Capítulo XIII. Obsesión

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Desde aquella confesión, mi boca olvidó como dejar de sonreír y extrañó la suavidad de sus labios cada minuto. Mi obsesión era diferente cada día. Lunes: su cabello. Martes: sus labios. Miércoles: su torso. Jueves: sus canciones favoritas. Viernes: sus temas de conversación. Sábado: sus manos. Domingo: sus ojos.

Pero todos los días su humor decaía, hasta que un día en la playa mientras comprabamos helado, y él escondía sus ojos celestes de mí manteniéndolos fijos en los sabores que habían.

—Uno de chocolate y otro de uva... —le dijo al heladero ignorando mi presencia, mis padres no están cerca así que podía tomar mi mano.

A mi alrededor habían muchas chicas en traje de baño comiéndoselo con sus ojos de arpías, pero él no se daba cuenta, solo veía como el heladero sacaba los helados de la caba y luego le dio el dinero. Inmediatamente me dio la paleta de uva y tomé su mano para que las arpías guardaran sus miradas descaradas para otro.

Les lancé una mirada mientras caminabamos y ahora me veían a mí como si les hubiese robado un tesoro.

—¿Qué pasa? —me preguntó antes de darle un mordisco a su paleta de chocolate.

—Eso te quería preguntar... —intenté conectar su mirada con la mía. —tus ojos son mi nueva obsesión Jhoney, si no me ves me quebranto.

—Pensé que tu nueva obsesión eran mis manos. —dijo con una risa floja.

—Ahora son tus ojos y necesito... —dejamos de caminar y me puse frente a él. —que me veas.

Después de un largo suspiro, clavó sus cielo azul en mí, estaba triste, lo sabía porque no tenía brillo alguno en sus iris, estaba apagado y me lo transmitió en un pestañeo.

—He reprobado en cuatro materias, me llegó la boleta hace tres días y mis padres no están muy contentos con eso. —dijo con pesadez.

—Eres muy inteligente para reprobar. —bromeé pero él no se lo tomó muy bien.

—La universidad no se trata de quién es más inteligente, Elizabeth. —vociferó con mucha seriedad. —Yo soy un desastre y no estoy bien siendo un desastre.

—Verás que... —intenté tocar su mejilla para acercarlo a mí pero él se alejó.

—Haré un castillo de arena con mis penas. —caminó lejos de mí.

Me dejó varada comiendo mi helado de uva, deshaciendo mi obsesión por su mirada pero ganandose los ojos de otras, miré a mi alrededor y las chicas lo miraban con lujuria.

—¡Lo siento, chicas! Está fuera del mercado. —les avisé sorprendiendome de lo abierta que fui, jamás en un millón de años hubiese dicho algo en voz alta a extrañas, pero el amor me ha cambiado para bien.

Estuve caminando frente al mar para darle un espacio a Jhoney, pero cuando volví al lugar donde estaban todos, Jhoney estaba discutiendo con su madre, comenzó a gritar como un demente y derribó el hermoso castillo que había hecho.

Solo quería que se sintiera mejor pero no estaba de acuerdo con que le hablara así a la señora Rita.

...
Un capítulo corto por hoy. 🥰

Hasta los huesos // #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora