Capítulo 1: El inicio de una oportunidad

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  Rey entró en su habitación con el propósito de cambiarse y ponerse cómodo, no era que esa noche tuviera mucho que hacer más que quedarse en la casa con los demás miembros del grupo. Para él el trabajo como mercenario era tan tedioso como lucrativo, pero también buen remedio para mantenerse ocupado y poder preservar la compostura ante situaciones morbosas que ya se volvían parte de la rutina del día a día. Como, por ejemplo, el sonido pervertido que se podía escuchar en el cuarto colindante.

"¿Quién está conforme con lo que tiene?", se preguntó él, sintiéndose un tanto ansioso, abrumado por sus deseos sexuales que ya le volvían loco, tal vez, porque a pesar de tener poderes sobrehumanos, aun su cuerpo estaba contaminado por urgencia que no podía controlar muy bien. Mismas que con el tiempo se acumularon y ahora no le dejaban pensar con claridad cuando se vio poniendo el seguro a la puerta de su habitación, cosa que nunca hacía. Samantha era quien estaba haciendo de las suyas al otro lado de la pared y de cierta manera no tenía consideración por ninguno de los demás miembros.

Prendiendo la pantalla de su dispositivo, Rey optó por hacer algo que se había prometido nunca haría. Usando los privilegios de administrador, los cuales se reservó de decir que tenía cuando les dio los celulares a sus compañeros, él entró en el teléfono de Samantha y tras tocar unas cuantas opciones, pudo compartir las imágenes que capturaba la cámara en el otro cuarto a tiempo real. Tragando en seco, Rey se quedó con los ojos abiertos y el corazón que se le quería salir. Lo que estaba haciendo era deplorable, abusando de la confianza de alguien a quien estaba supuesto proteger y se expone de forma vulnerable. Aun así, no pudo dejar de agarrarse la verga y sacudirla tan duro como pudo, por encima de las prendas que tenía puesta. En su pantalla veía a la "intelectual del grupo" en cuatro, sobre el piso, taladrándose el culo con un peine de cabellos, apuntando la cámara de su celular al espejo.

"No es correcto lo que estoy haciendo, pero tampoco puedo rehusarme a seguir viendo y sentir esta necesidad sexual", pensaba Rey. "Quizás, si dejo de salir de esta casa, paso tiempo con ella y creo más confianza, entre los dos podrían suceder cosas que nunca imaginaría. Pero ¿y los demás? ¿Qué podría suceder si me equivoco?, si rebaso la línea de la amistad con Samantha y se crean preferencias entre ella y yo, los otros se pondrían celosos y el grupo terminaría consumiéndose por dentro. La unidad es la supervivencia, después de todo, estamos en un mundo post apocalíptico... aunque, puede ser la misma razón por la cual la pérdida de vidas humanas a nuestro alrededor nos deje con deseos de crear más... por la cual estos instintos se hacen lugar..."

Pensativo, Rey respiró con profundidad y tras presionar uno de los botones a un lado de la pantalla de su celular, cerró la aplicación que violaba la privacidad de su amiga. Acto seguido, para evitar caer en nuevas tentaciones, él arrojó el teléfono a un lado, se tumbó sobre la cama, tomó las sábanas y también algunas almohadas e hizo un bulto a su alrededor. Ya cuando estaba casi atrincherado sobre su cama, a punto de sentirse culpable y solo, Rey escuchó que alguien le hablaba detrás de la puerta al mismo tiempo que intentó abrirla, pero no pudo.

—Rey, Howard dice que no pudo cazar nada para la cena — era Elena, hablando estresada por la situación que tenía entre las manos. Al parecer le había tocado cocinar y ahora que no tenía los ingredientes trataba de resolver el problema como siempre lo hacía, pidiendo ayuda.

Rey había olvidado remover el seguro de la puerta que había puesto antes de empezar el trabajo que no pudo terminar por cargos de conciencia.

—Ahora te ayudo —dijo Rey, mientras se levantó de su cama, procedió a cambiarse tan rápido como pudo y tras chequear si no se le notaba mucho la erección, abrió la puerta como si no hubiera sucedido nada.

Elena le estaba esperando del otro lado y apenas le vio, mostró una sonrisa picaresca. Ella no era de hablar mucho y últimamente no se le había visto muy contenta, pero esta vez su risa insinuaba que ella le había sorprendido en medio de algo. Ellos dos se llevaban bien, al punto de sorprenderle cambiándose unas cuantas veces y seguir actuando natural, pero según ella recordaba, esta era la primera vez que escuchaba como el seguro de dentro del cuarto de él había sido puesto para que nadie pudiera abrir la puerta.

Una casa y cinco jóvenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora