Era él.
De nuevo ese hombre se había cruzado en mí vida, no supe por qué, ni tampoco entiendo el porqué pero no pude evitar compararlo con Claude. Ese cabello rubio siendo alumbrado por el gran candelabro y sus ojos de gema idénticos a los de mí padre.
Él me miraba fijamente, me sentía atrapada, a diferencia de las miradas que Claude me dedicaba la de él provocó que un escalofrío inundara mí cuerpo de golpe. Me miraba con una mezcla de odio y repugnancia, no pude evitar asustarme ante aquél acto y sentirme terriblemente mal.
Los segundos se volvieron minutos, y en el silencio de aquél gran salón su voz se alzó con potencia ante la majestuosidad de los muros.
—Tanto tiempo, todo lo que tuve que trabajar para encontrarlo, las noches que estuve sin dormir tratando de maquinar una trampa lo suficientemente astuta para poder atraparlo— me miró buscando algo de compasión, quizás miedo de mí parte, alzando la barbilla — todo mí trabajo merece una recompensa.
Me desafío con la mirada, sonriendo con burla cómo sí hubiese ganado algún premio.
¿De qué estaba hablando? ¿Acaso perdió la cabeza?
— No sabes cuánto lo voy a disfrutar, ¡cuanto disfrutaré verlos sufrir! — aseguró— cada maldito segundo...
Levanté la mirada no dejándome intimidar, podía con ésto y mucho más. Pero ésto no era igual a lo que había sucedido con la princesa, él era el emperador y aunque me costará admitirlo su rostro idéntico al de mí padre no ayudaba.
—Vaya, ¡Parece que tienes agallas! ¿Pero acaso eres muda? No imaginé que mí hermano tuvo una niña muda...
Ésta vez lo miré con interés, ya lo sabía sin embargó escucharlo de su propia boca era muy diferente.
—Oh, por lo visto no lo sabías ¿Verdad? Pero sí, ese bastardo es el segundo príncipe, ¿Sabés en lo qué te convierte a tí verdad?
—En parte de la familia real— respondí bajando la mirada, ignorando el hecho de que lo llamo bastardo.
—Pero mira nada más, ¡Sí hablas! — se burló aplaudiendo, levantándose de su trono y bajando las escaleras, me tense— Naturalmente son tiempos difíciles para la familia real, especialmente para un emperador. No es fácil haber descubierto a mí hermano menor después de tanto tiempo y mucho menos con una hija.
El hombre continuó caminando, con la mirada perdida en Athanasia y una mueca de desagrado.
—No, no debe ser fácil, eso está claro —murmuró Athanasia tomando valor — Pero, ¿de verdad ve necesario todo lo que está haciendo?
Que Dios se apiade de mí alma. Pensó la jóven al responder al mismísimo emperador de Obelia.
Sin embargó, Aetherunistas sonrió satisfecho con mí pregunta, cómo sí lo estuviera esperando.
—No debes cuestionar las decisiones de su majestad. Más aún cuando se trata de un asunto personal. Me han dañado el orgullo y he sido traicionado de la manera más cruel de todas. Es obvio que ahora quiera pagar la deuda y no cabe duda de que lo haré— respondió está vez llegando justo al frente de mí, sobrepasando mí altura intimidandome — es muy obvio que eres la hija de Claude y de esa perra de Siodonna, tienes su mismo espíritu, que desgracia.
Athanasia frunció el ceño y se detuvo un momento. ¿Cómo se atreve a hablar de esa manera tan repugnante de su familia?
—Por cierto, me enteré de qué burlaste a los guardias ésta tarde, es una lastima que mí hija sea lo suficientemente estúpida cómo para dejarte ir, una deshonra.
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La princesa pérdida de Obelia
FanfictionUn rey sin corona, salvará un reino que estaba perdido, y lo perdido será encontrado de nuevo. Un torbellino de energía oscura atrapó a los habitantes de Obelia, ahora una energía positiva les devolverá la libertad. Una nueva luz nacerá a la profund...