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-¿Y esos dos chicos tan guapos con los que habéis hablado?- nos interroga Eva.

-¿Cómo le has dicho eso, Sam? ¿Y si decide no venir, cómo lo vas a encontrar? Si no sabes ni su nombre- me pregunta Eva mientras nos sentamos.

-Si te fijas en su chaqueta, es profesor de una escuela de esquí, si no me lo da, iré y preguntaré por él, fácil.

Ninguna de ellas parece ver algo malo en mi "plan", así que Eva y yo nos disponemos a contarles toda la historia.

Estamos un rato sentadas, contando todo lo ocurrido, y me doy cuenta de que aún no he pedido nada en la cafetería.

-Eva, ¿quieres algo? Voy a comprarme un chocolate caliente.

-No gracias- me sonríe.

-Pues ahora vuelvo- me levanto y voy directa a la cola.

Lo pido, y en menos de dos minutos ya lo tengo listo. Lo cojo y me giro rápidamente para volver a mi mesa.

Pero como me llamo Samantha, algo siempre tiene que pasar, y alguien se choca conmigo haciendo que todo el chocolate se me caiga encima.

-No puede ser- miro mi chaqueta, empapada.

Levanto la vista, y veo al capullo de antes.

-Pero, ¿eres idiota? ¿O qué te pasa?

-Lo siento, iba directo hacia el baño...

-Pues podrías vigilar un poco, ¿no?- le digo enfadada.

-Oye perdona, pero tú también podrías haber vigilado.... Y ya veo que te gusta tirar cosas, unas arriba en la pista de esquí y otras en la cafetería...

-¿Perdona?- alucino.- No sé con qué derecho te crees para hablarme así.

-Anda ven- me dice de repente.

-¿Cómo que ven?- pregunto sin saber.

-Tengo ropa limpia, y creo que no estás para perder tu orgullo ahora, así que sígueme- dice, y empieza a andar sin más.

Me quedo quieta, flipando.

-¿Vienes o no?- se gira para mirarme.

No tengo otra, la casa que hemos alquilado está a 10 minutos, y paso de ir sola hasta allí.

No me queda otro remedio...

Salimos por otra salida, y bajamos unas escaleras.

No ha dicho nada más durante todo el camino, solo anda, a un par de metros de mí.

-¿Dónde se supone que vamos?- decido preguntarle.

No me responde.

Este chico me está poniendo de los nervios.

-No te estreses Samantha, ya hemos llegado- me dice con total normalidad.

Pero un momento, ¿cómo cojones sabe mi nombre?

Estoy alucinando.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Hay muchas cosas de mí que no sabes.

-No sé ni una- entramos a una tienda.- Lo que sí sé es que me está empezando a dar miedo esto. A lo que él responde riendo.

-Buenos días Marcos- saluda a un chico detrás del mostrador.

-¿Qué hay?- le dice, dándose la mano.

-Nada, aquí, que tengo que arreglar una cosa.

-Vienes bien acompañado, ¿tienes clase ahora?

Un Golpe de SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora