XIX. Mi verano está roto pero tú eres calor

5.5K 279 40
                                    

Días y días después, inicios de la fase 1.

Natalia estaba tirada en la cama de Alba mientras sonreía al verla pintar, con la lengua asomando entre los labios.

Llevaba días con una sensación extraña, el tiempo estaba pasando terriblemente rápido, las quincenas volaban y no sabía cómo sentirse. Claro que quería ver a su familia, ver que estaban bien, abrazar a sus amigos, pero ni por asomo tenía motivación alguna por tomarse una cerveza en una terraza o irse de compras.

La verdad es que las latas de cerveza del chino que se tomaba con Alba en la terraza esos días que los horarios se distorsionaban y acababan comiendo a las cinco de la tarde, o la falta de sueño que las empujaba a fumarse un cigarro a las dos de la mañana mientras escuchaban el silencio de la ciudad, le parecían más que suficiente.

Estaba acostumbrada a no disfrutar de los silencios, aunque pasase mucho tiempo sola. Siempre había algo a lo que terminaba dándole vueltas, algo que la incomodaba y le hacía dejar incluso de escribir. Hay sensaciones que te impulsan a crear, aunque tiren de ti hacia un lado o hacia otro, sientes la necesidad de soltarlas, de atreverte incluso a poetizarlas, pero en un bucle de malestar es imposible sacar fuerzas.

Pura retroalimentación.

- ¿Cómo es que te has quitado esto? - jugaba la morena con un anillo de Alba que había dejado encima del edredón de la cama - Tú nunca te quitas los anillos para nada.

- Bueno...- se limpió las manos en una camiseta vieja que tenía a modo de trapo para acercarse a Natalia - Puede que ahora quiera que la que no se lo quite para nada seas tú - se encogió de hombros - si tú quieres, claro.

- ¿Me estás pidiendo matrimonio, Alba Reche? - vaciló.

- Eres tonta, yo solo quería que, bueno, cuando estemos a quinientos kilómetros, me sientas cerca si así lo quieres - agachó la mirada algo avergonzada.

Natalia tuvo que tragar saliva.

- Hace unos meses me parecería surrealista estar viviendo esto ¿sabes? Ahora lo que no consigo asimilar es que se esté acabando - tiró del cuerpo de la rubia aún más mientras ella se enderezaba y dejaba caer sus piernas al suelo para poder resguardar el cuerpo de la rubia entre ellas.

Se separó unos segundos para colocarse bien el anillo en el índice de la mano tatuada y abrazó con fuerza a Alba, que mantenía las manos en alto para no manchar a la más alta.

- Sé que no es de agradecer, pero es que siento la necesidad de darte las gracias constantemente - levantó la cabeza Natalia para dejar la barbilla apoyada entre el pecho de Alba.

- Yo no hago nada, todo lo que hacemos, lo que conseguimos, lo hacemos juntas - besó su coronilla.

Es difícil asimilar o reconocer el momento en el que alguien empieza a formar parte de tu vida. Olvidas por momentos desde cuando os conocéis, comienzas a tener que hacer demasiado esfuerzo para recordar cómo era todo antes de que ella llegara. A veces son solo meses, a veces conoces realmente a alguien después de años sabiendo de su existencia, pero es imposible que te quedes indiferente. Porque una canción de devuelve a ella, porque aquel viaje no habría sido el mismo, porque su compañía y todo lo que te ha traído ocupa tu mente cuando el día se calla.

Natalia pasaba las manos por la espalda de Alba, una y otra vez, dejaba besos suaves en toda la zona más próxima a su boca, rozaba la mejilla contra la tela de la camiseta de la rubia, aspiraba su olor, mezclado entre con de trementina y crema hidratante, volvía a apretar.

- Me da igual que me manches, pero me gusta que me des calorcito - puso un puchero la morena.

- ¿Calorcito? Si te has pasado la mitad del día en bragas porque te estabas muriendo de calor, imbécil - rió Alba arrugando la nariz para después separar a la otra de un golpe en el hombro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RecluidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora