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Una vez llega el bus, subimos, y yo pago ambos tíckets, que menos, cuando él pagó todo lo de mi cumpleaños.

-Que sepas, que donde sea que vayamos, voy a pagar yo también- le aviso, sentándome en un asiento.

-Pues no, porque hoy eres...- piensa la palabra adecuada.- Eres como una princesa, todo para tí, así que voy a pagarlo yo.

Como una princesa dice... Si es que me muero de ternura con él.

-Pero toda princesa necesita- hago una pausa,- su príncipe. Así que voy a tener que buscar durante todo el día para encontrarlo- me río.

-Pues busca, a ver si lo encuentras- bromea.

-¿Cuántos años teníamos, Flavio?- le pregunto, irónicamente.

-Unos doce creo yo- responde.

-Creo que menos- me río.

-Me da igual cuantos años tengamos si estoy aquí y contigo.

Este chico va a hacer que me derrita aquí mismo de lo tierno que es.

-Por cierto, ¿sabes en qué parada bajar, verdad?- le pregunto.

-Claro, sino, miramos por la ventana, y donde veamos mi coche, saltamos- bromea, pasando su brazo por encima de mis hombros disimuldamente.

-No hace falta que disimules- le digo yo, colocándole su brazo bien, y apoyándome en su hombro.

-Si tú lo dices...- sonríe.

Cuando acaba nuestro pequeño viaje en bus, bajamos en la primera parada del pueblo, y vamos hacia el descampado en el que paramos ayer.

-¡Aquí está!- dice cuando lo vemos.

-Y está intacto- bromeo.

-No te metas con mi coche, eh- dice mientras me abraza para hacerme cosquillas.

Yo me aparto, y al llegar al coche, subimos en él para dirigirnos a un sitio que no sé aún donde está.

-¿Me vas a decir dónde vamos?- pregunto mientras enciendo la radio, y voy cambiando de emisora para ver que música hay.

-Mírala- bromea.- Como Pedro por su casa- dice, refiriéndose a que voy toqueteándolo todo.

-Qué menos que estar como en casa- añado yo riendo.- ¿Entonces no me lo vas a decir?- y él niega con la cabeza.

-Y si te lo dijera, tampoco sabrías donde está.

-Quizá te sorprendo y sí lo conozco- digo, mientras me río de mis propias palabras.

-Eso no te lo crees ni tú- se ríe tambien.

El trayecto no es demasiado largo, y como la música lo hace todo más ameno, se me pasa más rapido el tiempo.

Sé que hemos llegado cuando Flavio gira a la derecha, y entra en un camino que no está esfaltado, veo un cartel con el nombre de lo que supongo que es un restaurante, y como bien decía Flavio, no lo conozco.

Pasamos por el camino, entre árboles a cada lado, hasta que al fin, veo donde me lleva.

-Joder- alucino.

-Es una de las masías más viejas de todo los Pirineos- comenta.

-Y más bien conservadas- añado yo, al ver la increíble decoración del lugar.

Cuando aparcamos, bajo del coche y miro a mi alrededor.

Estamos en una especie de valle pequeño, pero es como un sitio apartado de todo lo demás.

Un Golpe de SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora