XVI. La última cena

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- ¡Joder! Si ya pensábamos que Natalia te había pegado un bocado y ahora te faltaba media oreja y por eso no te dejabas ver.- Reía María pixelada en una de las cuadrículas de su pantalla.

- Pues me voy a pirar en diez minutos que tengo planes. Más te vale dejarme hablar si te quieres enterar de algo.- Se cuadró Alba, viendo venir la que le iba a caer después de tener tanto tiempo desinformadas a sus amigas.

- Uy, uy, uy, planes dice.- Carcajeó Julia, pensando que era una broma - Ni que fueras una ejecutiva o Pablo Casado.

- Que sí, que esta noche Natalia ha decidido hacer algo un poco más especial y está preparando la cena y tenemos que hacer todo el paripé de vestirnos con algo que no sea un chándal desgastado.- Sonrió al pensar en la ilusión que le hacía la iniciativa de la morena.

- Se os está pirando la cabeza entre tanto encoñamiento y tanto encierro, estoy flipando, ¿con qué clase de personas he estado conviviendo desde septiembre? - Las caras de todas eran un cuadro, pero la Mari no podía creerse hacia donde las estaba llevando todo esto.

- Pero aquí lo que queremos saber es si habéis roto ya algún mueble follando, porque no dudo que lo hayáis hecho.- Argumentó Julia mientras se llevaba una taza a la boca para esconder la sonrisa pícara que le salía sola.- Le tenía mucho cariño a la mesita de la entrada, espero que no haya sido esa.

- ¿¡¿Marta estás llorando?!? - Preguntó de repente María.

- Es que me parece precioso, que se han enamorado estando recluidas, es to' bonito.- Lloriqueó Marta mientras se sonaba la nariz con un clinex.

- Calma, calma.- Pidió Alba llevándose una mano a la frente para después resoplar.

No sabía si reír, llorar, o darse con un martillo en la cabeza.

- No, no hemos roto ningún mueble pero mira, ojalá, porque ya va tocando.- Retomó antes de que sus amigas salieran del shock y pudieran empezar a burlarse.- Y no, no nos hemos enamorado Marta, tío que nos estamos conociendo, si hasta hace mes y medio éramos casi desconocidas.

- Vamos, que cuando Pedro anuncie que se puede salir a hacer deporte vosotras diréis que preferís correos en casa.- Soltó una carcajada seca la madrileña, que se quedaba siempre con la parte del mensaje que le interesaba.

Alba no pudo evitar reírse ante las ocurrencias de María, que a pesar de parecer a veces demasiado obscena, era una de sus mejores amigas y siempre que tuviera algún problema recurriría a ella.

- Pero, ¿eso significa que todavía nada? - Preguntó Julia asombrada por el aguante de las chicas.

- Eso significa que ha habido algo pero no lo suficiente.- Se sonrojó Alba, que a veces pensaba en volver a dar el paso pero se acojonaba demasiado por si Natalia no se sentía cómoda más allá del juego de tira y afloja que mantenían cada día.

- Tía, pues si tú quieres y ella también, perdona que te diga pero estáis perdiendo el tiempo.- María siempre directa a la yugular.- El fin de curso llega cuando menos te des cuenta, y por mucho que estéis encerradas ahora, vivís cada una a tomar por culo tía, que luego nos echamos muchísimo de menos, imagínate si tenéis un vínculo así.

- Mirad, es que prefiero no pensarlo, voy a disfrutar de todo como vaya fluyendo sin darle importancia a los tiempos, si surge genial y sino, joder, pues me las apaño sola.- Rió Alba intentando destensarse.

- Di que sí, esa es mi niña.- Aplaudió Julia.- Si necesitas ayuda alguna vez solo tienes que decírmelo, ya sabes.- Guiñó un ojo.

- Gracias, gracias, bueno, os dejo que me tengo que duchar y todo.- Se excusó la rubia queriendo salir corriendo.- Gracias por aguantarme siempre, sois un pilar jónico.

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