XII. La noche eterna

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Natalia no respondió, simplemente se movió para apagar la música y sus propias respiraciones la asustaron. Sin soltar a Alba atravesó el pasillo hasta a su habitación y cerró la puerta tras de sí, creando una burbuja.

- ¿Estás segura? - Paró un momento para mirarla fijamente a los ojos.- Tenemos todo el tiempo del mundo.

- Pues vamos a usarlo.- Concluyó pegándose de nuevo a sus labios.

En un sutil movimiento Natalia cambió la posición de sus cuerpos, dejando la espalda de Alba apoyada contra la puerta recién cerrada, embistiendo con su cuerpo al de la otra al ritmo de un beso cada vez más visceral al que renunciaban únicamente cuando se separaban para tomar aire.

La morena pegaba sus labios al cuello de la más baja mientras esta seguía enroscada en su cintura, moviendo y girando su cuello para dejarle siempre vía libre a una Natalia que parecía querer atravesarla, dejando la piel de su rostro pegada a cualquier rincón que estuviera explorando cuando paraba, con los labios entreabiertos, e intentaba recuperarse mientras parte de sus labios seguía mojando aquella piel cándida arrastrándose de nuevo hasta acabar en su boca.

Antes de volcarse contra una puerta de madera vieja, a horcajadas y sin desvestir, Alba tiró del pelo de Natalia para que la mirara directa y poder controlar lo que prendía los ojos de la morena para hacerla frenar, solo por un instante, pues no quería despersonalizar todo lo que estaba sintiendo, al menos no esta vez.

- Déjame verte.- Susurró acelerada la rubia, presa de la situación y sintiéndose insuficiente para dominarse a sí misma y a la sensación que buscaba escaparse de su cuerpo.

Hizo a Natalia reaccionar y moverse hacia la cama, apartando la guitarra que estaba encima de esta antes de dejar el cuerpo de Alba sobre ella, acomodando parte de su propio peso sobre el de la rubia, colocándose entre sus piernas y ayudándose con los codos para no permitirse poder hacerle ningún tipo de daño.

- Albi... - Le temblaron los labios por primera vez desde que habían entrado a su habitación, pero el brillo de sus ojos confirmaba la seguridad y el deseo que sentía por estar allí.- ¿Puedo? - Preguntó rozando con una mano las costuras del top que cubría a la rubia.

Alba se limitó a levantar los brazos y asentir con la cabeza sin dejar de mirarla, abrumada por lo que estaba viendo en sus ojos, por el calor que le estaba transmitiendo su cuerpo y por el oleaje de sensaciones que le nublaba la coherencia.

Natalia se deshizo de la prenda lentamente, sin dejar de tener en cuenta lo que estaban haciendo y sin permitirse descuidar ni uno solo de sus movimientos pues aunque estaban empezando a conocerse mucho más de lo que habría imaginado, este terreno compartido era nuevo para ambas y ninguna quería malgastar el tiempo ni cometer errores.

- Eres guapísima.- Susurró Natalia al ver su torso al descubierto para después pegar sus labios a cada uno de sus pechos desnudos mientras Alba ponía una mano en su abdomen para empujarla hacia atrás y pasando una de sus piernas por alrededor de su cuerpo, hacerla caer, invirtiendo las posiciones.

Si ya era suficientemente impactante estar en esa situación y acabar de creerselo, mirar hacia arriba y tener a Alba Reche, desnuda de cintura para arriba, mirándote como si fueras aquello que más desea en el mundo, con esa mirada de gata que no se ocultaba a pesar de ralentizar todos sus movimientos, no hacía especialmente fácil poner los pies en la tierra.

- ¿Quieres hacerlo tú? - Preguntó la morena antes de quitarse la camiseta, viendo que Alba se limitaba a acariciar su piel por debajo de la tela, sin decidirse, mientras hacía pequeños movimientos a modo de balanceo sobre su cuerpo, aún con demasiadas capas de por medio.

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