X. El alcohol desinfecta las heridas

6.1K 368 117
                                    

- No voy a ser yo la que se queje de hacer esto a cada rato.- Susurró Alba al despegarse.- Pero algún día tendremos que hablar y tenemos la mala suerte de que no nos podemos ignorar los mensajes para darnos tiempo a pensar.- Sonrió.

- Necesitaremos vodka.- Concluyó Natalia.

- Mucho vodka.

Se levantaron y recogieron todo lo que habían sacado para el desayuno, decantándose más tarde por dedicar la mañana a hacer limpieza y organizar nuevamente las compras. Mientras que Natalia intentaba hacer cualquier movimiento o cualquier comentario para estar más cerca de Alba, la rubia parecía mucho más ausente. Cuando normalmente hubiera cantado todas las canciones que sonaban y bailado como una niña, se limitó a limpiar lo que le correspondía y sonreírle en cada demostración, pero su cabeza estaba en bucle.

No sabía cómo sentirse, la situación podía estallar en cualquier momento y a ratos la asaltaban pensamientos que no debería estar teniendo aún, solo se habían besado. Lo que la aterrorizaba eran las mil y una razones que te pueden atar a alguien y a las que ellas estaban expuestas a pecho descubierto debido a la situación.

No quería sentir que necesitaba a Natalia ni sentir que Natalia la necesitase a ella, y de ahí crear la distorsión de un amor que no existía. Puede parecer absurdo pero el encierro baila con nuestro estado anímico a su antojo y no podemos hacer nada para evitarlo.

Por suerte, antes de que pudiera seguir dándole vueltas, la morena se percató de que no estaba todo en su lugar, y que si tenía que perder la vergüenza, el miedo y el pudor, por hacer que Alba no se sintiese mal, lo iba a hacer, ya fuera sobria o con un cuarto de botella de vodka.

Lo peor de la cuarentena es que tienes mucho tiempo para pensar, y a veces no estás en condiciones para hacerlo.

Las cosas fluyen tan rápido que a veces no somos capaces de sentir todo lo que nos atraviesa. Somos conscientes de que para bien o para mal nos marcará, porque cuando falta el aire sabemos que será parte de nosotros aunque no lo queramos.

- Alba, tenemos que organizarnos otra vez para hacer la compra, nos estamos quedando sin leche y algunas cosas básicas, si quieres en un momento lo vemos y bajo yo.- Rompió el silencio Natalia después de que acabaron de fregar.- Al menos esta vez no me pasaré de largo.- Rió.

- Vale, luego tengo que ponerme con un trabajo que tengo que entregar en el campus virtual y voy contrarreloj, como siempre.- Se pasó las manos por la cara.

- ¡Albi no hagas eso! - Chilló la morena de repente, provocando que la otra se brincase con la cara desencajada.

- Joder, ¿qué pasa? - Preguntó Alba cuando se recompuso del susto.

- La cara, que no te puedes tocar la cara, que es peligroso.- Hizo que la rubia estallara en carcajadas.

- ¿Me lo estás diciendo en serio? Natalia, ¿quieres que te diga cuantas recomendaciones nos hemos saltado.- Rió.- La distancia de seguridad nuestra se mide en un palmo.

- Ah, jo, es verdad.- Se ruborizó por la vergüenza.- Bueno... vamos a hacer la lista cuanto antes que seguro hay que hacer muchísima cola.

- Tengo mascarillas en el armario de pintar con spray, no te pienses que vas a salir sin nada.- Dijo seria.

- Claro, claro, muchas gracias.- Sonrió Natalia por la preocupación de la otra, parecían un matrimonio de octogenarias.

.
.
.
.
.
.
.
.
.

Llegó la noche y lo prometido es deuda, no había tensiones ni problemas de los que debían preocuparse en el futuro que frenase aquello.

Habrían aprovechado que los vecinos ponían música por el hecho de ser viernes, pero el tiempo no acompañaba para salir al balcón, por lo que se decantaron por ponerse de acuerdo con las demás compañeras del piso y con algunas amigas, e hicieron una videollamada grupal mientras todas seguían el directo de instagram de un dj amigo de María. Cualquier situación hubiera sido aprobada dado que todas tenían la misma finalidad. El ciego.

RecluidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora