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-Hueles a alcohol- me río, con los ojos cerrados, abrazada a él, quién empieza a andar por la casa.

-Lo sé, a mucho alcohol- suspira.- Creo que nunca había bebido tanto en tan poco tiempo.

-Y tan rápido- añado.

-Sí, pero tampoco había tenido eso tan claro nunca.

-¿El qué?- pregunto inocentemente, rodeándole el cuello.

-Que eres de las mejores cosas que me han pasado este año- me suelta de golpe.

-Flavio...- sonrío, pero no me ve.- Tú... Tu también eres de las mejores cosas que me han pasado este año. Y sin duda, lo mejor que me voy a llevar de este viaje.

-¿Me vas a llevar contigo?- se ríe, aún abrazados.

-No tonto, el recuerdo de estas semanas- aclaro.

~Ojalá poderte llevar conmigo~ pienso. ~Ojalá poderte llevar a Valencia, y pasar el resto del año. ¿Qué digo del año? De la vida, junto a tí.~

-Vamos a recordarlo como aquellos amores de verano- me dice.- Aunque no sea verano- ríe.

-Y que no sea tanto tiempo, sino que tan solo dos semanas.

-Y lo rápido que han pasado...

-No digas eso, que no han acabado aún, eh- le riño.- Que tenemos muchas cosas pendientes aún.

-¿Ah, sí? ¿Como qué?- pregunto, mientras empezamos a andar sin despegarnos hasta lo que creo que es el comedor.

-Esquiar por última vez, pasar toda una tarde perdidos en la montaña, disfrutar de una última pizza... Demasiadas cosas para tres días.

-Pues no perdamos el tiempo, ¿no?- suelto de golpe, cosa que le pilla desprevenido.

-¡Qué directa!

-¡Como si tu no lo hubieras sido!- replico.

-Touché- oigo como sonríe.

Desenredo mis manos de su cuello, y empiezo a bajar la cremallera de su chaqueta. Él, por su parte, intenta hacer lo mismo conmigo, pero no le dejo.

-Samantha- le quito las manos.- Como bien dicen, las cosas de palacio, van despacio.

-Me da igual lo que digan- intenta volverlo a hacer, pero no le dejo.

-Te he dicho que no- le digo, acercando mi rodilla a una zona bastante peligrosa.- Cuando yo te lo diga, ¿comprendes?- y noto como asiente.

Acabo de quitarle la chaqueta, y la tiro al suelo, haciendo que haga un chasquido contra el suelo.

Acerco mis manos al borde de su camiseta, empezando a levantarla. Deslizo mis dedos por su abdomen, y voy subiendo su camiseta, hasta quitársela del todo.

Acerco mis labios a su cuello, y empiezo un recorrido de besos, pasando por su clavícula, su pecho... Intentando no dejar ni un sitio el cual no haya recorrido.

Noto como sus manos empiezan a tocar mi cuello, mi pelo...

Todo lo que tiene en su alcance.

-No te pongas nervioso...- le digo, subiendo hasta su mandíbula, la cuál muerdo suavemente.- Creo... que empiezo a tener calor, ¿me ayudas?- le pregunto, accediendo a que me quite la chaqueta que aún tenía puesta.

No puedo parar, al verle así, tan indefenso y con tanto deseo...

El alcohol le afecta, y a mejor.

Empieza a quitarme todo lo que puede rápidamente, la chaqueta, seguida de mi jersey, y mi sujetador.

-No pierdes el tiempo eh- me río. Y veo que empieza a moverse, empieza a reaccionar como el Flavio que yo conozco.

Un Golpe de SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora