Capítulo 13: A tomar por el culo

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Los segundos de espera se convirtieron en días para Elena, quien estaba tan necesitada de apagar el fuego de su cuerpo que llegó a darse azotes a sí misma. Dos manotazos en sus mejillas enrojecidas por la sangre que le bajaba de sus piernas levantadas, otros dos sobre sus tetas, cuatro o cinco sobre sus nalgas y, por último, un fuerte manotazo sobre su punto más caliente. Aunque el arnés y un pedazo de plástico se interpusieron entre la mano y el botón de placer de la rubia, está con su último movimiento fue capaz hacerse entrar en razón y alargar su estado impaciente por unos segundos.

Rey, detrás de la rubia encendida, vio conveniente usar la fuerza de sus músculos para cargar el delicado cuerpo de Elena con tal de darle vuelta y montarla encima de él. Por otro lado, Samantha, frotando su verga de mentira con mirada lujuriosa, prometía sacarle el mayor provecho posible a la situación.

Con su cabeza regresando a estar arriba y su cuerpo abajo, Elena abrazo al joven por detrás de su nuca para quedarse mirándole a los ojos. Usando sus piernas, ella también rodeó la cintura del fornido chico que le cargaba al mismo tiempo que le propinó un apasionado beso que tan solo dos amantes podrían darse el uno al otro. Entre dos lenguas que jugaban la una con la otra, los dientes de la rubia mordieron los labios de Rey cuál si estuviera despidiéndose de ellos. Y en efecto, una vez que Sam se puso detrás de ella, Elena se volteó para abrazar a la trigueña quien no se detuvo a tomar la verga de Rey que estaba atrapada entre los dos cuerpos y la alejó cuanto pudo del orto ya roto de la rubia.

Rey, sosteniendo a Elena por la espalda, mugió ante la agradable sensación que le provocó sentir el agarre fino y delicado de la mano derecha de Sam. Aunque él quería seguir cogiendo, decidió enfocarse en mantener prisionero el cuerpo de Elena quien miraba a la trigueña con ojos de súplica. Entendiendo que los mejores momentos se hacían esperar. Y por supuesto, la trigueña comenzaba a compartir dicha mentalidad.

—¿No que querías evitar meterte algo en el coño si antes había entrado dentro de un culo? —indagó la trigueña en referencia al dildo que llevaba puesto.

—Sí, eso era antes. Pero ahora quiero... que me lo metas en el coño.

—No sé si en verdad estás capacitada para tomar decisiones en un momento como este —dijo Samantha, ella tenía ganas de coger y ser cogida, pero le provocaba en ese momento resistirse y usar sus conocimientos de chica intelectual—. Como sabrás... cualquier culo por limpio que esté siempre está expuesto a tener bacterias que si entran en tu coño... tarde o temprano, causará una infección y ya sabes que no queremos tener una infección.

"Interesante, con mis poderes puedo asegurarles lo contrario, pero... qué más da," Se dijo Rey, sintiendo como la punta de su verga sentía el calor infernal de dentro del cuerpo de la rubia.

Sam hizo una pausa en su diálogo, y a pesar de haber dicho la palabra "no" Elena seguía diciendo que sí con su cara, como si estuviera resistiendo las ganas de demandar ser follada.

—¿Estás diciendo que sí? Estás deseando ser propensa a tener secreciones lechosas malolientes y grumosas de color verde o amarillo. Que la raja se te ponga roja y no puedas dejar de sentir quemazón y picazón. Ardor al orinar y, sobre todo, no poder disfrutar de la penetración por un buen tiempo.

—¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Coño que sí quiero que me la metas!!! —exclamó Elena quien se aferró a la cintura de Sam con sus piernas.

La rubia lo pensó dos veces antes de intentar agarrarse al cuello de la trigueña con sus manos, dado que podía hacer algo mejor. En el momento, Elena trató de agarrar la verga plástica para metérsela en el coño ya lleno.

"Esta sensación es muy fuerte. Que ella intente forcejear con Sam mientras se la tengo encajada no tiene precio", pensaba Rey quien sostenía el cuerpo de la rubia en el aire cargando por las nalgas.

Una casa y cinco jóvenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora