Le pont

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"Pequeño pianista", era el apodo que utilizaba su madre para llamarlo, tal y como con el apodo de Ten, solo ellos 2 sabían sobre él, pero hace años que no lo escuchaba por lo que había olvidado que existía. Aún así, Taeyong sabía que era otra ilusión, por lo que solo esperó a ver qué haría para convencerlo.
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--¿No quieres quedarte conmigo Taeyong? Y porfin tener todos esos momentos con tu madre que siempre deseaste. Le sonrió y abrió sus brazos esperando su respuesta.

-Puede que si, pero siempre les falla algo en este lugar. Sonrió victorioso.

--¿De qué hablas?

-Mi madre nunca se ha preocupado por mi en todos mis años de vida y algo que de seguro no sabías era que nisiquiera me daba de comer, todo lo que comía estando con ella me lo daba mi abuela, pero buen intento, por lo menos ahora ya sé cómo se ve esa mujer.

Taeyong siguió caminando y dejó detrás al segundo obstáculo, jamás pensó que agradecería el hecho de que su madre sea un asco total de persona con él y que nunca lo haya alimentado o siquiera llamado por su nombre, ya que en sus buenos ratos le decía "pequeño pianista" y en los malos le decía "no deseado". Todo eso sin contar que lo maltrataba físicamente y en definitiva su madre nunca le abriría los brazos para abrazarlo.

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¿Cuál sería el último obstáculo por el que tendría que atravesar?

Sin duda la duda lo carcomía, pero era mejor estar tranquilo en ese lugar.

Mientras seguía avanzando notó que tendría que pasar a través de un puente que conectaba dos extremos totalmente diferentes, de un lado estaba él parado sobre el suelo seco con grietas que estaban llenas de fuego y totalmente silencioso y al otro lado se podian ver muchas siluetas de personas que iban de un lado a otro, parecía gente trabajando o siendo torturada, pero a la vez había una escalera que terminaba en una luz tan brillante que cegaba un poco al coreano, habían personas que parecían no poder notarlas, pero habían otras que luego de recorrer el puente iban en dirección a la brillante entrada. También se podían escuchar los gritos a kilometros de distancia, era escalofriante.

El puente era inmenso, podrías compararlo con el puente de las torres de Londres, era largo y ancho, suficiente para todas esas siluetas que aparecían por segundo, como si fueran ilusiones, pero no lo eran.

Todas esas almas pertenecían a los recién muertos, había todo tipo de almas allí, unas brillaban, todas con colores distintos, colores que iban desde el amarillo hasta un celeste y otras que eran rojas o incluso negras, era como estar frente a la escena de una pelicula de terror combinada con fantasía.

Taeyong inhaló y dio un paso en el puente, su idea era no mirar a sus costados ni detrás suyo para no distraerse, ya que debajo de aquel puente se encontraba un inmenso río de lava.

Era extraño para Taeyong ver que habían almas que se detenían a mitad del camino y se quedaban allí paradas como si se hubiesen congelado, todas tenían rostro y cuerpo, pero parecían no entender ni estar conscientes de donde se encontraban, simplemente estaban conscientes de que iban en dirección a algun lugar.

Por otro lado, las almas con el aura más bonita, aquellas que irradiaban colores brillantes si parecían estar conscientes de todo, incluso parecían sorprendidas al ver el lugar.

Las almas que no eran ni oscuras ni brillantes simplemente irradiaban un color en tono gris, no era ni brillante ni apagado, esas que no eran conscientes de dónde se encontraban, pero parecían conscientes de estar caminando con rumbo alguno, ya que veían a todos lados con expresiones imposibles de decifrar.

Please, give him back to me (TAETEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora