Capítulo 3: Haz que me duela un poco

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Hasta el momento, era claro que Elena tenía como principal motivo hacer que Samantha dejara de comportarse como una chica de mente tradicional y lo había conseguido. También logró que se le pusiera dura la verga a Rey y que este dejara de contenerse, pero no en que se viniera.

Haciendo una retirada estratégica, la rubia dejó a Samantha a cargo de la situación, misma que parecía no poder controlar sus deseos de querer sacarle leche al joven de ojos blancos. Por otro lado, tanto Rey como Elena tenían bien en claro que no ayudarían a la trigueña, ellos dejarían que ella hiciera lo necesario para cumplir con su objetivo, sin importar que tan lejos pudiera llegar para alcanzarlo.

Los minutos pasaron y tanto Rey como Elena casi que no podían seguir esperando para ver lo que se le iba a ocurrir a la trigueña que recién se había abierto de mente. Sam movía su cabeza de forma afirmativa en señal a la tan alta actividad cerebral que estaba teniendo y ellos respiraban casi que con desespero y euforia por presenciar que tan amplia podría ser la mente de la 'chica tradicional'.

—... No se me ocurre nada —dijo Samantha tras dejar que pasaran los segundos—. Esto que estamos haciendo no es cualquier cosa. Es un trío... dos chicas encueradas en frente de un chico en las mismas condiciones... nunca me imaginé esto... y... no quiero que mi proposición no esté al nivel de la ocasión...

—Arrrgg —gruñó Elena, como quien se daba cuenta de que no podía pedirle más a la trigueña, pero que al mismo momento quería forzarla a que encontrara una manera.

Ser de mente abierta y dejarse corromper por quienes estén alrededor, no es lo mismo que tener buena imaginación para hacer cosas de una estrella porno. Esos movimientos llevaban práctica, o al menos vivir toda una vida de represión sexual en la cual todo lo que se hace es fantasear y prepararse para agarrar de los pelos las oportunidades que se dieran.

—Y, ¿si hago lo que salga en el siguiente vídeo porno que decidan poner? —Samantha mostró una sonrisa ingenua como la de alguien que quería salir con las suyas—. Me sentiría más cómoda si me lo imponen... como castigo... no importa que me resista o diga que no... o que llore, grite... o me desmaye en el proceso...

—Y tu palabra segura será, "soy una tradicional", ¿no te jode? —respondió la rubia.

Samantha no negó dicha palabra.

"No puedo creer que ella proponga algo tan BDSM... Hmmm, la B representa Bondage, la D es Disciplina o Dominación, creo que la S es de Sumisión o Sadismo y la M de Masoquismo...", pensaba Rey quien después de reconsiderar la situación por unos segundos miró a Elena.

Como Samantha aún mantenía su opinión, ambos jóvenes volvieron a verse y esta vez mostraron una sonrisa de complicidad el uno al otro. Tras sacar la salchicha de entre sus piernas y las de Sam, Elena se dirigió donde estaba la computadora y mientras le dio un mordisco al embutido de carne se puso a buscar algún que otro video porno.

Existiendo el sexo convencional que aún no habían experimentado entre ellos, "¿por qué razón debían de buscar inspiración con un video porno?". Rey pensaba que no era una mala idea tomar inspiración del internet, pero Sam lo había llevado hasta el extremo. Tal vez porque ella misma sabía que existían videos muy oscuros ahí afuera. Aun así, cualquier situación no tendría mucho efecto en él. El video solo le funcionaría a Sam para encontrar otro tipo de estimulación, mientras que todo lo que Rey quería era que la trigueña o la rubia lo esperara con las piernas abiertas e invitaran a su verga a entrar. "No pido más que eso", pensó él, quien dijo en voz alta:

—Imitar algo en un video, tal vez no termine sintiéndose real.

—Mmmm, eres de los románticos... te enamora el sentimiento detrás de las personas, pero déjame recordarte que somos amigos, no tienes por qué enamorarte. Nada más enfócate en experimentar y que no se te baje la verga por culpa de Samantha pidiendo cosas raras... —mientras reclamaba la cara de Elena transformó sus expresiones, ella se estaba volviendo toda una lujuriosa compulsiva y tal vez producto del video que estaba viendo—. Sam, aquí tienes tu primer castigo... Rey, te mostraré la cara de ella con el sentimiento agridulce de un dolor placentero, espero sea lo suficientemente real para ti.

Una casa y cinco jóvenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora