La Hidra de Lerna

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La Hidra de Lerna... Heracles no le
tenía miedo a nada y, sin embargo, el solonombre de este monstruo hacía estremecer
a cualquier mortal. La Hidra era una
serpiente acuática de siete cabezas que
causaba horror y destrucción. Tan
venenosa que ni siquiera necesitaba
morder para matar. Su aliento pestífero
emponzoñaba a cualquiera que se le
acercase, incluso mientras dor mía. Era
hija de Equidna y Tifón, como el León de
Nemea, y la mismísima Hera la había
criado desde pequeña, para hacerla luchar
contra Heracles. Y ahora que Heracles
había matado a su hermano, la Hidra tenía
razones personales para odiarlo y tratar
de destruirlo.
Heracles se acercó al pantano de Lerna,
usando una tela espesa que le tapaba la
boca y la nariz, para filtrar los vapores
venenosos de la Hidra. Atacó primero consus flechas incendiarias, pero solo logró
irritar al monstruo, que se irguió por
encima de las aguas, listo para matar.
Heracles, entonces, sacó una hoz,
creyendo que podría segar las cabezas de
serpiente como si fueran espigas de trigo.
Pero no conocía todavía la característica
más terrorífica del monstruo: cada vez
que cortaba una cabeza, crecían otras dos.
¡La Hidra parecía inmortal! ¡Y cada vez
más peligrosa!
Esta vez Heracles comprendió que no
podría solo contra el monstruo y le pidió
ayuda a su sobrino Yolao, el hijo de su
hermano mellizo. Mientra Heracles
cortaba las cabezas de serpiente, Yolao,
con una antorcha, quemaba valientemente
los cuellos mutilados para impedir que
volvieran a nacer.

 Mientra Heracles
cortaba las cabezas de serpiente, Yolao,
con una antorcha, quemaba valientemente
los cuellos mutilados para impedir que
volvieran a nacer

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La cabeza del medio era inmortal.
Heracles la separó del cuerpo, Yolao
cauterizó el cuello, pero la maldita
cabeza, aunque no se podía reproducir,
seguía viva.
Entonces el héroe la aplastó con su
maza, la enterró a gran profundidad y puso
encima una roca del tamaño de una
pequeña montaña.
Heracles había vencido para siempre a
la Hidra de Lerna. Antes de partir mojó
las puntas de sus flechas en la sangre
venenosa del monstruo, haciéndolas
invencibles, y se dirigió a Argos para
informar a su primo Euristeo.
Pero el mensajero de Euristeo, que seapresuró a esconderse, como de
costumbre, fue terminante: el rey no
aceptaba este trabajo como uno de los
diez que le habían sido impuestos.
Heracles debía realizar cada tarea por sí
mismo. En este caso había contado con la
ayuda de Yolao y, por lo tanto, este
trabajo no contaba.

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