Capítulo IX. Mi santuario

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Sus besos sabían a infinita gloria, ansiaba más de él, por lo tanto halé su cabeza lo más cerca, caminamos torpemente aún cegados por la calentura hasta que mi espalda llegó a la puerta del establo, me separé a milimitro de él para abrir la puerta mientras sentí sus monados besos sobre mi hombro izquierdo y sus manos recorrer mi cuerpo.

Entramos y cerré la puerta, seguímods besándonos desesperadamente hasta que sus manos se posaron sobre mis pechos y nos miramos fijamente, como si me pidiera permiso de hacerlo en el establo.

Subió mi sueter verde hasta mostrar mi bracier y siguió besando y masajeando mis pechos, varios gemidos bajos se me escaparon, y de pronto sentí las manos completamente frías de Jhoney sobre mis senos desnudos.

—Jhoney... —solté y tiró de mis pantis.

Su respiración agitada me excitaba, mucho más que sus besos, pasó su lengua lentemente por mi abdomen en línea recta, entonces bajó mucho más su rostro y metió su ccabeza bajo mi falda, agarró mi pierna y la colocó sobre su hombro.

Puse mis ojos en blanco al sentir su lengua moviéndose ágilmente, comenzó moviendo mi clítoris sin piedad, y luego adentrandose en mi vagina. Estaba presenciando lo más asombroso de mi vida.

—Estás muy mojada, nena... —dijo Jhoney separándose un poco.

—¡No pares! —halé su cabeza nuevamente a mi interior, escuché que se rió y volvió a hacerlo, mostrandome nuevos colores y sensaciones. —¡Si! —mordí mi labio y masajeé uno de mis pechos, estaba muy inquieta y él se veía muy tranquilo ahí abajo, aunque no se sentía como si lo estuviese. Entonces dejé de sentir sus labios y metió un dedo suyo dentro de mí. —¡Ah! ¡Más!

Jhoney se levantó y me besó como si el mañana no existiera, introduciendo y sacando continuamente su dedo, luego agregó otro sin aviso alguno haciendo que gimiera en su boca.

—Me gusta cuando gimes... —dijo con una voz ronca y baja. —solo gime mi nombre. —asentí y Jhoney hico movimientos mucho más rápidos.

—Mmm... ¡Ah! —acabé en sus dedos, y fue el más placentero hormigueo de mi vida.

—¿Te gustó, nena? —sacó sus dedos y los chupó.

—Me encantó, Jhoney. —dije tratando de recuperar mi respiración.

Miré hacia abajo y noté su gran erección pidiendo atención, sonrió malévolamente al ver que trataba de abrir su cierre.

—Elizabeth, de esto me encargo yo. Ya te he dado tu regalo de cumpleaños. —me volvió a besar. —Vuelve a la casa, yo voy luego.

—Está bien. —lo besé nuevamente y busqué mi pantis, pero no estaba.

—¿Buscabas esto? —volteé y Jhoney la tenía. —Vuelve a casa sin ella, yo la voy a necesitar.

—Pero...

—Anda.

Me reí por aquello y le hice caso, fui a la casa y con mucho cuidado caminé a la ducha donde volvería a recrear ese momento mágico en la tranquilidad de mi imaginación.

Al otro día fuimos a La Cueva del Santo Hermano Pedro, una cueva convertida en santuario cristiano, donde se disfruta de la paz y tranquilidad del decorado espacio. Uno de los guías nos explicó que la gente normalmente escribe un deseo en un papel y los mete entre las rocas.

Miré con poco disimulo a Jhoney quien solo miraba la decoración del espacio y tomaba fotos perdido en su mundo. Desde anoche no había mencionado lo que habíamos hecho, ni siquiera me hacía miradas descaradas, actuaba como si nada hubiese sucedido y solo fueramos extraños nuevamente.

—Jhoney... —me acerqué susurrando.

—Dime. —susurró.

—¿Quieres desear o agradecer algo? Podemos escribir nuestros pensamientos y dejarlos entre las piedras... ¿Qué te parece? —dije intentando guardar mi emoción, quería espiar su papel.

—Muy bien. —alzó los hombros y tomamos los papeles.

Traté de ver su deseo o agradecimiento desde el lugar en que estaba, pero su letra era muy cursiva y pequeña, no entendía lo que había escrito y luego dobló el papel y lo metió entre unas rocas. Él se quedó mirando mi papel, aún no había escrito nada, entonces escribí: "Gracias por estas vacaciones", él sonrió negando la cabeza y siguió caminando.

Llegamos a un sitio donde las personas oraban, mis padres se arrodillaron y comenzaron a orar juntos, lo que me pareció muy tierno y conmovedor. Yo era creyente pero no iba a la iglesia, miré a mi lado y Jhoney tenía los ojos cerrados y movía su boca diciendo cosas en voz inaudible, oraba. Dios. Jhoney se ve tan precioso cuando ora. Me ha dado una nueva razón para amarlo.

Tuvimos una tarde larga en el santuario, y luego nos dirigimos a la playa que quedaba cerca de la casa. Jhoney se montó en un yate junto con su padre y pasearon por el mar como si fuesen los dueños del azul, mientras todos jugabamos con una pelota en el agua y hablabamos de lo plenos que nos sentimos en esa cueva. Debo admitir que la paz en mi cuerpo se multiplicó cuando entramos a ese santuario, fue como si el Señor me arropara con su manto de paz y no me soltara nunca. Fue gratificante.

Llego la noche y los adultos se querían quedar en la playa a cenar, pero Jhoney y yo queríamos ir a casa, así que nos dejaron ir. La caminata desde la playa hasta la casa, fue silenciosa y tensa. Jhoney no me hablaba y yo no sabía como iniciar una conversación amena con él, después de que me despojara de mi virginidad.

Cuando abrí la puerta algo en él se encendió y de pronto subió las escaleras con ansias, cerré la puerta y le pregunté qué le pasaba.

—Vamos a la habitación de tus padres. —dijo con una sonrisa de diablillo.

—¿Qué?

—Quiero besarte, me aguanté las ganas de hacerlo. Vamos.

—Pero... mis padres pueden venir en cualquier momento.

—¿No quieres hacer algo prohibido, Elizabeth? ¿Algo por lo que no te dejen entrar al cielo?

—Pero yo si quiero ir al cielo.

Jhoney caminó hacia la habitación de mis padres y abrió la puerta, luego me vio.

—Entra al cielo conmigo. Te prometo que vendrán a media noche, conozco a mis padres y hablaran hasta mañana.

¿Cómo decirle que no a Jhoney? No sabría como, su apariencia de ángel me incitaba a hacerle caso, estaba completamente enamorada de él y mi alma estaba a su nombre ¿Por qué lo amaba tanto? Tal vez porque su cuerpo era mi santuario en el que oraba y agradecía.

...
Holaaa. Quería saber ¿Qué piensan de Jhoney? Dejen su estrella si les gustó y un comentario (¿Les cae mal o bien?).

Hasta los huesos // #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora