VI

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— Párate de esa cama y prepárate para tu cita con la princesa Zenith, Lucas— Aspen tocaba la cabellera desordenada de Lucas que se encontraba acostado boca abajo durmiendo feliz de la vida.

Ya uno no puede ni dormir en paz en está prisión.

—Me siento mal, —hice una voz ronca falsa— Anoche me dió una diarrea crónica, esa comida de ayer me cayó mal así que no podré ir, que pena.

Era más mentira que mís sentimientos de amor por la princesa Zenith.

—Bueno, sí ya terminaste, cierra la puerta y apaga la luz cuando salgas.

—Ni hablar, —Aspen de un solo movimiento tomo los pies de Lucas, jalando con fuerza provocando que el chico fuera arrastrado directo al suelo en un golpe sordo.

Siento un funeral acercándose.

—¡¿Estás loco?!—grite en el suelo— Estaba soñando con la señorita Zenith, fue un hermoso sueño.

Y no mentía, fue un sueño estupendo.

Los tiburones nunca fueron tan felices comiendo.

Sonreí con malicia al recordarlo, creo que hice una cara extraña porque Aspen puso una cara de espantó.

Mago Lucas, tengamos una cita, vayamos a comer mariscos—Dijo la princesa Zenith con una sombrilla cubriéndola del sol.

—¡Maravillosa idea! Tengo unos amigos con un estanque de tiburones, siempre quedo satisfecho.— Opine mientras la guiaba al estanque que apareció mágicamente.

—Vaya, no sé ve muy seguro...—Opino mientras se asomaba con cuidado mirando los tiburones nadar en círculos.

—Que va, sí son muy amistosos, mira ellos dan besos de amor, ¿Por qué no lo intentas?—No permití que se negara, con un movimiento rápido de manos la empuje al estanque, el grito perforó mís oídos.

—¡Lucas, ayúdame!—Ella intento nadar hacía la orilla pero un tiburón se aventó sobre ella hundiéndose.

No pude evitar que una fuerte carcajada saliera de mí. Me sujete el estómago con fuerza observando cómo Zenith peleaba con los tiburones.

—El pequeño se llama comelón, —le señale el tiburón de dos metros — el más grande se llama mordedor. Parece que le agradas a los dos.

—¡Ayúdame Lucas, voy a morir!—Grito Zenith desesperada moviendo sus brazos y golpeando al tiburón con su sombrilla.

—Dios habrá escuchado mis plegarias.

No necesite ver más, el tiburón se hundió con Zenith abajo y con eso se llevaron todos mis problemas.

—Ah,— suspiré—lo sabía, siempre me dejan satisfecho.

Adoro los finales felices.

Deje mís pensamientos y sueños atrás, fue un sueño precioso, nunca había estado tan feliz. Incluso durmiendo tenía una pequeña sonrisa.

—Sí, bueno— Aspen se aparto de mí lado caminando al balcón de la habitación, observó la vista que tenía del jardín— ¿Por qué tú tienes las mejores vistas? Yo tengo un montón de árboles apunto de caer sobre mí balcón. Lo bueno es qué tienen fruta.

Me levanté del suelo suspirando, aún estaba en pijama pero no me sentía incómodo con Aspen revisando mí habitación, a pesar de que él llevaba su típico atuendo de príncipe y yo llevaba solo unos pantalones negros holgados, una camisa blanca y para variar descalzo.

La princesa pérdida de Obelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora