"Sí que es extraño despertar en una casa que no tiene ventanas al exterior, de no ser por el reloj que cuelga de la pared de la cocina
¿cómo es que alguien puedes saber si es de noche o aún es por la mañana?" Se preguntó Rey. "Bueno, de todas maneras, semejantes cosas como esas dejaron de existir cuando el sol del mundo que conocemos fue destruido junto a todas las estrellas del cielo".
Sobre el sofá, en la sala, el joven se preparó para comenzar su rutina mañanera. Y es que no se puede empezar un buen día, mañana, tarde o noche sin tener un desayuno que se compare en grandeza. Además, según recordaba, ayer, ellos solo habían desayunado y el alcohol no tenía muchos componentes nutritivos que digamos. Sin tener la necesidad de darse un baño, pero sí de comer, Rey se volvió intangible para escapar del agarre de las chicas que se rehusaban a dejarle ir, porque les hacía sentirse tan cómodas.
Teniendo en consideración la situación de Juliet, Rey se limitó a que el desayuno del día no fuese tan oloroso y tentador como lo había sido el anterior. Haciendo referencia a lo saludable, él hizo aparecer yogurt, cereal de avena, frutas, panqueques y preparó una sopa de tomate con pan.
Entre los sonidos de las cazuelas y los platos, tanto Sam como Elena comenzaron a retorcerse entre las sábanas, buscando la manera de aminorar los ruidos que escuchaban y cubrirse de la luz encendida en la cocina.
—¿Ya es otro día? —preguntó Samantha— ¿Por cuánto tiempo puede un dormir?
—Ahora que tengo tanta hambre, no voy a poder seguir durmiendo.... ¡Aaahhhhh! —dijo Elena de mal humor.
Samantha, rascándose los ojos con las dos manos y apartándose los cabellos que tenía en el rostro, pegando un bostezo, se levantó junto con un estirón. Ella, desnuda, se dirigió al baño tan rápido como pudo, pues parecía no aguantar más. Justo antes de que el desayuno estuviera servido, las dos chicas ya se habían arreglado los cabellos, cepillado los dientes, lavado sus rostros y regresado a la cocina.
Sentados en la mesa, los tres desayunaron hasta saciarse. No era que Rey pudiera ocultar como su verga se endurecía al ver los cuerpos despojados de prendas actuando natural. Samantha no caminaba como un fantasma que encorvaba su espalda, y Elena estaba más consciente de sus atributos femeninos.
—Será que no existe una bebida más dulce con contenido de alcohol... —se quejó Elena, su mal humor sí que no cambiaba—. Aah y que no de resaca. Me duele la cabeza, mirar a la luz y me siento como una mierda.
Sam, comiendo con discreción, decidió agregar:
—Creo que lo mejor de dormir juntos es que no tienes que decir buenos días y simplemente puedes pasar a protestar —dijo Samantha con ironía, para continuar—. Creo que es mejor dormir con ropa, no sea que Rey se aburra de vernos desnudas y ya no le pongamos.
—No estoy de acuerdo, mañana, tarde y noche esta verga mía siempre sabrá apreciar la belleza de sus cuerpos desnudos. — Agregó Rey con una sonrisa haciendo aparecer una botella de vino—. Y aunque no les dijera buenos días, este desayuno es la manera en la que les demuestro mis 'buenos días'
Cual si fuera un perro enojado con todo el mundo y consigo mismo, mientras Rey y Sam hablaban Elena continuó protestando mientras se adueñaba de cuanta comida encontraba sobre la mesa. Casi que, atragantándose, ella abrió la botella de vino con su boca, se pegó unos buches para finalmente cambiar por completo la expresión de su rostro y decir; —Buenos días, como estoy extrañando esa verga y ese coño por igual—, con una sonrisa libidinosa.
Sam como Rey rompieron a carcajadas. Les provocaba gracia que Elena se comportara de la misma manera casi que todas las mañanas cuando tenía hambre.
—Si eso es vino, déjame probar un poquito... —sugirió Sam.
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Una casa y cinco jóvenes
FantasySumérgete en la apasionante continuación de 'Grimoire', donde la aventura se intensifica y los personajes se embarcan en un viaje de autodescubrimiento y exploración sensorial. En estos capítulos adicionales, nos sumergimos en la evolución de las re...