XIII. Despertar y tapar el sol con una mano

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Mientras Alba dormía a pierna suelta Natalia no pudo evitar despertarse con la luz que entraba por la ventana, y la necesidad de ir al baño por no haberlo hecho antes de dormirse la hizo tener que levantarse a regañadientes de su hueco de 90x200 de paz.

Eran las nueve y media de la mañana y sorprendentemente el buen tiempo volvía a aparecer por Madrid después de días sin dejar de llover, por lo que volverían la música, los ratos de aplausos desmesurados y las ganas de pasar un rato tomando el solecillo. Abrió la ventana y se puso una camiseta enorme antes de salir de la habitación, con miedo de que la rubia que seguía durmiendo pudiera pasar frío o resfriarse, por lo que le tendió otra manta más por encima.

Una vez en el baño se lavó la cara. Dos veces. Se puso de cuclillas mientras seguía agarrada al lavabo y cerró los ojos, intentando tomar aire. Joder, qué fuerte. Se levantó y se miró al espejo, despeinada y completamente sudada, pero no pudo evitar sonreír. Necesitaba darse una ducha con urgencia pero no quería dejar sola a Alba en su habitación demasiado tiempo, por lo que después de reprimir un grito entre las palmas de sus manos, volvió a lavarse la cara y volvió a su habitación. Se moría de hambre pero eso podía esperar.

Cuando regresó, la rubia seguía exactamente igual que la había dejado, cosa que agradeció. De esta manera podía disfrutar de ella más tiempo y además mirarla dormir, que era sin duda una de las situaciones que más tranquilidad le había dado en toda su vida. Intentó volverse a meter en la cama sin estorbar demasiado pero el cuerpo de Alba parecía buscar su calor, pues en cuanto se metió entre las sábanas la rubia cambió su posición para pegarse al cuerpo de Natalia y colocar su cara en el hueco del cuello de esta.

La morena se estremeció al notar a Alba pegar suavemente los labios a su cuello y sonrió.

- Está muy feo eso de hacerse la dormida.- Le acarició la cara con el brazo derecho, pues el otro había quedado totalmente enterrado debajo del cuerpo de Alba.

- Sigo soñando.- Susurró esta provocando la risa de Natalia.- Te he escuchado levantarte y no sabía si ibas a volver, pero ya veo que sí.

- Necesitaba ir al baño con urgencia, te recuerdo que ayer nos saltamos esa parte.- Besó su frente.- Buenos días.- Sonrió todo lo que le daba, en una de esas sonrisas sinceras que llegan a los ojos.

- Buenos días.- Levantó la cara Alba para alcanzar sus labios un instante.- Me muero de hambre.- Volvió a esconderse en su cuello, desperezándose.

- Lo mismo digo, necesito tanto comer como darme una ducha, aunque creo que lo segundo es más necesario.- Concluyó cerrando los ojos para disfrutar de la cercanía de Alba y sentirse completa.

- Si te parece, voy entrando yo a la ducha, que tardo un poquito más, después te duchas tú y desayunamos juntas.- Le besó la mejilla mientras Natalia seguía con los ojos cerrados, para pasarle por encima y salir, desnuda como estaba.

- Tranquila, que no miro.- Rió la morena intuyendo que la otra debería estar totalmente ruborizada por tener que salir así.- Las camisetas están en el armario, pilla la que quieras.

Sin decir ni una palabra más, Alba se puso una camiseta cualquiera de las que tenía por allí encima de una silla, pues no era plan de ensuciarle una prenda para nada, y cogió otra de manga larga enorme para después de la ducha. Puestos a pedir, prefería tener en mente que todo lo vivido había sido real cuando se tuviera que enfrentar a ello, y llevar puesta la ropa de Natalia, ayudaba y mucho.

Dejó que ese rato a solas en la ducha le quitase cualquier pensamiento que la hiciese temblar, y apoyada con ambas manos en los azulejos del baño se dejó atravesar por el agua.

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