controlarme —Explicó mirándole por el retrovisor.
Después de eso nadie dijo nada más. Reinaba un silencio algo incómodo.
Ohm se trató de concentrarse en el camino, el lugar al que se dirigían estaba casi en medio del bosque por lo que el azabache tuvo que desviarse de la carretera de asfalto a un pequeño camino de tierra.
Al ver por el espejo del retrovisor vió que Fluke se había dormido de nuevo, pero aún podía sentir el aroma de lluvia que significa tristeza, por lo que su Alfa interior quería consolar a su Omega pero no podía, no ahora.
Pasó alrededor de medía hora y se pudo divisar unas luces, lo que significaba que habían llegado.
Estacionó el coche en la entrada, vió a una persona en la puerta principal. De prisa se bajó del automóvil.
—¿Nadie te siguió? —preguntó el hombre en cuanto Ohm se acercó lo suficiente como para oírlo.
—Absolutamente nadie —aseguró— También me da gusto volver a verte Kao —añadió, para luego darle un abrazo.